Por Mario Villegas, 11/11/2012
Columna de Puño Y Letra
No resulta fácil obtener cifras oficiales acerca del número de hombres y mujeres que integran la oficialidad de nuestra Fuerza Armada Nacional. Algunas estimaciones apuntan a más de 20 mil, incluyendo a todos los profesionales activos egresados de las academias militares. Supongamos que fuesen unos 30 mil. En ese caso, nuestra oficialidad representaría el 0,1 por ciento de los 30 millones de ciudadanos venezolanos.
Pero fíjense, estimados lectores: de los veintitrés candidatos designados por el presidente Hugo Chávez para optar a las gobernaciones de estados, doce provienen del estamento militar y los once restantes del mundo civil. Los militares son más de la mitad, concretamente el 52 por ciento del total, mientras que los civiles, que alcanzan al 99,9 por ciento de la sociedad venezolana, apenas ocupan el 48 por ciento de las candidaturas del PSUV.
Algunos de esos oficiales devenidos en aspirantes a gobernadores, un día se quitaron el uniforme militar y al día siguiente ya eran candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela, como es el caso del hasta hace poquito ministro de la Defensa, general en jefe Henry Rangel Silva, abanderado del chavismo en Trujillo. Otros, como el general Carlos Mata Figueroa en Nueva Esparta, ya desde la guarnición militar venían haciendo campaña proselitista y partidista.
Aparte de los mencionados, también son militares los candidatos del PSUV
en Apure (Ramón Carrizález), Bolívar (Francisco Rangel Gómez), Carabobo
(Francisco Ameliach), Guárico (Ramón Rodríguez Chacín), Lara (Luis Reyes
Reyes), Portuguesa (Wilmar Castro Soteldo), Táchira (José Gregorio Vielma
Mora), Vargas (Jorge Luis García Carneiro), Yaracuy (Julio León Heredia) y
Zulia (Francisco Arias Cárdenas).
Según el Jefe del Estado, los militares son venezolanos como todos los
demás, lo cual es cierto, pero resulta sumamente notoria la propensión, y
podría decirse que hasta la compulsión presidencial, a colocar fichas
castrenses e incluso saturar los espacios de conducción del gobierno civil.
En la llamada Cuarta República, excepcionalmente los militares eran designados gobernadores. Lo fue, por ejemplo, el general Alberto Müller Rojas, vicepresidente del PSUV fallecido hace un par de años, quien fue puesto al frente de Amazonas por el adequísimo dedo de Jaime Lusinchi.
No es que los militares deban ser colocados al margen de la acción gubernativa, ni siquiera que ocupen una representación proporcional al 0,1 por ciento que representan en la sociedad, pero tampoco es admisible que copen en extremo los instrumentos de gestión pública.
Los militares son sinónimo de subordinación y de obediencia absoluta ante la superioridad y ya sabemos que para el chavismo verde oliva la superioridad no es el pueblo que elige sino el dedo que desde Miraflores postula. Así que los que resulten ganadores, al asumir las gobernaciones se dedicarán más a complacer los caprichos del comandante que a satisfacer los anhelos y demandas populares.
Hay que agregar que la concepción que prevalece en nuestros militares chavistas es muy poco dada al diálogo, a la tolerancia y mucho menos a la conciliación. Pero pensándolo bien, no es para eso que el Presidente los quiere. La “revolución bonita” les ha asignado la tarea de desbaratar las gobernaciones, según lo ha confesado Aristóbulo Istúriz. Y para eso deben ser muy buenos.
BREVES
l Se equivocan quienes se ufanan de que la mayoría de los electores de oposición
prefirió votar por la llamada tarjeta unitaria. De los 6.583.426 votos emitidos
por Henrique Capriles Radonski, 2.201.685 fueron a través de esa tarjeta,
mientras que 4.381.741 (o sea, el doble) fueron a través de los partidos que
optaron por presentarse con sus propias tarjetas. De cada tres electores de la
oposición, dos prefirieron sufragar directamente por los partidos. Y esto no es
ni bueno ni malo, es la objetiva realidad.
lEn la entrevista que para Noticias 24 Radio le hice al secretario
general de Unidad Popular Venezolana, Humberto Berroterán (ex esposo de Lina
Ron), éste sostuvo que el chavismo tiene mejores opciones que William Ojeda
para la Alcaldía del municipio Sucre. Mencionó los nombres de Haiman El Troudi,
presidente del Metro, de la concejala Isabel Rada, y el suyo mismo, de quienes
dijo están mucho más comprometidos y tienen un trabajo que mostrar. “No se
vería nada ético que William Ojeda fuera el candidato del chavismo”, aseguró.
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico