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lunes, 26 de noviembre de 2012

Los ovarios de Cantaura


Por Mario Villegas, 25/11/2012
Columna de Puño Y Letra

Hay quienes no terminan de desayunar y ya están pensando en el almuerzo. Reconozco que ese es mi caso. Soy incapaz de renunciar voluntariamente a ninguna de las tres papas diarias. Y no es por glotonería, sino porque la sensación de hambre me acarrea un insufrible malestar físico y mental. De allí que me conmueve -y me convoca a la solidaridad- ver a una persona literalmente hambrienta, como muchos millones las hay en el planeta.

Consideración especial me merecen quienes se entregan a una huelga de hambre, exigente y riesgoso método de lucha para el cual obviamente yo jamás serviría. Ha de ser muy grave la razón que mueve a cualquiera a poner en peligro la salud y la vida en un total y prolongado ayuno voluntario.

Pero resulta muy sorprendente cuando el protagonista es un gobernante, como acaba de hacerlo la alcaldesa del municipio Freites del estado Anzoátegui, Evelyn Urdaneta. Harta de tanto peloteo, la dama se vino de Cantaura a Caracas y desde su colchoneta de huelguista puso en tres y dos a la prepotente PDVSA y a todo el gobierno.

No es la primera vez que un mandatario se lanza a una acción de este tipo. En 1984, el entonces presidente boliviano Hernán Siles Suazo recurrió al ayuno en medio de una grave crisis económica y política en su país. A los días cesó su huelga, pero la crisis se prolongó y al año terminó renunciando a la jefatura del estado. Más recientemente, en 2009, el presidente boliviano, Evo Morales, mantuvo una huelga de hambre de varios días para forzar al parlamento de su país a aprobar una ley electoral, lo cual consiguió. Ese mismo año, aquí en Venezuela, el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, protagonizó un ayuno de 128 horas para convocar la atención de los organismos multilaterales ante las violaciones a la voluntad popular por parte del gobierno del presidente Hugo Chávez y la negativa de éste a proveer los recursos para cancelar los salarios del personal adscrito a la alcaldía. Ledezma levantó la huelga una vez que el gobierno aflojó el dinero para pagar a los trabajadores y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, se comprometió a investigar las denuncias sobre violaciones a la constitución en Venezuela.

Con sus ovarios bien puestos, la alcaldesa Urdaneta se plantó ante la sede del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo y, acompañada de varios trabajadores y pobladores del municipio Freites, escenificó una valiente huelga de hambre que, después de varios días, terminó doblándole las rodillas al arrogante ministro Rafael Ramírez, cuyos ilícitos fiscales fueron puestos en evidencia. Y es que en su condición de agente de retención, PDVSA deducía los impuestos municipales a proveedores y otros contribuyentes, pero se quedaba con el dinero en vez de entregarlo a la municipalidad, lo cual constituye un delito. ¡Ay de aquel empresario que ose hacer lo mismo con impuestos retenidos y no los entregue al SENIAT!

Es aberrante que en una sociedad haya que recurrir al extremo de una huelga de hambre para forzar a un órgano del estado a cumplir su obligación legal. Para tener autoridad moral ante los ciudadanos, el estado debe ser el primero en dar ejemplo. El ejemplo entra por casa, dice la sabiduría popular.

Y Albert Einsten decía una verdad del tamaño de un templo: "El ejemplo no es la mejor forma de educar, es la única". En este caso, el buen ejemplo lo dio la alcaldesa.

Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001

Twitter: @mario_villegas

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