Perito Agro. Luis
Hidalgo Parisca, 18/11/2012
Boletín 115, AIPOP
La decisión
gubernamental de crear un Estado paralelo conocido como Estado Comunal, el cual
se soporta en un conjunto de leyes aprobadas desde el año 2010 por la Asamblea
Nacional, además de los vicios de inconstitucionalidad ampliamente denunciados
por los especialistas en la materia, presenta una serie de inconsistencias
conceptuales con la idea de empoderar al pueblo organizado que supuestamente es
su objetivo final.
Tres grandes
vicios adicionales a los netamente jurídicos están subsumidos en el andamiaje
legal que sustenta la propuesta comunal: el centralismo, el estatismo y el
partidismo. Todos ellos conducen inexorablemente a acentuar la dependencia y la
minusvalía de los ciudadanos frente al Estado, debido a la concentración del
poder, a la castración de la iniciativa privada y a la consagración de la
discriminación como políticas de Estado.
En el caso
específico del sector agrario, tradicionalmente sensible al paternalismo
estatal, la experiencia sugiere que la implantación del sistema comunal, podría
servir de estimulo para potenciar algunas de las características más negativas
que históricamente han prevalecido en la conducta de gran parte de la población
rural más pobre, entre otras: el conformismo, el fatalismo y el temor a asumir
obligaciones, iniciativas y riesgos, el valor mesiánico que todavía se le
asigna a los caudillos y líderes, la persistencia de una actitud acrítica, la
debilidad del tejido social y el fortalecimiento de los círculos de
intolerancia y desconfianza, la percepción de lo público como una expresión
difusa e intangible que es de todos y, a la vez, es de nadie, la renuncia a la
participación en la adopción de decisiones colectivas y su transferencia a
pequeños grupos conocidos como cúpulas o cogollos, la confusión entre lealtad a
principios y la incondicionalidad a partidos o personas, todo lo cual solo
servirá para facilitar el proceso político de control y dominación sobre esta
población.
Las
experiencias que se conocen en el mundo sobre el establecimiento de sistemas
comunales y de colectivización forzada a nivel agrario son dramáticas: en la
Rusia comunista, la Rusia de los Soviets, la colectivización del trabajo
agrícola en los años 1931 y 1932 significó la muerte por hambre de entre 8 y 10
millones de campesinos rusos. En la República Popular China (Comunista), el
plan económico conocido como el Gran Salto Adelante (1958-1961) fundamentado en
la implantación masiva de las Comunas Agrarias, se tradujo en una hambruna
generalizada en el medio rural que arrojó un total de 40 millones de campesinos
chinos muertos. En ninguna parte del planeta ha funcionado ningún sistema económico
colectivista tutelado por el Estado, ni a nivel industrial, ni comercial, ni
mucho menos rural.
Todo sistema
de vida cotidiana en común o de producción económica colectiva impuesto, que no
cuente con la promoción previa, con la disposición anímica de los involucrados
y su aceptación consciente, libre y voluntaria de hacerlo, estará condenada al
más rotundo fracaso. En Venezuela tenemos la reciente experiencia del Programa
de Cooperativas promovido por este mismo gobierno, que a pesar de ser un modelo
muy diferente y más viable de aplicar, terminó en el fracaso de más de 300.000
de estas unidades económicas, sencillamente porque la gente no conocía lo que
significaba el trabajo cooperativo
Contacto: aipop@aipop.org / www.aipop.org
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