(La ilusión del confort
socialista)
Por Miguel
Méndez Rodulfo, 22/11/2012
En nuestro recorrido era evidente en varias fachadas, por el
rastro en la pared, que se había sustituido el plycem por bloques de arcilla,
para evitar que se repitiera el caso de junio. Los vecinos contaron que estos
trabajos se hicieron luego de muchas presiones contra el gobierno, y se
efectuaron con las familias dentro del apartamento.
La pregunta que cabe es: ¿resistirá la estructura diseñada para
soportar el plycem el nuevo peso de los bloques de arcilla, cuando haya un
movimiento sísmico?
Por otra parte sería bueno preguntarse ¿quién ordenó colocar este
material en las paredes externas? Porque ello constituye claramente una estafa
y hubo que asumir montos adicionales para corregir el error, con lo cual la
obra aumentó sus costos. El Dry Wall colocado en los baños, que la gente
también reclama que lo quiten, igualmente configura una estafa.
Conversando hace un tiempo con un constructor amigo, me decía que
gente conocida de él trabajaba en Ciudad Caribia y que los casos de doble
facturación, o de facturación sin que se realizara trabajo alguno, eran cosa
común
Por lo que se puede observar
en las fotos de diferentes medios de comunicación, la estructura de acero no
está rigidizada, es decir, no cuenta con las diagonales de acero (ver foto
anterior). Dada la Falla de Tacagua, esta carencia coloca a los residentes de
Ciudad Caribia en situación de alta vulnerabilidad.
El referido café, que es una especie de franquicia de una empresa
estatal, ocupa la parte baja de un edificio en el cual se encuentra también un
local que vende cacao, de otra empresa socialista. Ambos negocios agradables,
con sillas y mesas para conversar y disfrutar de sus sabrosos productos.
Llega la ley,
pero hay denuncia
Cuando sentados intercambiábamos impresiones sobre lo visto hasta
el momento y degustábamos chocolates y cafés, se acercaron 3 agentes de la
Policía Nacional Bolivariana, alertados por el Consejo Comunal (los motorizados
que rondaban), nos pidieron nuestros papeles de identidad y le solicitaron al
periodista que los acompañara a la comisaría. En tanto, decidimos irnos hacia
el vehículo porque era evidente que nos conminaban a marcharnos.
Eso hacíamos cuando en el edificio 29, torre “B”, le pregunté a un
vecino asomado a su ventana, si todo estaba bien. De inmediato me respondió que
no, y nos invitó a subir a su apartamento.
Nos acercamos y el hombre muy molesto nos contó que su apartamento
estaba lleno de grietas: de hecho nos llevó al baño y nos señaló las fisuras
formadas en la esquina donde se juntan las paredes.
En los cuartos nos mostró las grietas que iban de arriba abajo en
las paredes externas.
Es de aclarar que en todos los cuartos había grietas, ubicadas en la
parte interna de las paredes que exteriormente son la fachada del edificio. El
gobierno ha tapado las ranuras por las protestas de los residentes, pero éstas se
vuelven a formar.
Nos comentó indignado el vecino que cuando llueve (cosa que ocurre
con frecuencia en ese paraje montañoso) el agua corre por la parte interna de
las paredes frontales desde el techo hacia el piso. Nos decía que una película
de agua se deslizaba por las paredes de los cuartos e inundaba el apartamento.
Nos hizo asomarnos por su ventana y pudimos constatar, viendo el apartamento de
abajo, que había una separación entre la pared y una placa ornamental colocada
encima, cosa que hace que cuando el agua de lluvia se deslice por el frontal
del edificio encuentre esa ranura y corra hacia el interior de los
apartamentos.
También el vecino nos señaló el deterioro de los muebles de su recibo,
no por el uso que hubiesen tenido, que es de menos de un año, sino por la mala
calidad de su fabricación. Por otra parte se quejaba de estar desempleado y de
que no conseguía laborar en ninguna de las empresas que construyen los edificios.
Denunciaba que esas compañías sólo tenían 5 empleados fijos, mientras que todos
los demás eran tercerizados, práctica que el gobierno critica cuando la ejecuta
el sector privado en sus propios negocios, pero que se hace de la vista gorda
cuando se trata de obras públicas.
Cuando bajábamos para irnos ya un grupo de vecinos sabía que
andaba la prensa haciendo su trabajo y solicitaban que fuéramos también a su
apartamento. Reclamaban que se les cambiase el Dry Wall de los baños porque esas
paredes se estaban pudriendo. Quisimos visitarlos, pero en ese momento
regresaba el periodista acompañado de un policía. El agente del orden se
dirigió a los vecinos para señalarles la inconveniencia de hablar con nosotros,
cosa que fue ruidosamente protestaba por la gente, por lo que decidieron no
hacerle caso y se prestaban a ser entrevistados y hacernos pasar a sus hogares;
sin embargo, el problema era nuestra propia seguridad, por lo que decidimos no
hacer las visitas.
Para evitar que nos confiscaran la cámara, como amenazó la
policía, o que nos retuvieran saliendo, decidimos irnos, con lo que pusimos
punto final a nuestra azarosa visita a la joya emblemática de la Gran Misión
Vivienda Venezuela.
