Por Gustavo Roosen, 15/11/2012
La controversial
Resolución 058 del Ministerio de Educación, que crea el Consejo Educativo como
autoridad máxima de una unidad educativa, ha generado justificada preocupación
en la comunidad nacional. Se trata de una instancia que saca las decisiones pedagógicas
o administrativas de la competencia de las autoridades naturales el director,
los maestros y la comunidad educativa y las transfiere a un heterogéneo
sistema de consejos y comités.
Las reacciones
generadas desde diversos sectores coinciden en afirmaciones como éstas: la
resolución entorpece el proceso educativo, disminuye la autoridad del director,
no garantiza más calidad ni eficiencia en el proceso educativo, añade funciones
extras a la misión pedagógica de las escuelas y liceos, incorpora en la toma de
decisiones un heterogéneo conjunto de participantes que poco tienen que ver con
el hecho educativo, pervierte incluso el valor de la participación de la
comunidad al complicarla con un número inmanejable de comités. Como ha señalado
Leonardo Carvajal, "atenta contra la misión pedagógica de la escuela,
irrespeta la dignidad profesional de los docentes y directivos".
Si, como se
declara, uno de los objetivos era dotar a las escuelas de un instrumento que
les permitiera ganar en calidad, el camino escogido es claramente equivocado.
Frente a la
tentación de reducir o despojar al director y a los maestros de su autoridad y
de su autonomía en la conducción de la gestión educativa, lo que se impone, en
contraste, es el robustecimiento de su función y de su figura. En esta línea se
inscribe la recomendación 5 ("Nueva gerencia para las escuelas, liceos y
universidades") contenida en el libro Educación para transformar el país
del Centro de Reflexión y Planificación Educativa Foro Cerpe en la cual se
fija como una de las metas imprescindibles el fortalecimiento del director de
escuela como gerente de cuyo liderazgo depende la calidad de la educación.
Partiendo de la
premisa de que el éxito o el fracaso de la acción educativa de una sociedad se
definen en cada escuela y apoyada en la experiencia según la cual al frente de
cada institución educativa eficaz se encuentra siempre un buen director y un
bien formado y estimulado equipo de educadores, la propuesta concluye en la
necesidad de fortalecer la formación del director como gerente y propone, en
concreto, un Programa Nacional de Formación de Directores que tendría como
objetivo prepararlos para además de administrar el presupuesto y el personal
ejercer la gerencia pedagógica, encaminar al equipo docente al logro de
objetivos académicos concretos y medibles y estimular a los padres y a la
comunidad educativa a participar y apoyar los procesos formativos. La formación
del director y el fortalecimiento de su autoridad frenarían el proceso de
debilitamiento que ha venido dándose y que ha hecho de él en muchos casos un
simple administrador de nómina. La Resolución 058 no sólo no le dota de más
autoridad, sino que le deja a merced de un numeroso y complejo grupo de comités
y le asigna funciones ajenas a su función esencial.
El fortalecimiento
de la acción de las escuelas y el apoyo a la gestión de sus directores se
afirman como parte de un proceso de descentralización que reconoce a cada
plantel un controlado pero amplio grado de autonomía en los asuntos administrativos
y pedagógicos y dota a sus autoridades naturales de competencia para elaborar y
aprobar el proyecto pedagógico del plantel, todo en el marco de eficaces
procesos de evaluación y rendición de de cuentas.
Presentada
originalmente como referida sólo a la educación básica, los argumentos en los
que se apoya la Resolución 058 serán, sin duda, esgrimidos mañana para todos
los ámbitos de la educación, distorsionando gravemente la función educativa y
confirmando la amenaza a la autonomía universitaria, como ahora a la autoridad
del director, del maestro y de las familias. Si algo deja en evidencia esta
resolución son sus objetivos políticos. Con ella, no gana la educación,
simplemente se abre una puerta todavía más amplia a la acción partidista
ideologizante.
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