Columna de Puño y Letra
Cuando los voceros oficialistas se regodean hablando del poder popular, en realidad se están refiriendo a una parte de éste.
El poder popular no es otra cosa que la fuerza del pueblo, expresada no solo a través de su organización comunitaria y vecinal, sino también de sus diversas manifestaciones sindicales, gremiales, campesinas, culturales, indígenas, deportivas, de género, entre otras, así como a través de su organización política y de su participación electoral. De modo que ese poder popular alberga y expresa los más disímiles intereses y expectativas de las fuerzas sociales que lo componen, que perfectamente pueden converger en determinadas circunstancias y respecto a temas de común afinidad conceptual o de pragmática conveniencia, pero muchas veces divergir en otras.
Si nos atenemos, por ejemplo, al resultado electoral del 7 de octubre, habría que concluir que ese poder popular se expresó a través de dos grandes toletes, cada uno de ellos con su intrínseca heterogeneidad de componentes e intereses sociales y políticos, pero ambos confrontados en sus respectivas visiones de país y en sus formas de concebir la realidad nacional y la orientación de la gestión pública.
El mayor de los toletes, que alcanzó a 8 millones 191 mil 132 votos, se erigió como la mayoría con el 55 por ciento de los sufragios emitidos y le renovó el mandato al presidente Hugo Chávez por seis años más. El otro tolete sumó 6 millones 591 mil 304 votos y con el 44,31 por ciento se consolidó como una importantísima fuerza popular muy cercana a la mitad del país.
Más allá del claro ventajismo gubernamental y del ilegal uso abusivo y masivo de los recursos públicos en la campaña, lo cierto es que Chávez conquistó (¡mejor término imposible!) una considerable mayoría que la oposición no ha tenido complejo en reconocer. Pero es un craso error suponer que sólo en esa mayoría está expresado el poder popular y que, por tanto, el oficialismo tiene toda la justificación para imponerle a la sociedad desde el aparato del estado todo cuanto le venga en gana. El gobierno tiene que admitir, tal vez no en su retórica pero sí en los hechos, que esa nada despreciable minoría de seis millones y medio de venezolanos constituye, gústele o no, otra legítima expresión del poder popular.
Si hace seis años Fidel Castro tuvo que venir a explicarle al presidente Chávez que quienes en 2006 votaron por Manuel Rosales no eran cuatro millones y medio de oligarcas, es de suponer que ya no será necesario explicarle que tampoco ahora en Venezuela hay seis millones y medio de oligarcas.
Sabio sería amalgamar en uno solo a esos dos grandes toletes del poder popular y hermanarlos, con todo el apoyo del poder público nacional, regional y municipal, en la construcción compartida de soluciones a problemas que les son comunes.
La fortaleza moral de un gobernante reside no en su capacidad de imponer a troche y moche sus particulares conceptos sino en escuchar, respetar e interpretar los sentimientos democráticos y las legítimas aspiraciones de justicia social que albergan los más diversos componentes de la sociedad.
BREVES
- José Vicente Rangel ha estado muy activo en la sistemática descalificación y menosprecio de Henrique Capriles Radonski, de quien lo único menudo que ha dicho es que como candidato presidencial fue un buen atleta. En su estreno el 7 de octubre, Capriles obtuvo seis millones y medio de votos (44,31 %), mientras en sus tres candidaturas presidenciales José Vicente alcanzó cifras irrisorias. En 1973, obtuvo 186.255 (4,26%), en 1978 logró 276.082 (5,18%) y en 1983 sumó 221.918 votos (3,34%). Si a ver vamos, al menos en votos no le llega ni por los tobillos.
- Dirigentes de diversos sindicatos municipales le piden al alcalde Carlos Ocariz sentarse en una mesa de diálogo para evaluar y mejorar las condiciones laborales del personal del municipio Sucre, compuesto por unos 5 mil trabajadores, cuyos contratos colectivos llevan más de diez años vencidos. Elías Blanco, del Sindicato de Trabajadores Municipales, Fernando Fernández, del Sindicato de la Salud, y René Villegas, del Sindicato de Motorizados, afirman haberse enfrentado al anterior alcalde, José Vicente Rangel Avalos, y ahora se encuentran con que Ocariz tampoco tiene consideración por las organizaciones sindicales.
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas
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