Por Franco D´Orazio P., 06/11/2012
Dedicado a todos los amigos que han estudiado, que han viajado, que han experimentado y ejercido su profesión en otros suelos… y que luego han tenido el valor de ensayar sus vivencias, sus aprendizajes y sus sueños para finalmente compartirlos con todos nosotros.
Dedicado a todos los amigos que han estudiado, que han viajado, que han experimentado y ejercido su profesión en otros suelos… y que luego han tenido el valor de ensayar sus vivencias, sus aprendizajes y sus sueños para finalmente compartirlos con todos nosotros.
Franco D´Orazio P.
Ensayando sobre la
historia de la cultura, y en específico sobre la Civilización Occidental,
Bertrand Russell escribió: “No
es fácil, de ningún modo, ver la propia civilización en su perspectiva
verdadera. Hay tres medios evidentes para conseguir tal finalidad: el viaje, la
Historia y la antropología, y lo que habré de decir queda ya sugerido por cada
uno de ellos; pero ninguno de los tres es ayuda tan grande para la objetividad
como parecen ser. El viajero ve solamente lo que le interesa; por ejemplo,
Marco Polo jamás se dió cuenta de la pequeñez de los pies de las chinas. El
historiador ordena los sucesos en esquemas derivados de sus propias
preocupaciones: la decadencia de Roma ha sido atribuida, de modo diverso, al
imperialismo, al cristianismo, a la malaria, al divorcio y a la inmigración,
siendo estas dos últimas causas las favoritas en América entre los clérigos y
los políticos, respectivamente. El antropólogo selecciona e interpreta los
hechos de acuerdo con los prejuicios que prevalecen en su tiempo. ¿Qué sabemos
de los salvajes, nosotros que estamos en casa? Los rousseaunianos dicen que son
nobles y los imperialistas, que son crueles; los antropólogos de mentalidad
eclesiástica dicen que son unos virtuosos padres de familia, mientras que los
abogados de la reforma de la ley del Divorcio dicen que practican el amor
libre; sir James Fraser dice que siempre están matando a su dios, mientras
otros dicen que siempre están ocupados en ceremonias de iniciación. En una
palabra: el salvaje es un chico servicial que hace todo lo que sea necesario a
las teorías de los antropólogos. Pero, a pesar de estas desventajas, el viaje,
la Historia y la antropología son los mejores medios, y debemos sacarles todo
el partido posible…”
De esa manera, y
con esos tres elementos a mano: la experiencia de los viajes, el sentido de la
historia y el conocimiento antropológico de las civilizaciones frecuentadas, es
posible ensayar y compartir las vivencias contemporáneas dejando así constancia
para los tiempos por venir.
Russell, un hombre
de inteligencia excepcional e inquietud ilimitada fue Premio Nobel de
Literatura 1950; uno de los filósofos más originales y a la vez, uno de los
científicos más prestigiosos de su país, Gran Bretaña.
Bertrand Arthur
William Russell, tercer Conde de Russell, fue un filósofo, lógico, matemático
con influencia en la teoría de conjuntos, historiador, crítico social y experto
en lingüística y filosofía, especialmente la filosofía del lenguaje, la
epistemología y la metafísica. Se le considera uno de los fundadores de la
filosofía analítica. En algunos momentos de su vida se consideró a sí mismo un
liberal, socialista y pacifista, pero también admitió que nunca había sido cualquiera
de ellos en cualquier sentido profundo. Un prominente activista contra la
guerra, él defendió el antiimperialismo y fue a prisión por sus prédicas
pacifistas durante la Primera Guerra Mundial. Luego hizo campaña contra Adolf
Hitler y a continuación, criticó el totalitarismo estalinista, atacó a los
Estados Unidos por su participación en la guerra de Vietnam y fue un claro
defensor del desarme nuclear.
Su prologuista,
Armando Lázaro Ros, en las “Obras Escogidas de Russell” que publicara Aguilar
S. A. de Ediciones en Madrid, España 1956, sentenció al ensayar al ensayista,
cito:“…Entiendo que ensayo es un , un probar de realizar
algo. El intento puede lograrse o malograrse, lo que parece implicar ciertas
ideas de incertidumbre –por razones objetivas o subjetivas- que el que intenta,
el que ensaya, tiene en lo que va a realizar. La novedad o inmadurez de un
tema, las limitaciones que coartan al ensayista en general, son razones
objetivas. La modestia del autor, lo desmesurado del tema, en relación con las
propias fuerzas, son razones subjetivas… En otras de las acepciones del
vocablo, ensayo es un aporte de elementos, un adiestramiento o preparación para
ejecutar algo de una manera definitiva. En cualquiera de sus acepciones, la
palabra ensayo lleva en sí un matiz de cosa no definida, no completa, limitada…
es decir, ensayo es una composición literaria breve y circunscrita a un tema de
envergadura limitada.
El mundo
intelectual contemporáneo se encuentra ampliamente poblado de ensayistas. Son
éstos quizá tantos como los noveladores y cuentistas, que son legión. Si mi
apreciación subjetiva pudiera hacer fe, yo diría que los buenos ensayos abundan
más que las novelas buenas; pero agregaría que la clase de ensayismo que a mí
me parece malo es peor que el disparatado novelar que trae alarmados a
bastantes moralistas, pedagogos y críticos.
Los ensayos buenos
son, creo yo, más numerosos que las novelas buenas, debido a la feliz
circunstancia de que no existe apenas hombre eminente en cualquiera de las especialidades
del saber que no sienta el cosquilleo de escribirlos, a pocas que sean sus
dotes de literato. Es una circunstancia feliz que nos compensa de la comezón
del ensayo que aqueja a muchos señores que poco o nada tienen que decirnos que
valga la pena de imprimirse, aunque a veces posean el arte de decir naderías en
bella prosa.
Yo creo que el
mundo intelectual español puede enorgullecerse de ensayistas que nada tienen
que envidiar a los mejores entre los buenos de cualquier otra nación. No me
refiero precisamente a los ya fallecidos, sino a escritores de ensayos que
viven y escriben en la medida que otros menesteres más transcendentales se lo
permiten…” fin
de la cita.
Valga esta breve
nota de @lisbprieto y @francodorazio a nombre de Hechos & Opiniones para
homenajear al insigne científico, político y escritor británico Bertrand
Russell, al cumplirse ciento cuarenta años de su nacimiento.
Tomado de:
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