Por Gioconda Cunto de San Blas
Escribo estas líneas el
15 de septiembre, Día Internacional de la Democracia. Escribo desde mi patria,
Venezuela, esa que a partir de 1958 y por 40 años comenzó a trajinar el sendero
de la democracia, hasta que se nos hizo rutina y olvidamos que sus enemigos
seguían al acecho. Escribo desde esta Venezuela que sirvió de refugio a tantos
europeos y latinoamericanos aventados de sus tierras por dictaduras férreas,
esa Venezuela que con generosidad extendió sus manos a tantos exiliados y que
hoy, deshilachada, es un punto de fuga hacia horizontes más prósperos, libres y
democráticos.
No ha sido solo en
Venezuela donde la democracia ha retrocedido. Una revisión desapasionada del tema nos
señala que hacia finales del siglo XX la democracia fue un concepto ampliamente
aceptado como sistema de gobierno, en contraste con la erosión democrática
o autocratización que ha venido ocurriendo en la segunda década del
siglo XXI, más en los últimos 4 años que en los 40 anteriores.
Los movimientos
populistas o nacionalistas surgidos en las últimas dos décadas atentan contra
la legitimidad de los gobiernos democráticos, no por transiciones abruptas
hacia la dictadura sino por andaduras más sutiles hacia la autocracia, a través
de la erosión de instituciones inicialmente democráticas.
Así las cosas, muchos
líderes electos democráticamente, por ejemplo, los jefes de gobierno de los
Estados Unidos e India, las dos democracias más grandes del mundo, o el del
Reino Unido, de larga tradición democrática, se muestran hoy en día más
dispuestos a romper las salvaguardas institucionales en aras de imponer sus
propias agendas populistas.
Tal el caso de Donald
Trump, torpedeando la versión postal de las elecciones del próximo 3 de
noviembre y planteando desde ya su negativa a reconocer el triunfo del adversario,
de darse el caso. Su mirada benevolente a las dictaduras china y norcoreana o
al autoritarismo de los gobiernos turco y egipcio, hace que sus ataques a los
gobiernos de Venezuela e Irán suenen como actos de ocasión para las
galerías, más que defensa de la democracia como principio.
Mientras, Boris Johnson
desde Londres intenta burlar los acuerdos del Brexit con la Unión Europea, al
tiempo que el gobierno de la India se ha montado sobre una agenda nacionalista
hindú que está horadando los derechos civiles y políticos de la población musulmana.
En Myanmar (Birmania), Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz 1991, ahora
como primera ministra ha tolerado la «limpieza étnica» de la minoría musulmana
Rohinyá a manos del ejército birmano, actitud que le ha significado el
retiro de muchos galardones recibidos en su pasado como luchadora por los
derechos humanos de su pueblo.
Usando la pandemia de
la covid-19 como excusa y a guisa de llevar un rastreo de la población
infectada, el gobierno chino ha impuesto controles cibernéticos a la población
a partir de sus teléfonos celulares, tarjetas de crédito y sistemas masivos de
reconocimiento facial, por vía de sofisticadas tecnologías e inteligencia
artificial, sin que los sujetos de la acción estén conscientes de ser
vigilados. La distopía del “mundo feliz” de Huxley hecha realidad.
Freedom House, organización que desde 1972
mide el estado de los derechos políticos y libertades civiles en todos los
países del mundo, nos indica en su edición 2020 que 2019 fue el 14º año
consecutivo de declinación de la libertad alrededor del mundo.
Comparando los datos de
2018 y 2019, Freedom House señala que 64 países sufrieron deterioros en sus
derechos políticos y libertades cívicas, mientras que solo 37 experimentaron
mejoras. Usando una escala de 1 a 100, Corea del Norte y los países
escandinavos marcan los extremos, respectivamente.
Uruguay (98) y Costa
Rica (91) tienen las democracias más sólidas en el hemisferio occidental; por
el contrario, Venezuela con 16 puntos y Cuba con 14 fueron los países con peor
desempeño democrático en la región.
No es coincidencia que
estos dos países estén apareados en el fondo del ranking, habida cuenta de la
vergonzosa sumisión de los dos últimos gobernantes venezolanos al vetusto
régimen de la isla caribeña, que por 61 años ha sometido a su pueblo a una
implacable dictadura.
Quienes vivimos gran
parte de nuestra vida adulta en Venezuela en el período 1958-1998 podemos dar
fe de que mal que bien, nos habíamos embarcado en un desarrollo como nunca
antes en nuestra historia, aparejado con libertades políticas y civiles que
dimos por establecidas, sin percatarnos de que la democracia y la libertad
ganadas a punta de luchas y sangre a mediados del siglo XX eran flores
delicadas que requerían de un permanente cuidado para no perderlas.
“La democracia es un
valor universal”, ha dicho Amartya Sen, Premio Nobel en Economía 1998, tanto
así que aquí estamos, luego de 21 años, luchando por rescatarla.
17-09-20
https://talcualdigital.com/democracia-bajo-asalto-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
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