Por Fernando Pereira
La flagrante violación
a los derechos humanos fue constatada por el informe que recientemente presentó
la Misión Internacional de expertos de las Naciones Unidas. Desde Cecodap
alertamos que los niños viven en carne propia los delitos de lesa humanidad
allí denunciados.
La misión de la ONU
pudo revisar la actuación de las llamadas Operaciones de Liberación del Pueblo
(OLP), al igual que los procedimientos de varios cuerpos policiales como la
Policía Nacional Bolivariana (PNB) y su cuerpo «élite»: Fuerzas de Acciones
Especiales (Faes).
Según el ente
oficial, se identificaron a 505 personas muertas durante las OLP (502
hombres y 3 mujeres, incluidos 27 adolescentes). Mientras que la misión puso
énfasis en solo 140 casos de OLP, en los que 413 personas fueron
asesinadas.
Uno de los casos
mencionados fue del 19 de noviembre de 2016, cuando el Batallón 321
“Mayor General Pedro Zaraza” del Ejército, en Caucagua, recibió una llamada
anónima, informando que un individuo armado se escondía en una casa en el
sector de La Cotara. Una vez allí, los militares detuvieron a un adolescente
de 16 años, sacándolo de su casa sin orden de allanamiento ni de
captura.
El adolescente fue
trasladado a la base militar y detenido junto con otros tres jóvenes. Los
soldados arrojaron botes de gas lacrimógeno por un agujero en el techo y luego
lo cubrieron. Después de una hora, el adolescente se sintió enfermo y fue
trasladado a un hospital. Cuando llegó, no mostraba signos de vida.
Los soldados le dijeron
al personal médico en servicio que el adolescente tuvo un ataque epiléptico.
La exfiscal general, Luisa Ortega Díaz, declaró que “cuando la doctora, una
médica valiente, vio esa situación, dijo que no se trataba de un ataque
epiléptico. La persona estaba demasiado herida, con una fractura de cráneo y
otras lesiones de salud se puso en contacto con el Ministerio Público, que
realizó una autopsia y determinó que la causa de la muerte fue asfixia
mecánica por aspiración bronquial y politraumatismo”.
En los casos
examinados, las víctimas eran en su mayoría varones jóvenes. Las víctimas
masculinas se encuentran entre los siguientes rangos de edad: menores de 18
años (6%), entre 18 y 25 años (51%), entre 26 y 35 años (31%) y mayores de 35
años (11%). Sólo 27 de los casos examinados se referían a mujeres como víctimas
de asesinatos.
Infancia de luto
Esto supone que además
de ser asesinados por la acción policial, los niños también quedan huérfanos
por estos operativos. Realidad que se expone en el especial de investigación y
crónicas, #InfanciaDeLuto, creado por Cecodap y Efecto
Cocuyo.
A los 9 niños
entrevistados en esta serie les corresponde protección y reparación, según
señalan la Lopnna y el Código Orgánico Procesal Penal; pero en ninguno se
cumple el derecho a la reparación de daños, protección, ni indemnización.
Muestran que esta población, naturalmente vulnerable, quedó en un doble olvido
estatal tanto por su condición de niños como por su condición de víctimas
indirectas de los homicidios.
La misión pudo detallar
patrones de un modus operandi en el que participaron cuerpos de
seguridad. Los resultados arrojan otra modalidad en la que los crímenes de lesa
humanidad expuestos por la ONU tienen repercusiones en los niños, niñas y
adolescentes.
El patrón detectado por
los investigadores es que los funcionarios sacan a familiares de las víctimas
de las ejecuciones extrajudiciales, por lo general mujeres, ancianos y niños,
limitando los testigos en el lugar de los hechos a las fuerzas de seguridad únicamente.
Esto se repite tanto en las actuaciones de la OLP como del Cicpc o PNB/Faes.
Además, los niños
son testigos cuando los agentes de seguridad entran a sus casas e incautan
objetos sin una orden de allanamiento. La misión también documentó denuncias
constantes de testigos y víctimas de que las fuerzas de seguridad
destruyeron muebles e instalaciones y robaron bienes.
Detenciones arbitrarias
Entre los patrones
están las detenciones temporales de familiares de las víctimas asesinadas, en
particular mujeres, niños y mayores de edad, que son retirados por la fuerza de
las casas o detenidos por breves períodos. Otras características del modus
operandi fueron la falta de órdenes de aprehensión o información a
las personas detenidas de las razones de su detención. Las fuerzas de seguridad
utilizaron la violencia durante las detenciones.
Uno de los testimonios
recogidos por los investigadores fue el de Gregory Hinds, quien relató cómo
funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) usaron
una celda para cometer actos de violencia contra los detenidos. En una
ocasión, presenció cómo funcionarios golpearon severamente a tres
adolescentes.
Un adolescente
superviviente contó a la prensa que unos soldados le desnudaron y le golpearon
con la culata de un rifle, antes de colgarle del techo de sus brazos e
interrogarle sobre las bandas. Declaró: “Me dijeron: vamos a jugar un pequeño
juego […]. Se llama electrocución”. Le administraron choques en el abdomen, el
cuello, el pene, las nalgas, la espalda, las manos: “Sentí como si mis
tímpanos fueran a explotar”.
La orfandad siempre es
dura y cuando es producto de una ejecución arbitraria genera una
atribución de culpabilidad, impotencia ante la impunidad, deseos de venganza.
Muchas veces, estos
niños no tienen quien se ocupe de ellos.“En el mejor de los casos, se mudan con
parientes. El peor, a la calle. El aumento de muertes de proveedores
del hogar también podría tener relación con el incremento de los niños en
situación de calle”. Óscar Misle, Cecodap.
Constituye un problema
de salud pública que impacta la vida de miles de niños y adolescentes. No solo
individualmente, sino comunitaria y nacionalmente, y se inscribe dentro de una
espiral de violencia.
La muerte de un padre
que es el principal y/o único proveedor trastoca aún más la vida de una familia
y del niño en particular (alimentación, escolaridad, nivel de vida,
emocionalidad), agravado por el contexto socioeconómico de Venezuela.
Muchos de los niños
huérfanos tienen que vivir otro duelo: mudarse a la vivienda de algún familiar
que asume su cuidado. Pierden no solo su casa, sus amigos, su entorno conocido.
Incluso la escuela que le quedaba cerca de su casa.
Muchos se ven obligados
a dejar la escuela para conseguir recursos y adoptar estrategias de
sobrevivencia, desde el bachaqueo hasta el microtráfico de drogas y explotación
sexual. Se ve afectada su salud mental, su rendimiento escolar y diferentes
facetas de su vida.
24-09-20
https://efectococuyo.com/opinion/el-dolor-de-los-ninos-no-prescribe/
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