Por Oscar Lucien,
23/11/2012
Cuando encendí el televisor la rueda de prensa estaba por concluir. Los denunciantes respondían inquietudes de algunos reporteros e insistían en la gravedad del delito que, presuntamente, habría cometido Globovisión. En el instante no logré entender las referencias a Harry Potter, su relación con la cadena presidencial, la intencionalidad camuflada del canal, el alcance del "plan desestabilizador". No sé nada de la saga de Potter, pero por algún afiche que he visto asumí que algo tenía que ver con la magia y me iluminó la curiosa asociación: Giordani, inflación, ciencia oculta, Harry Potter. La excitada actitud de los declarantes, miembros de ONG oficialistas (espléndido oxímoron), dejaba entender una intencionalidad subliminal en la interrupción de la cadena del comediante presidente Chávez. Pude atar todo el asunto con la pregunta del periodista que cerraba la rueda de prensa: el jueves 15, el canal Globovisión interfirió la transmisión de la cadena durante tres segundos. De inmediato me oí repitiendo una exclamación usual en mi vecina ante alguna tremendura de su hijo adolescente: hello! Mil uno, mil dos, mil tres. Tiempo transcurrido: tres segundos.
La precisión es relativa porque dependerá de la cadencia métrica del signo ortográfico. Singular cronometría la aprendí la primera vez que entré en un laboratorio fotográfico en la temprana juventud y me sigue siendo útil cuando tímidamente exploro la ciudad con mi camarita estenopeica. El lector ajeno a trajines fotográficos puede hacer la prueba, contar mental o en alta voz: mil uno, mil dos, mil tres. Tiempo transcurrido: tres segundos. Un abrir y cerrar de ojos. Pero los representantes de las ONG oficialistas, cuyas identificaciones de "periodismo necesario" o "periodismo por la verdad" son de una extravagancia mayúscula que podríamos valorar como ridículas, advirtieron una conspiración y salieron a denunciarla. Pero lo que de verdad lograron fue recordarnos las trágicas vivencias de los países del socialismo real de la Europa del Este, con sus macabras historias de delaciones, denuncias, persecuciones, suicidios y asesinatos.
Una de las más tristes tragedias de los regímenes totalitarios es la conversión de los ciudadanos en delatores, en el coloquialmente criollo "sapo" que es capaz de denunciar hasta a su propia familia para recibir la mirada benévola y en ocasiones las prebendas del régimen. Quien quiera una breve antología de tales relatos de ignominia puede revisar los archivos públicos de la Stasi, la policía política de la Alemania comunista, curiosamente bautizada como República Democrática Alemana.
Desde las propias instalaciones del Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), el órgano técnico y regulador, las ONG oficialistas denunciaban a Globovisión y exigían la apertura de un procedimiento sancionatorio por la interferencia, que podría esconder un plan desestabilizador. Conatel, parcializándose indebidamente con los denunciantes, les da la plataforma de su espacio institucional e ignora deliberadamente que, a los minutos de ocurrir lo que directivos del canal califican como un error, el vicepresidente de Globovisión se comunicó telefónicamente con el presidente del ente oficial para advertirlo de una falla en las transmisiones, la misma que esa mañana los denunciantes, con una roja euforia de igual roja causa, llevaban a las dimensiones de un plan desestabilizador.
No hay que ser muy ducho en temas legales para saber que para que exista un delito debe existir la intencionalidad y disposición a cometerlo. Si Conatel estaba advertido por el mismo canal de la falta, es difícil no concluir que el show mediático se monta para amedrentar a Globovisión, que la rueda de prensa es parte de un plan de acoso y hostigamiento al canal de noticias que ofrece una de las cada vez más limitadas ventanas a la libertad de expresión que van quedando en Venezuela.
Si algo requiere en nuestro país una intervención firme y desprejuiciada de periodismo independiente es la recuperación de los degradados niveles de procacidad, parcialidad, discriminación y mediocridad en que se encuentran los canales del Estado, devenidos en obscenos órganos de proselitismo y culto a la personalidad de Chávez. Medios que llaman, impropiamente, "sistema nacional de medios públicos". Lo menos que podría hacer un periodismo independiente es velar por el cumplimiento cabal del artículo 108 de la Constitución que obliga al Estado a fundar un sistema público de radiotelevisión.
Pero no, a Conatel y a sus agentes les concierne más una presunta conspiración de Globovisión con Harry Potter. Definitivamente, Globo los tiene locos (bis).
Oscar Lucien es miembro de Ciudadanía Activa
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