José Luis Farias 14 de noviembre de 2012
@fariasjoseluis
La incorporación del régimen de Chávez
a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU nos puede indignar, más de ningún
modo sorprender.
En todo caso, había sido lento en
lograrlo. La chequera petrolera tardó en encontrar un resquicio para colar al
gobierno despótico entre los guardianes de los derechos humanos del mundo.
Otros gobiernos violadores de los
derechos humanos también lo han alcanzado. Los regímenes de Ghadaffi y Castro
pudieron ser parte de ese organismo de Naciones Unidas como parte de la cuota
comunista en los tiempos de la Guerra Fría.
De modo que no es un gran
acontecimiento la llegada del régimen chavista a la DDHH de la ONU. La política
está llena de seres y sucesos incomprensibles, indigeribles, pero reales. En la
política el descaro es moneda corriente.
Hay que apretar y seguir hacia
adelante poniendo el acento donde es conveniente en favor del restablecimiento
de los derechos en Venezuela.
Lo que si llama la atención, sin que
por ello sorprenda, pues sus bajezas son harto conocidas, es como un gobierno
que vive despotricando del organismo mundial se la juegue por ingresar a su
instancia de Derechos Humanos a la par de que renuncia a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Nos toca poner un énfasis especial en
denunciar esa contradicción. Exigir la reincorporación a la CIDH. Así como
exigir la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y el
restablecimiento de todas las garantías democráticas en el país para todos los
perseguidos e inhabilitados de sus derechos políticos.
Hay que aguarle la fiesta al régimen
chavista, desemascarando sus pretensiones de presentarse ante el mundo como
defensor de derechos humanos al igual que otros despotismos en el pasado.
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