Por
Daniel Romero Pernalete, 22/11/2012
Hoy, como nunca, se habla de Bolívar.
Es elemento clave en la retórica presidencial. No hay discurso, de calle o de
salón, que no esté aderezado con alguna descontextualizada frase del
Libertador.
El Presidente, ya por ignorancia, ya
por conveniencia, omite a otro Bolívar: el Bolívar civilista, el estadista, el
simple ciudadano que él siempre se sintió. Y cuando uno se acerca a ese Bolívar
se da cuenta de cuán lejos está de las motivaciones y ejecutorias de un proceso
que pretende arroparse con su nombre.
Cuando uno contempla asombrado los
esfuerzos del Presidente por someter a su arbitrio a todos los poderes, no
puede menos que recordar aquella parte de su Discurso en el Convento de Franciscanos,
el 2 de Enero de 1814, en la cual afirmaba:
"Huid del país donde uno solo
ejerza todos los poderes: es un país de esclavos"... Ese mismo pensamiento
lo expresa catorce años más tarde, el 27 de Agosto de 1828, cuando se dirige a
los ciudadanos de la Gran Colombia en los siguientes términos:
"¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda
solo!". Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando uno revisa la invasión de
militares, activos y retirados, en todos los niveles de gobierno, o escucha el
discurso militarista y guerrerista del Presidente, se le viene a la memoria una
lapidaria frase que Bolívar le escribió a Madariaga el 26 de noviembre de 1816:
"El sistema militar es el de la
fuerza, y la fuerza no es gobierno". Esta idea permanece constante en el
Libertador, quien trece años más tarde, el 13 de septiembre de 1829, le escribe
a O' Leary: "Es insoportable el espíritu militar en el mando civil".
Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando uno escucha las amenazas de
Chávez de permanecer en el poder hasta más allá de lo legal y legítimamente
admisible, le retumban en los oídos las palabras de Bolívar en el Discurso al
Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819:
"Nada es tan peligroso como dejar
permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder"... Y cuatro años
más tarde, el 15 de Abril de 1823, califica ya no la situación sino la actitud
de quien se aferra al poder por todos los medios, cuando le escribe a
Santander: "Es una manía miserable el querer mandar a todo trance".
Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando uno advierte los esfuerzos
presidenciales por torpedear cualquier consulta ciudadana que ponga en riesgo
su permanencia en Miraflores, piensa en el Bolívar que en carta al Dr. Castillo
Lara, el 13 de septiembre de 1829, sentencia: "En los gobiernos no hay
otro partido que someterse a lo que quieran los más". Ese es el Bolívar
que Chávez no leyó.
Cuando uno tiene la paciencia y el
valor de escuchar las alocuciones del Presidente, cargadas de odio, de
insultos, de descalificaciones y de inquina, piensa en el Bolívar que le
escribe a Santander, el 15 de abril de 1823:
"Los intrigantes corrompen los
pueblos, desprestigiando la autoridad", opinión que ratifica al mismo
Santander, el 23 de febrero de 1825, cuando le escribe: "En política nada
vale tanto y cuesta menos como las demostraciones de respeto y
consideración". Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando uno observa el uso que el
Presidente hace de la Fuerza Armada para amedrentar y reprimir a todo el que se
niegue a tragarse el proceso, recuerda lo que Bolívar escribió en el proyecto
de Constitución para Bolivia, el 25 de mayo de 1826: "El destino del
ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra
los ciudadanos!". Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Cuando uno, en suma, recorre la
historia del último quinquenio, y suma las payasadas, los desatinos, las
sandeces y las malcriadeces del Presidente, uno se convence (y cada día más) de
que, como Bolívar le escribía a Santander el 12 de Noviembre de 1823, "Un
necio no puede ser autoridad". Ese es el Bolívar que Chávez no leyó.
Daniel Romero Pernalete es Sociólogo y Profesor Titular de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, en el Núcleo de Sucre.
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