Milagros Socorro 01 de octubre
@MilagrosSocorro
A
62 años de haberse suscrito, en la residencia de los Caldera, el acuerdo de los
partidos políticos de 1958 parece cobrar nueva vigencia. “Para la vuelta a la
democracia y a la reconstrucción de Venezuela, será necesaria una
reactualización del Pacto de Puntofijo, sobre todo de su espíritu de unidad,
esta vez orientado a una unidad nacional de todos los partidos y organizaciones
que aspiren al fin de la tragedia que vive Venezuela”, enfatiza Andrés Caldera
Pietri, hijo de uno de aquellos firmantes.
La constante denigración del Pacto de
Puntofijo, mantenida por el chavismo desde el año 1992, cuando Hugo Chávez
intentó un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Carlos Andrés
Pérez, ha desdibujado lo que fue aquel acuerdo, sellado a las puertas de
una nueva institucionalidad en Venezuela.
Desdibujado, decimos, no invalidado del todo, porque todavía persiste un
rescoldo de la memoria democrática, que orienta a los más jóvenes
respecto de lo que fue aquella singular alianza.
-Los nueve firmantes del Pacto -explica Andrés
Caldera Pietri, directivo de la Biblioteca Rafael Caldera- entendieron que
debían apartar sus diferencias y encontrar puntos de coincidencia por el bien
del país. Eran ellos: Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel
López Rivas, por URD; Pedro del Corral, Lorenzo
Fernández y Rafael Caldera, por Copei; y Rómulo
Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios,
por AD, todos nacidos en tiempos de la dictadura de Gómez,
que habían escuchado de sus padres los horrores de la Guerra Federal (siglo
XIX), y que se habían empeñado en darle a Venezuela un régimen
civilizado y democrático, después de haberse combatido duramente (1945-1948) y
sufrir una nueva dictadura militar (1948-1958).
“Los firmantes del Pacto de Puntofijo”, sigue Caldera
Pietri, “se propusieron elevar el debate político, respetando
las diferencias entre ellos y garantizando la representación de las
minorías en el Congreso Nacional. Se hicieron iguales ante la ley,
propiciando una cultura de austeridad y servicio en el ejercicio del
poder y la función pública, de responsabilidad de los
partidos de ser intérpretes de los sentimientos de las mayorías, así como de
mantener viva la fe en la democracia. Nos enseñaron que la
democracia hay que defenderla todos los días, porque son muchos quienes todavía
viven de la tradición autoritaria de imponer sus ideas. En 1999, cometimos el
error de permitir que se rompiera el hilo constitucional y
darle a un solo hombre el poder para que, con su Constituyente, 96% monocolor,
comenzara la destrucción de nuestra institucionalidad”.
Una hermosa perspectiva desde San Felipe
El Pacto de Puntofijo fue un acuerdo
de gobernabilidad entre los partidos políticos AD, Copei y URD,
el 31 de octubre de 1958, esto, a pocos meses del derrocamiento del dictador
Marcos Pérez Jiménez y a semanas de las elecciones, que
tendrían lugar en diciembre de ese año. La fecha es fundamental para captar el
espíritu de aquel convenio, en un país que ignoraba los rituales democráticos
porque apenas si los había practicado. El solo hecho de pactar, de coincidir
con los adversarios, ya era una novedad en aquel paisaje todavía erizado de
bayonetas. Los firmantes pensaron que, para abonar a la sostenibilidad de
la recién nacida democracia, era necesario amarrar una
participación equitativa de todos los partidos en el gabinete de quien ganara
las elecciones, (dejando fuera al Partido Comunista de Venezuela y a los
perezjimenistas).
Y se llama así no porque fuera acordado en la
población falconiana del mismo nombre, sino porque empezó su andadura en la
quinta Puntofijo, propiedad de Rafael Caldera (San Felipe,
1916 – Caracas, 2009) y su esposa Alicia Pietri (Caracas, 1923
– 2011), ubicada en Sabana Grande.
-¿Quién diseñó la quinta Puntofijo?
-El arquitecto fue Alfredo Rodríguez Delfino -dice Andrés
Caldera– y la construyó su empresa Técnica Constructora, en un terreno
ubicado en la 2ª Transversal de las Delicias de Sabana Grande -hoy
Francisco Solano López-, frente al famoso Restaurante Urrutia. El terreno fue
regalo de mi abuelo, Tomás Liscano, a mi padre, RC (Rafael
Caldera), cuando se comprometió con Alicia, un año antes del
matrimonio; y ellos financiaron la obra con un crédito de La
Previsora.
