Por Gregorio Salazar
Los mecanismos de la
impudicia y la impunidad también saben moverse con sincronía, aunque sea como
la barata imitación de esos relojes de marca falsificada. Esta vez han
funcionado de manera más sofisticada, menos grotesca si juzgáramos por el marco
de fingida solemnidad institucional que ha rodeado la respuesta del régimen
madurista al descarnado informe sobre las gravísimas violaciones a los Derechos
Humanos en Venezuela presentado por la Misión Internacional mandatada por la
OEA.
Para refrescar la
memoria, para que no se diga que exageramos odiosamente es bueno reproducir la
respuesta dada hace un año al informe que presentó la Oficina de la Alta
Comisionada de los DDHH, Michel Bachelet, donde ya se recogían numerosos y
protuberantes casos de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas,
detenciones arbitrarias, torturas y otros tratos crueles y degradantes.
Lea usted: “Para
nosotros lo que diga la señora Bachelet, ella puede decir lo que sea, nadie le
va a decir que no, no nos va a quitar el sueño, no nos vamos a dejar
chantajear, para nada. Ese informe presentado por la señora Bachelet no fue
elaborado por ella, ella lo firmó. Fue elaborado en la oficina de un asesino
que se llama Elliott Abrams”.
Esta vez se lo han
pensado mejor y han afinado el ritual de la impostura. Todo un engranaje que
tiene como coronas y piñones a quienes deberían actuar en defensa de las
garantías que consagra la constitución (embajadores, canciller, fiscal,
defensor, presidente) pero en cambio realizan, entrecruzando sus ruedas
dentadas, el movimiento circular que da la hora desvergonzada del régimen
venezolano.
Todo ha sido ejecutado
con la premura del caso: elaborar un contrainforme (La verdad de Venezuela (!),
comprimirlo entre dos tapas de rojo encendido, imprimirle rótulos dorados y
rodearlo con una cintica tricolor, ponerse paltó y corbata y sentarse muy
seriecitos bajo el óleo del prócer mil veces traicionado para realizar una
ceremonia que por mucho relumbrón de salón palaciego que tenga siempre evocará
una deslucida y decadente función circense.
Salta la diferencia
entre las dos posiciones. Si otrora la señora Bachelet y su informe operaban
como labor de celestinaje al imperio, la Misión Independiente viene, quién lo
diría, “a sabotear las relaciones entre las autoridades de Caracas y la Oficina
de la Alta Comisionada de los DDHH”.
¿Qué ha ocurrido?
Bueno, que el objetivo del informe “financiado por el Grupo de Lima es
dinamitar e implosionar” la impecable labor de la antes chantajista señora
Bachelet. Eso dicen Arreaza, Saab y Maduro que ya no recuerdan todos los
improperios que lanzaron con la Alta Comisionada por un informe que fue tan
contundente como el que se ha conocido ahora. En la voltereta, fuera de ello todo
resulta “politizado e inquisidor, hecho con fines ideológicos por países con
pésimos récords de DDHH”.
Toda esa calculada
maniobra, donde el lenguaje de la mafia se pretendió sustituir por dulces
carantoñas preñadas de cizaña, colapsó el viernes. Todas las piezas de la
falsificación saltaron en la cara de los operadores cuando la Alta Comisionada
al intervenir ante la Asamblea de la ONU precisó, en una actualización de su
informe, que entre enero y agosto de este año hubo más de 2.000 muertes a manos
de cuerpos de seguridad que en muchos casos llegaron a apoderarse de los
cadáveres de sus víctimas para modificar evidencias y simular enfrentamientos
armados.
Y fue mucho más
allá en algunas materias como la obstrucción a las condiciones electorales, los
abusos judiciales contra los partidos políticos y la represión a las
manifestaciones ciudadanas que reclaman por las menguadas condiciones de vida
de los venezolanos, incluyendo su indefensión ante la covid-19. Valga señalar
que cuando Bachelet presentó su informe el año pasado el salario mínimo era de
7 dólares por mes. Hoy no llega a uno.
En conclusión, la
cúpula del régimen madurista ha vuelto a demostrar que no tienen capacidad de
rectificación ni propósito de enmienda, que no le valen informes ni denuncias
por más verídicas y verificables que sean. Ellos actúan “en defensa de la
patria” y eso justifica los más horribles excesos. Un solo objetivo les
nubla el entendimiento: mantener a Venezuela eternamente encerrada en su puño.
Algo que en medio de este colapso general se va alejando apresuradamente al
paso de los días.
