Escrito por MONS.
BALTAZAR PORRAS el Nov 2nd, 2012
Acelerar la puesta en marcha del
Concilio Plenario, hoja de ruta en Venezuela
Hace cincuenta años Juan XXIII en
compañía de los dos mil obispos diseminados por el mundo, inauguraban el
Concilio Vaticano II. Este acontecimiento despertó un inusitado interés dentro
y fuera de la Iglesia. Se trataba de abrir las ventanas, revisar muchos
aspectos de su vida interna y de su relación con la sociedad mundial en cambio por
las heridas de las guerras y los avances de la ciencia.
El Papa Roncalli, a pesar de sus años,
tuvo la osadía juvenil de convocar a una puesta al día, que muestra un
catolicismo con otro rostro. De la Iglesia como sociedad perfecta frente al
Estado e identificada con la jerarquía, se postuló como pueblo de Dios,
sacramento, es decir, oferta no excluyente de salvación para todos. Priorizar
el valor central de la Palabra de Dios, significó poner la Biblia en manos de
todos y un acercamiento con las confesiones cristianas y con las religiones
“del libro”.
Pero lo que más impactó al mundo de la
política, la economía, las ciencias y las artes, fue el acercamiento cordial a
la realidad del mundo circundante. La constitución pastoral comienza con unas
palabras que son un programa de vida y acción: los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, son a la vez, los
mismos que tienen los discípulos de Cristo. De allí el valor de la dignidad
humana, la libertad, el respeto a la pluralidad y el compromiso con la realidad
sociopolítica.
El Vaticano II es tarea viva.
Benedicto XVI convoca a un año de la fe, para retomar la centralidad del
Concilio y convertirlo en esperanza de la humanidad, a través de la caridad, el
amor desinteresado a todos y a los más pobres. Esto nos lleva a acelerar la
puesta en marcha del Concilio Plenario, hoja de ruta en Venezuela en esta
encrucijada de nuestra historia.
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