Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 16 de noviembre de 2011
Además
del problema de las grietas y fisuras que se han venido presentando
recurrentemente en obras de construcción de casas o apartamentos para la Gran
Misión Vivienda Venezuela, tan significativas como Ciudad Caribia, la Torre
Nueva Caracas en catia, los urbanismos San Ignacio I en el estado Miranda y
Parque Vidoño en el estado Anzoátegui, etc., es muy probable esperar que algo
semejante ocurra en los edificios que se levantan en los alrededores de la
Avenida Libertador y en el resto del país. Ojalá que no sea así; sin embargo la
aventura de improvisar, siempre pasa factura. Y decimos esto porque comienza a
mostrarse evidencia de que los materiales de construcción, específicamente los
bloques de arcilla y de cemento, no tienen la consistencia exigida por las
normas y ello complicará la solidez de dichas edificaciones.
En
efecto, la planta Venproinco, dirigida por Karla Fermín, empresa mixta
venezolano-belarús, ubicada en Guatire, la más grande de Latinoamérica en su
tipo, dedicada a producir bloques de arcilla de 15 cm de espesor, presenta una
falla estructural en los productos que fabrica; en efecto, los bloques carecen
de la resistencia requerida, debido a que por un error de diseño, los molinos
de la maquinaria francesa que se compró tienen una entrada que no se adapta a
la granulometría de la arcilla que se encuentra en las minas contiguas ubicadas
en Guatire, y por causas que desconocemos no se ha buscado procesar arcilla de
otras partes del país que pudieran adaptarse mejor a la maquinaria. Por esta
razón el bloque que se produce se rompe fácilmente separándose “tipo hojilla”
porque tiene una resistencia menor al bloque artesanal que se fabrica en las
bloqueras privadas de cualquier zona del
país. Con estos ladrillos se están haciendo las fachadas y la división entre
apartamentos de los edificios de la GMVV en Caracas y Miranda. Para las paredes
internas de los apartamentos se usan bloques artesanales de 10 cm de espesor.
Paradójicamente, entonces, las paredes internas de estos edificios terminaron
teniendo más resistencia que las fachadas. Un transeúnte detallista, puede
observar como se están cayendo los frisos en varios de los edificios de la Av.
Libertador. Eso puede obedecer al problema de los bloques, en el mejor de los
casos, o aun problema mayor que no conocemos.
En
el Oriente del país Pdvsa compra el bloque de cemento en Bs. 2,80, ni medio
más. Esta propuesta de adquisición es vil, pues no toma en cuenta que los
costos de fabricar un bloque de cemento de buena calidad ronda los Bs. 3,60,
por lo que las bloqueras no pueden vender un producto a pérdida; sin embargo
fabricantes inescrupulosos aceptan el precio ofertado por la estatal petrolera,
pero como ellos no van a perder en la operación, hacen el bloque con menos
cantidad de materia prima (cemento, arena y arrocillo), con lo cual la
resistencia es menor. En esa “relación” gana el gobierno y gana el productor,
pero pierde el ciudadano a quien se le adjudicará la precaria vivienda en la
que malvivirá hasta que el tiempo exponga las inconsistencias de su morada.
Lamentablemente
los adjudicatarios de hoy que celebraron ruidosamente su fortuna, son elegibles
para engrosar nuevamente la fila de los damnificados, reiniciando un círculo
perverso que los venezolanos pobres no merecen.
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