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domingo, 11 de noviembre de 2012

El chantaje del 16D



Por Fernando Luis Egaña, 09/11/2012

El chantaje, o la presión mediante amenaza que se ejerce para condicionar la voluntad, forma parte del proceder natural del oficialismo en materia comicial. En cada proceso hay una forma de chantaje específica, y la elección de gobernadores del 16 de diciembre no es la excepción.

La nuez del chantaje en curso es la siguiente: si no gana el rojo no habrá real para la gobernación... ¿Consecuencia?, en el estado o la región se agravarán los problemas al máximo, y lo que vendrá es un sálvese quien pueda. ¿Remedio? Muy sencillo, votar por el candidato de Chávez y ya está.

Algunas encuestas ya están registrando el impacto del chantaje en el caso de estados con gobernadores de oposición que, hasta el presente, mantienen márgenes favorables en la intención de voto. La maquinaria del chantaje tratará de demoler esas diferencias y no se la debe subestimar.

Entre otras razones, porque la amenaza no es un saludo a la bandera sino una realidad. La distribución presupuestaria entre gobernaciones rojas y tricolores, no sólo es desigual en proporción de recursos sino en la disponibilidad y ejecución presupuestaria por parte del Gobierno central.

De hecho, en la manera tribal de entender el funcionamiento del Estado, eso es considerado como algo normal y hasta deseable: al aliado lo que pida, y a los demás palo por la cabeza, o por el presupuesto. Da vergüenza patriótica el constatar cómo se ha retrocedido en materia de gestión institucional en el dominio estatal-territorial.

Y para aderezar el referido chantaje con una buena dosis de intimidación, se montan las "inquisiciones" parlamentarias que formalmente dirige el diputado Pedro Carreño, en contra de ciertos y determinados gobernadores que es preciso desestabilizar antes del 16-D.

El objetivo no es sólo intimidarlos a ellos, sino a los partidarios, colaboradores, simpatizantes y electores, a fin de que lleguen a la conclusión de que seguir con tal o cual gobernador no-oficialista podría salir muy caro, y que mejor sería que ganara el de Chávez, para que al menos fluyan o bajen los recursos...

Un chantaje semejante sólo puede ser creíble en el contexto de una hegemonía despótica, donde ese tipo de condicionamiento fraudulento de la voluntad popular sea parte del paisaje político. Y precisamente es lo que ha venido ocurriendo en Venezuela a lo largo del siglo XXI, aunque cada vez con más descaro.

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