Conclusiones
¿Solución para
muchos?
Los residentes de Ciudad Caribia no pagaron nada por su vivienda,
ni por los muebles con que equiparon sus hogares. Tienen sistema de televisión
por cable a un costo subsidiado, al igual que los servicios de transporte, agua,
luz, aseo urbano, teléfono e internet. La provisión de comida es subsidiada por
el Mercal que medio funciona. Los
servicios de salud y educación son gratuitos. Como vimos les obsequian
instrumentos musicales y por supuesto útiles y uniformes escolares y deportivos.
No criticamos estas subvenciones ya que se favoreció a una cantidad de
venezolanos que lo perdieron todo y que tenían al menos año y medio viviendo en
condiciones inhumanas en refugios improvisados.
Hasta ahora se han favorecido 1.500 familias de un total de 30.000
que eran las que las estadísticas oficiales señalaban como recluidas en los
refugios del país. ¿Qué va a pasar con las 28.500 restantes que quedan? No
creemos que para ellas haya una solución como la que se ofreció a los actuales
residentes, aunque la obra sigue su marcha, más lenta por supuesto, pasada la
euforia electoral y agotada la caja del gobierno. Pensamos que pocas familias
se mudarán a este entorno en los próximos meses y que la mayoría de los
damnificados nunca serán favorecidos, por lo que están condenados a vivir en
refugios muchos años más. Esto sin duda será un germen de conflictividad social
para el gobierno.
Un gobierno responsable, no uno que asume el tema de vivienda como
bandera electoral y construye edificios en sitios transitados para usar las
obras como vitrina política, que construye ciudadelas con enormes problemas
estructurales, sólo para mostrar políticamente, de cara a al proceso electoral,
un logro efectivo en 14 años de gobierno, no hubiese seguido ese camino.
Un gobierno que quiere efectivamente buscarle solución al problema
habitacional de los venezolanos, planifica las obras que va a realizar, busca
los terrenos más convenientes, hace los estudios geológicos, geomorfológicos,
hidráulicos que corresponde; elabora los estudios de impacto ambiental; realiza
un proyecto adecuado; cumple con las normas de construcción y con las variables
urbanas fundamentales, pero sobre todo no hace edificaciones tan costosas, que
sólo pueden beneficiar a unos pocos elegidos al azar (aunque como se denuncia
en los estados Vargas y Aragua, no es así). En este sentido, se impone un tipo
de construcción más austera (lo que no significa sin servicios públicos y sin
equipamiento urbano), pero en mucho mayor cantidad de soluciones habitacionales.
Esto coloca el punto anterior en una seria reflexión: es inviable
económicamente que ningún Estado del mundo pueda hacer masivamente lo que el
gobierno venezolano hizo en Ciudad Caribia, porque materialmente no habrá
recursos económicos que permitan brindar estas facilidades a muchos ciudadanos,
mucho menos a la mayoría de los que necesitan urgentemente la asistencia del
Estado. Esta política electorera favorece a unos pocos y condena a la inmensa
mayoría. La realidad mundial es que el Estado debe propiciar la construcción de
viviendas de interés social dándole incentivos al sector privado, pero debe
subsidiar a los que nada tienen; sin embargo, todo el que tenga capacidad
económica debe pagar su vivienda, para que el sistema pueda tener viabilidad en
el tiempo y otras personas se puedan seguir beneficiando. La política del
“regalado” beneficia a muy pocos e impide que se beneficie a muchos.
No solamente son los damnificados, es el déficit habitacional
acumulado y el crecimiento vegetativo, lo que requiere una solución; en
consecuencia debe haber una política pública en que partiendo del suelo
urbanizado, se puedan ejecutar varias soluciones: parcelas
con servicios, viviendas de desarrollo progresivo, subsidios públicos,
sustitución de ranchos por vivienda, mejoramiento de la infraestructura de los
barrios, etc.
Lo que nace
torcido
Ciudad Caribia es linda y funcional, pero los problemas están
dentro de los apartamentos, en el terreno sobre el cual está asentada y por lo
alejada que se encuentra. El grave problema para sus habitantes es que Ciudad
Caribia no fue planificada; de haberlo sido no se hubiese construido en ese
lugar por varias razones: por ser una zona sísmica, por estar dentro de una
zona protectora y por estar demasiado alejada de la ciudad y sus servicios. El
capricho presidencial tuvo un enorme costo económico para la Nación y unas
consecuencias graves para sus habitantes.
Las grietas persistentes ponen en evidencia el incumplimiento de
las normas de construcción. La eventualidad siempre presente de un evento
telúrico hace pensar que tendrá serios efectos sobre las endebles estructuras
de los edificios y en consecuencia sobre sus habitantes. ¿Quién responderá por
esto?
Corolario
Cuatro cosas nos llamaron
la atención: que ya ha habido dos asesinatos los cuales no se divulgaron a la
opinión pública; la indignación de los vecinos que no se amilanaron por la
presencia policial; que dada la calidad de las infraestructuras de servicio y
los equipamientos comunales, el costo por apartamento de 72 m2, debe realmente
rondar el millón de bolívares fuertes (mil millones de los viejos), y que
Capriles obtuvo 72 votos.
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