27-09-20
https://talcualdigital.com/reyes-de-la-impunidad-por-gregorio-salazar/
Los mecanismos de la
impudicia y la impunidad también saben moverse con sincronía, aunque sea como
la barata imitación de esos relojes de marca falsificada. Esta vez han
funcionado de manera más sofisticada, menos grotesca si juzgáramos por el marco
de fingida solemnidad institucional que ha rodeado la respuesta del régimen
madurista al descarnado informe sobre las gravísimas violaciones a los Derechos
Humanos en Venezuela presentado por la Misión Internacional mandatada por la
OEA.
Para refrescar la
memoria, para que no se diga que exageramos odiosamente es bueno reproducir la
respuesta dada hace un año al informe que presentó la Oficina de la Alta
Comisionada de los DDHH, Michel Bachelet, donde ya se recogían numerosos y
protuberantes casos de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas,
detenciones arbitrarias, torturas y otros tratos crueles y degradantes.
Lea usted: “Para
nosotros lo que diga la señora Bachelet, ella puede decir lo que sea, nadie le
va a decir que no, no nos va a quitar el sueño, no nos vamos a dejar
chantajear, para nada. Ese informe presentado por la señora Bachelet no fue
elaborado por ella, ella lo firmó. Fue elaborado en la oficina de un asesino
que se llama Elliott Abrams”.
Esta vez se lo han
pensado mejor y han afinado el ritual de la impostura. Todo un engranaje que
tiene como coronas y piñones a quienes deberían actuar en defensa de las
garantías que consagra la constitución (embajadores, canciller, fiscal,
defensor, presidente) pero en cambio realizan, entrecruzando sus ruedas
dentadas, el movimiento circular que da la hora desvergonzada del régimen
venezolano.
Todo ha sido ejecutado
con la premura del caso: elaborar un contrainforme (La verdad de Venezuela (!),
comprimirlo entre dos tapas de rojo encendido, imprimirle rótulos dorados y
rodearlo con una cintica tricolor, ponerse paltó y corbata y sentarse muy
seriecitos bajo el óleo del prócer mil veces traicionado para realizar una
ceremonia que por mucho relumbrón de salón palaciego que tenga siempre evocará
una deslucida y decadente función circense.
Salta la diferencia
entre las dos posiciones. Si otrora la señora Bachelet y su informe operaban
como labor de celestinaje al imperio, la Misión Independiente viene, quién lo
diría, “a sabotear las relaciones entre las autoridades de Caracas y la Oficina
de la Alta Comisionada de los DDHH”.
¿Qué ha ocurrido?
Bueno, que el objetivo del informe “financiado por el Grupo de Lima es
dinamitar e implosionar” la impecable labor de la antes chantajista señora
Bachelet. Eso dicen Arreaza, Saab y Maduro que ya no recuerdan todos los
improperios que lanzaron con la Alta Comisionada por un informe que fue tan
contundente como el que se ha conocido ahora. En la voltereta, fuera de ello todo
resulta “politizado e inquisidor, hecho con fines ideológicos por países con
pésimos récords de DDHH”.
Toda esa calculada
maniobra, donde el lenguaje de la mafia se pretendió sustituir por dulces
carantoñas preñadas de cizaña, colapsó el viernes. Todas las piezas de la
falsificación saltaron en la cara de los operadores cuando la Alta Comisionada
al intervenir ante la Asamblea de la ONU precisó, en una actualización de su
informe, que entre enero y agosto de este año hubo más de 2.000 muertes a manos
de cuerpos de seguridad que en muchos casos llegaron a apoderarse de los
cadáveres de sus víctimas para modificar evidencias y simular enfrentamientos
armados.
Y fue mucho más
allá en algunas materias como la obstrucción a las condiciones electorales, los
abusos judiciales contra los partidos políticos y la represión a las
manifestaciones ciudadanas que reclaman por las menguadas condiciones de vida
de los venezolanos, incluyendo su indefensión ante la covid-19. Valga señalar
que cuando Bachelet presentó su informe el año pasado el salario mínimo era de
7 dólares por mes. Hoy no llega a uno.
En conclusión, la
cúpula del régimen madurista ha vuelto a demostrar que no tienen capacidad de
rectificación ni propósito de enmienda, que no le valen informes ni denuncias
por más verídicas y verificables que sean. Ellos actúan “en defensa de la
patria” y eso justifica los más horribles excesos. Un solo objetivo les
nubla el entendimiento: mantener a Venezuela eternamente encerrada en su puño.
Algo que en medio de este colapso general se va alejando apresuradamente al
paso de los días.
27-09-20
https://talcualdigital.com/reyes-de-la-impunidad-por-gregorio-salazar/
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