Escrito por Fernando Luis
Egaña Lunes, 12 de Noviembre de 2012
La “revolución” es ducha en anunciar
planes chimbos con nombres pomposos. El de ahorita se llama “Constituyente para
Plan Socialista”.
¿Cuántos planes de ínfulas
épico-históricas han sido presentados en estos 14 años de reinados
presidenciales del señor Chávez? Sería difícil precisarlo, pero de que son
muchos, son muchos, y además empaquetados con la finalidad de encandilar a las
audiencias.
Recordemos, por ejemplo, el llamado
“Proyecto Nacional Simón Bolívar”, al que de cuando en cuando le sacuden el
polvo, sin que aún se sepa si tiene algún significado distinto que el de
encubrir el montaje de un proyecto de dominación... Y claro como ha pasado
tanto tiempo desde su estreno comunicacional, entonces le colocan el apéndice
de “primera fase, segunda fase”, etcétera.
Hace nada, durante la campaña
electoral para el 7-0, el plan de la temporada se llamó: “Programa de la
Patria”, y muchísimo antes se denominó: “Programa para la Refundación de la
República”, y en el intermedio hubo otros con denominaciones aparatosas, tipo
plan para el Socialismo del Siglo XXI, o plan para la construcción del Poder
Popular, y más recientemente el plan para la transición hacia el Estado
Comunal, y bueno pare usted de contar, si puede.
Como decía, el de ahorita mismo lo han
bautizado como “Proceso Constituyente para el Plan Socialista 2013-2019”. Según
algunos voceros rojos, incluyendo el vice-Maduro a quien su jefe le encomendó
el asunto, se trataría de un gran mecanismo de consulta popular para que el
pueblo soberano diga cómo quiere su socialismo y entonces se plasme el ideal
bolivariano de la participación protagónica... O algo más o menos así...
La farsa será igualita a todas las
anteriores: mucha propaganda por los medios, uno que otro simulacro de
“democracia directa”, un acto solemne para celebrar el éxito del proceso, y
después más nada, hasta que venga el próximo plan y se repita el operativo.
Pero ojo, una cosa es que sea una
farsa y otra que sea una perdida de tiempo. Y es que con cada plan de estos, se
acrecienta el poder personal del señor Chávez; qué para eso son los planes con
nombres palabreros. Para concentrar más poder en la satrapía y hacer más
dependiente a la población.
El plan Constituyente de 1999 sirvió
para ello: establecer la reelección inmediata, aumentar el período gubernativo
y fortalecer las atribuciones presidenciales. Y el plan de Reforma
Constitucional de 2007, desaprobado y todo, ha servido para eso: ir montando el
aparataje del “poder popular” que se maneja desde Miraflores, amén de consagrar
la reelección indefinida a través de la Enmienda del 2009.
Y es que de esa jungla de planes,
programas y proyectos con nombres alargados y grandilocuentes, lo que de verdad
queda es un mandón empoderado que hace y deshace a su antojo, y una nación
dividida, amenazada, aturdida y muy enfrentada entre sí.
Ese no puede ser el futuro de
Venezuela. Y para que no lo sea, la lucha para superar la hegemonía de planes
chimbos y pomposos tiene que adquirir sustancia política, ideológica e
histórica.
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