Juan Guerrero 04 de febrero de 2021
@camilodeasis
Las diversas invasiones que el ejército
cubano-castrista ha ejecutado desde inicios de 1960, tanto en África como en
países latinoamericanos, son muestra de la barbarie palpable del denominado
hipócritamente, ‘internacionalismo militar’ o fraternidad, o hermandad
socialista. Ejemplo palpable de ocupación bárbara, por más de 15 años, es lo
ocurrido en Angola, donde el ejército de ocupación cubano-castrista incendió
una iglesia católica, ejecutó al sacerdote y los feligreses, luego, todo el
mobiliario de madera, bancos, cruces y santos, fue usado para cocinarle a los
soldados invasores y festejar la matanza.
Similares actos de barbarie ejecutaron las fuerzas
militares de ocupación cubano castristas, en Etiopía, Siria, Argelia, Guinea, y
todos aquellos países donde la presencia de los ‘internacionalistas’
cubano-castristas ha sido documentada por investigadores independientes. En
América Latina la presencia de esta barbarie siempre se ha solapado con el
fantasma del ‘imperialismo norteamericano y sus lacayos’, propaganda que ha
servido para ocultar la presencia armada de las fuerzas regulares castristas,
en Bolivia, Nicaragua, Dominicana, Panamá, Chile, y en dos oportunidades en Venezuela.
En este último país, la ocupación cubano-castrista se
realizó a partir de un plan que incluyó, tanto a políticos, empresarios,
financistas, académicos, intelectuales, periodistas, como a militares del
propio país. Porque los ciudadanos son quienes tienen menos responsabilidad en
la ocupación que desde hace poco más de 20 años, disfrazados de enfermeras,
masajistas, asesores deportivos, culturales, militares, entre otros, realizaron
para lograr finalmente, ocupar todo un país con la excusa de realizar
actividades de ayuda humanitaria.
Una pequeña muestra de la barbarie cubano-castrista en
Venezuela, es la planificación, construcción y la ejecución posterior de los
centros de tortura, como ese sitio de terror llamado La tumba, dirigido
inicialmente por un oficial venezolano, Miguel Rodríguez Torres, bajo asesoría
de la ‘inteligencia’ cubana. La ‘formación y prácticas de tortura’, sobre todo
psicológicas, son copia fiel de las antiguas usadas en Cuba, a la vez,
heredadas de la URSS y la Alemania nazi (nacional socialista).
La presencia de esta gigantesca fuerza de ocupación
militar cubano-castrista en Venezuela, que en su tiempo Chávez, en un Aló
presidente, indicó en más de treinta mil internacionalistas, ha dado sus claros
y crueles resultados: una población que alcanza poco más de 96% en situación de
pobreza, de ese porcentaje, el 80% se encuentra en pobreza extrema. La
estructura administrativa del Estado, total y absolutamente desarticulada. La
industria pesada nacional, con su empresa emblemática, PDVSA, destruida,
saqueada y sin capacidad tecnológica para competir en el mercado internacional,
igual ocurre con las industrias siderúrgica, hierro, aluminio, carbón,
petroquímica. La estructura financiera nacional, con el signo monetario, el
bolívar, en la más profunda crisis monetaria, poco más de 140 mil kilómetros
cuadros (el Esequibo) de territorio en riesgo de perderse, los sistemas
sociosanitario, educativo, cultural, deportivo, en franco deterioro y
desarticulados.
La
ocupación de las fuerzas militares cubano-castristas, con la anuencia de
empresarios, políticos oficialistas y de oposición, militares, académicos e
intelectuales venezolanos, ha significado un claro, evidente y notorio retroceso
en los procesos de modernización de la sociedad y es un claro peligro para la
plena vigencia de la República y el Estado de Derecho como unidad histórica y
cultural.
La realidad no puede ocultarse y se muestra en la
inexistencia de construcciones a lo largo y ancho del país. En poco más de 20
años de presencia efectiva del llamado socialismo del siglo XXI y del
‘internacionalismo’ cubano-castrista, asoman apenas dos edificaciones: el
segundo puente sobre el río Orinoco, en Guayana, y la reconstrucción del
Viaducto en la autopista Caracas-La Guaira. De resto, solo enfermedades que
habían sido erradicadas, vuelven como señales de atraso y penuria de una
presencia cruel y bárbara extrajera, con la anuencia de traidores nacionales:
tuberculosis, malaria, cólera, lepra, difteria, sarampión, sarna, junto con la
desnutrición infantil, es lo que deja la presencia del ‘internacionalismo’
cubano-castrista en Venezuela.
Difícil será levantar una sociedad mal acostumbrada a
la vida parasitaria, a la holgazanería, a realzar la pobreza material,
intelectual, espiritual como forma de vida. Un proceso acentuado de exaltación
de toda forma de violencia, civil y militar, resulta muy cuesta arriba superar
en un territorio dominado por el totalitarismo de militares y civiles, por
hampones y pillos que se disfrazan de humanistas, de progresistas y a su vez,
usan estrategias populistas para crear odio, resentimiento y hundir en la
ignorancia a millones de seres humanos.
En nombre del socialismo, del comunismo, del
populismo, el ejército de ocupación cubano-castrista invadió un país,
Venezuela, y sigue, disfrazado de ‘internacionalismo y hermandad’ diezmando a
toda una sociedad, aniquilando su historia, sus valores, principios y toda
forma de progreso. Es la neo esclavitud en pleno siglo XXI y ante la mirada,
unas veces cómplice, otras veces ingenua, pero siempre hipócrita, de quienes se
dicen defender la democracia y la libertad.
Resistir, insistir y seguir defendiendo lo más sagrado
que nos queda: nuestra historia, nuestra cultura, nuestro idioma, nuestras
creencias y principios, apoyando todo movimiento que impulse la libertad, todo
grupo cultural con iniciativas de producción y difusión del arte y la
literatura. Ahí somos invencibles y eternos.
Juan Guerrero
@camilodeasis
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