-¿Tenía alguna particularidad, jardín, árboles,…?
-La casa era de construcción muy simple, sin lujos, de
dos pisos, la parte social abajo (sala, comedor, cocina, patio, etc.) y los
cuartos arriba, incluyendo el estudio de RC. Adelante tenía un pequeño jardín y
atrás un corral propio de las casas de entonces donde RC hizo construir una
réplica de la gruta de la Virgen de Lourdes, en honor a Alicia, ex
alumna tarbesiana. Teníamos gallinas, pavos, patos y animales de todo tipo, que
le regalaban a RC en sus giras al interior. Llegó a haber hasta una danta y un
pequeño caimán. De una y otro tuvieron que salir. Del caimancito, cuando dio
muestra de convertirse en caimán y de la danta, porque tomaba 13 litros de
leche diarios. A mi madre le encantaban los perros, loros y canarios. La casa
la estrenaron ellos por una semana, recién casados, en agosto de 1941, antes de
zarpar en el barco que los llevaría de luna de miel por Estados Unidos y Canadá.
-¿Quién le puso ese nombre?
-RC lo propuso y Alicia estuvo de acuerdo. Así se
llamaba el sitio más alto de la carretera entre San Felipe y Nirgua,
que a él le encantaba por la belleza de su vista.
-¿Por qué la reunión se hizo ahí y no en otra parte?
-Mi padre había estado quebrantado de salud, por una
fuerte gripe que contrajo en una gira a Maracaibo, y le hicieron la
deferencia de reunirse en su casa.
-¿Cuáles son los antecedentes del Pacto de Puntofijo?
-Cuando Betancourt, Villalba y Caldera se
encuentran en Nueva York, en enero de 1958, hacen un especie de mea
culpa por los errores fruto del sectarismo y de la violenta lucha política,
preludio a la dictadura militar que les haría padecer cárceles y exilio.
Se propusieron, entonces, buscar una fórmula de candidato único, que a su
regreso a Venezuela y tras meses de “mesas redondas”, no fue posible lograr. En
momento de profunda preocupación, por encaminarse a unas elecciones con
candidatos separados y poder caer en una lucha electoral encarnizada que
amenazara con romper la unidad, surgió la idea de firmar un documento que los
comprometiera ante el país: A despersonalizar el debate; erradicar la violencia
interpartidista del debate electoral; respetar el resultado de
las elecciones y sumar todos sus votos como
si se tratara de un plebiscito contra la tiranía y a favor del régimen
constitucional; suscribir un programa mínimo común para el primer período de
gobierno, fuera quien fuere el ganador; excluir el monopartidismo y constituir
un gobierno unitario con el propósito de defender a la naciente democracia ante
las arremetidas que vendrían… y que vinieron.
-¿Cuál es la valoración histórica que se ha hecho del
Pacto de Puntofijo?
-Para nosotros, los demócratas, es el
acuerdo que permitió el período de mayor crecimiento y ascenso social en toda
nuestra historia republicana. Fue ejemplo para los Pactos de la Moncloa
en España (1977) y de la Concertación en Chile (1990).
El Pacto de Puntofijo abarcaba el primer período de la democracia y
fue cumplido fielmente por Copei y Caldera hasta el final. Su espíritu, que se
invocó muchas veces a lo largo de los 40 años de democracia, aludía
a la búsqueda de entendimiento entre los partidos, a llamar al deber común, por
encima de rivalidades grupales, en bien del país. En fin, son muchas las
lecciones que podemos extraer de los aciertos y errores de esos 40 años
(1958-1998) que inspiró el Pacto de Puntofijo. Invito a
descubrirlas en www.rafaelcaldera.com.
Y de sus detractores no hablo, porque tenemos veinte años escuchándoles sus
mentiras respecto de la historia de Venezuela.
-A estas alturas, ¿le concede usted alguna vigencia?
-Más que nunca. Para la vuelta a la democracia y a
la reconstrucción de Venezuela, será necesaria una reactualización
del Pacto de Puntofijo, sobre todo de su espíritu de unidad,
esta vez orientado a una unidad nacional de todos los partidos
y organizaciones que aspiren al fin de la tragedia que vive Venezuela, y a la
instauración de una nueva era de democracia, libertades y oportunidades para
todos.
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