Luis Ugalde 15 de noviembre de 2012
El miedo votó el 7-O y marcó en ambas
direcciones la papeleta de varios millones. En el voto por la reelección hay
mucha adhesión, pero también miedo (cultivado con rumores amenazantes) a perder
beneficios concretos, como la jubilación de mi mamá anciana, el empleo,
la beca de un familiar… o la vivienda en lista. Miedo de pérdidas concretas en
bolívares con rostros de personas queridas. Hay otro más difuso pero más tenaz
y penetrante: el miedo a perder la esperanza: “Chávez nos sacó del olvido y nos
puso en el centro de la política, nos dignificó. No han mejorado las cosas y la
corrupción e inseguridad han empeorado, pero nosotros los pobres no queremos
volver al anonimato”. Emoción y esperanza que hace siete décadas despertó AD.
En el voto opositor hay también miedo
a que nos quiten las libertades y las posibilidades de mejorar con el trabajo
propio y con iniciativas productivas y nos impongan un modelo comunista
(omnímodo poder comunal-estatal) fracasado; miedo por la educación de los hijos
y las oportunidades de una mejor vida para ellos.
Los regímenes que quieren imponer el
totalitarismo y hacer irreversible el comunismo-estatista cultivan el control y
el miedo de los súbditos y lo usan para amenazar. Este miedo fue grande en la
última votación en la que un porcentaje sorprendentemente alto dudaba del
secreto del voto. Hemos visto miedo oculto en gente pobre, pero también en
empresarios y profesionales que acaban de conseguir un buen contrato y no
quieren arriesgarlo.
En la derrota se requiere cabeza fría y
claridad para ver las causas, las fortalezas propias y las del adversario, a
fin de corregir, levantarse y aplicar rápidamente los remedios. Las reacciones
inmaduras de ciertas personas acentúan la debilidad propia y el desánimo, y
fortalecen al adversario. Vemos opositores muy activos en la búsqueda de chivos
expiatorios y en exigir condiciones imposibles, como el voto manual para
diciembre. Sin ello, no debemos votar -dicen-, y premian al gobierno que
quiere todos los gobernadores para sí. Pero hacen falta otras correcciones
contra los abusos y ánimo para votar más y mejor.
Parte de la población antichavista y
algunos dirigentes no parecen convencidos de que el futuro de ellos solo será
bueno si a los pobres de Venezuela les va bien con oportunidades de salud,
buena educación, vivienda, seguridad y empleo productivo. Son aspiraciones
justas y negadas en la realidad actual. Por eso hay prisa gubernamental en
radicalizar y hacer irreversible (eliminar toda oposición) su camino
hacia el modelo dictatorial a la cubana. Modelo que acaba con la
democracia constitucional plural, estanca a los pobres y elimina la mitad del
país constituido por profesionales, trabajadores preparados, inversores,
emprendedores y educadores. En consecuencia, el régimen no puede mejorar la
gestión, ni la productividad necesarias. El gobierno ha concentrado
anticonstitucionalmente casi todos los espacios de poder de dominación y quiere
eliminar todo foco de resistencia. Carente de eficiencia en la respuesta a las
necesidades, se aferra al poder por el poder.
Quienes no ven alternativa
electoral en las actuales condiciones de abuso del poder no proponen ninguna
otra. Algunos con locura llegan a mencionar la guerra. En los últimos 100 años
todos nuestros cambios positivos se han logrado sin guerra; así se extinguió el
gomecismo y fue derrotado Pérez Jiménez, al mes de haber ganado abrumadoramente
su plebiscito dictatorial. Desde hace seis meses la alternativa democrática ha
tenido logros extraordinarios en unidad, claridad y liderazgo, pero
todavía hay millones atrapados por la coacción y el miedo y otros muchos que no
van a renunciar a su esperanza si los demócratas no presentan otra de modo más
convincente. El candidato opositor y muchos otros hicieron un extraordinario
esfuerzo, con notables aciertos para sembrar esperanza y confianza en los más pobres,
pero todavía falta superar el abuso del poder.
Para ganar el corazón de las mayorías
se requiere la convicción de que la alianza social con los más necesitados es
imprescindible para juntos superar la pobreza. Unidos en este reto de la
dignidad y de la conciencia, los demócratas avanzarán con sensatez y tenacidad
remando contra el poder abusivo y la voluntad dictatorial.
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