César Pérez Vivas 30 de noviembre de 2020
@CesarPerezVivas
Este fin de semana, el domingo 6, tendrá lugar la
concreción del fraude programado por el régimen para instalar su nueva
asamblea, para así sustituir la elegida legalmente en 2015, y de esa forma
cerrar la también ilegítima constituyente.
Es el mecanismo diseñado para continuar usurpando la
institución parlamentaria, órgano representativo de la rama legislativa del
Poder Público, de la misma forma que ya usurpan el resto de los poderes del
estado venezolano.
La cúpula roja piensa que armando todo el conjunto de
vulgares y protuberantes fraudes a la constitución, y a la más elemental regla
de convivencia civilizada, podrá exhibir un parlamento respetado y respetable.
Piensan que son menos autócratas adelantando ese conjunto de maniobras
(confiscación de las tarjetas de los partidos, designación de un CNE sumiso,
incremento del número de diputados, cambio a destiempo de las normas
electorales, negación del secreto del voto a los indígenas y del derecho al
sufragio a los venezolanos en el exterior, censura de prensa, uso y abuso de
los bienes públicos en la campaña, etc.) que con el hurto puro y simple de los
curules.
A los revolucionarios rojos les atrae la simulación y
la manipulación en el ejercicio del poder. Con esas formas logran engañar a
sectores de la trasnochada izquierda mundial que aún les creen el cuento, de
que ellos encarnan “la democracia participativa y protagónica”.
Frente a tan burdo proceso la respuesta de nuestra
sociedad debe ser el vacío. Este 6 de Diciembre debe ocurrir en Venezuela un
gran vacío. Una jornada de protesta caracterizada por el desprecio que nos
merece esa forma de adelantar una política oscura y nauseabunda. Solo
dejándolos solos, con sus colaboradores e ingenuos participantes, el mundo
podrá apreciar nuestro rechazado a tamaño atrevimiento y desvergüenza.
La
dictadura no dejó una rendija por donde canalizar un voto de protesta. O la
oportunidad de participar a quienes en serio buscamos el cambio político. Cerró
todas las ventanas a la participación democrática y sólo permitió la presencia
fraccionada de los sectores que decidieron acordarse con ellos.
Ese vacío es un repudio al fraude y al régimen
criminal que usurpa el poder. No es un rechazo al voto como instrumento
decisorio en la vida política.
Los demócratas en general, y los demócrata cristianos
en particular, somos fervientes y entusiastas partidarios del voto. Creemos en
él, como el arma más poderosa para producir los cambios políticos en una nación.
Valoramos el sufragio como el logro de una sociedad civilizada.
Pero una cosa es el voto libremente emitido, sin
engaño, ni presión, y otra cosa es el remedo, la caricatura, en que la
dictadura del militarismo marxista venezolano ha convertido una institución tan
importante.
El 6D no habrá sufragio. No se podrá elegir. Solo
habrá un evento de simulación. Habrá un teatro bufo para darle un barniz
democrático a la confiscación del poder nacional.
No acudimos porque no podemos avalar tamaño
despropósito. Ni siquiera es útil para canalizar y hacer evidente nuestra
fuerza política, y poder desde el fraude mismo impulsar una acción política de
legitimación al sistema.
Esta forma de protesta al fraude del 6D, no es ni
permanente ni única.
La dinámica política y las circunstancias que se presenten, pueden llevarnos a
cambios tácticos, como participar en eventos de otro alcance, donde las
circunstancias sean menos gravosas que las surgidas en esta ocasión, o en una
coyuntura que permitía encausar, en una sola dirección, la fuerza y la
determinación de nuestra sociedad para cambiar este régimen.
El gran vacío para el 6D se complementa con la
participación en la consulta popular que comenzará al día siguiente de la
consumación del fraude.
En efecto del 7 al 12 de Diciembre tendrá lugar la
consulta popular. Iniciativa de la sociedad civil que nuestra Asamblea Nacional
acogió favorablemente. Se trata de tomar la herramienta consagrada en el
artículo 70 de la vigente constitución para adelantar un ejercicio de
ciudadanía, y así atender el llamado de la Conferencia Episcopal Venezolana, de
que “no basta con la simple abstención”. Y ciertamente la protestas ciudadana
frente a la tragedia nacional debe ser más amplia e intensa.
Es una respuesta pacifica y constitucional de una
sociedad desarmada, frente al soberbio y abusivo poder de las armas convertidas
en guardianes de una camarilla. Una oportunidad para reafirmar nuestro rechazo
espiritual y material a un sistema profundamente inmoral y opresor.
La tragedia nacional ha limitado material y
emocionalmente la recia protesta adelantada por la sociedad venezolana frente
al militarismo comunista. La cúpula usurpadora desea una rendición total de
nuestro pueblo para hacer efectivo su impúdico mensaje de una “revolución para
siempre”. Se han creído en serio la idea de que Venezuela es su hacienda particular.
Se sienten dueños de vidas y bienes. No respetan derechos de nadie. Solo ellos,
los miembros de la camarilla criminal, y sus agentes pueden ejercer la
representación nacional y el poder político. Conceptos como democracia,
alternabilidad, derechos humanos y desarrollo humano les importan nada. La
consulta es una oportunidad para ratificar nuevamente nuestra adhesión a los
valores confiscados.
César
Pérez Vivas
@CesarPerezVivas
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