MIGUEL ÁNGEL SANTOS miércoles 10 de julio de 2013
@miguelsantos12
Han pasado cinco meses desde el cierre
del Sitme, algo menos desde la salida en falso del Sicad. En ese tiempo Nelson
Merentes no ha cesado de repetir que la República "tiene recursos para
atender la demanda de divisas". Lo único seguro es que no están en
reservas internacionales. Allí sólo hay algo más de cinco meses de
importaciones. No dan para mucho, sobre todo si tenemos en cuenta que ya la
deuda de Cadivi con el sector privado equivale al 40% de las reservas. Si de
verdad los tiene (es los tiene, no los tenemos) habría que hacerse
varias preguntas interesantes. ¿Dónde están? ¿Por qué han provocado entre enero
y mayo una escasez de 20%? ¿Por qué permitieron que la inflación de alimentos
llegara a 50% en los últimos doce meses? ¿Por qué se disparó el mercado
paralelo más de 250%?
Ahora que se anuncia la llegada del gallo pelón, conviene tener presentes esas preguntas. De ellas depende el primer factor de éxito de las subastas: la cantidad de divisas ofertadas. Según el decreto, las divisas provendrán de los ingresos en dólares del sector público, el Fonden y de "títulos valores en moneda extranjera emitidos por la República". Vayamos por partes. El flujo de divisas está muy comprometido: si se restan de exportaciones públicas las importaciones de ese sector, los dólares asignados a Cadivi, las salidas de capital, los pagos de deuda y los aportes al Fonden, se agota el botín. La segunda fuente es el propio Fonden. La disponibilidad de divisas aquí es toda una incógnita. Durante la campaña electoral conversamos con mucha gente en la administración pública que se nos acercó voluntariamente, sin poder llegar a ninguna conclusión. Las cifras iban desde cinco hasta veinte mil millones de dólares. También conversamos con muchos analistas que tenían cifras muy disímiles, en algunos casos derivadas de prácticas muy dudosas (tales como sumar las disponibilidades del Gobierno en la banca en bolívares y pasarlas a dólares a la tasa de cambio oficial). A falta de mejor información, sólo nos queda evaluar las señales. Y es ahí donde las preguntas hechas se vuelven relevantes. Si de verdad tienen divisas: ¿por qué todo esto? La última fuente de dólares es la deuda, la misma que alimentó el Sitme y que llevó a Giordani a decir que este mecanismo "perverso" era la "cobija de los banqueros". La inclusión de la deuda acaso confirma que la practicidad de Merentes se ha impuesto (de momento) en este dilatado pulso con el monje.
El segundo factor clave para el éxito de la subasta es la regularidad: debe ser periódica, con intervalos y montos habituales. Lo que viene es todo lo contrario: se harán "al menos dos al mes", por montos que variarán según la subasta, con dólares en efectivo o títulos de deuda según el caso. Cada empresa podrá solicitar como máximo "entre 1% y 2%" del total subastado en cada ocasión. Más aún, Merentes ha anunciado que se convocarán subastas para diferentes sectores, de las que resultarán diferentes precios "de equilibrio". La pregunta que cabe hacerse es quién decidirá cuál es la tasa correcta para cada sector, y si a partir de ahora vamos a tener tantas tasas de cambio como sectores económicos convocados a la subasta. Todo esto atenta contra otros dos factores esenciales en el éxito de estas operaciones: la simplicidad y la transparencia.
En referencia con esta última, se ha dado un paso adelante y dos atrás. Por un lado, el artículo 6 del nuevo convenio cambiario prevé que el BCV debe informar "los resultados al mercado financiero" (veremos con qué detalle). Por otro, la diferencia que exista entre la tasa de cada subasta y 6,30 será destinada a un fondo "cuya distribución acordará el Presidente de la República". Esto quiere decir que las gobernaciones no participarán del efecto fiscal de la devaluación, que la AN será mantenida al margen de las decisiones sobre su destino.
Los efectos fiscales de esta nueva devaluación son difíciles de determinar. Depende de qué hacía el Gobierno con los dólares que ahora va a subastar. Si vienen de deuda, no afectarán al déficit fiscal (son un mecanismo de financiamiento). Si vienen de Fonden, depende de qué hacía Fonden con estos dólares el año pasado. Si vienen de Cadivi (si se reduce Cadivi para aumentar Sicad), el efecto fiscal será completo (por seis meses). Cualesquiera que sean los términos de la subasta, será mejor que ese vacío que ha prevalecido por meses. Pero sin ningún cambio a nivel estructural (expropiaciones, corrupción, discreción, desinversión, legislación antiproductiva), con tantas dudas sobre los montos a subastar, tan poca transparencia y tanta discrecionalidad y complejidad, no debemos tener muchas expectativas.
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/130710/la-subasta-del-gallo-pelon#.Ud1MyUO_Pgo.twitter
Ahora que se anuncia la llegada del gallo pelón, conviene tener presentes esas preguntas. De ellas depende el primer factor de éxito de las subastas: la cantidad de divisas ofertadas. Según el decreto, las divisas provendrán de los ingresos en dólares del sector público, el Fonden y de "títulos valores en moneda extranjera emitidos por la República". Vayamos por partes. El flujo de divisas está muy comprometido: si se restan de exportaciones públicas las importaciones de ese sector, los dólares asignados a Cadivi, las salidas de capital, los pagos de deuda y los aportes al Fonden, se agota el botín. La segunda fuente es el propio Fonden. La disponibilidad de divisas aquí es toda una incógnita. Durante la campaña electoral conversamos con mucha gente en la administración pública que se nos acercó voluntariamente, sin poder llegar a ninguna conclusión. Las cifras iban desde cinco hasta veinte mil millones de dólares. También conversamos con muchos analistas que tenían cifras muy disímiles, en algunos casos derivadas de prácticas muy dudosas (tales como sumar las disponibilidades del Gobierno en la banca en bolívares y pasarlas a dólares a la tasa de cambio oficial). A falta de mejor información, sólo nos queda evaluar las señales. Y es ahí donde las preguntas hechas se vuelven relevantes. Si de verdad tienen divisas: ¿por qué todo esto? La última fuente de dólares es la deuda, la misma que alimentó el Sitme y que llevó a Giordani a decir que este mecanismo "perverso" era la "cobija de los banqueros". La inclusión de la deuda acaso confirma que la practicidad de Merentes se ha impuesto (de momento) en este dilatado pulso con el monje.
El segundo factor clave para el éxito de la subasta es la regularidad: debe ser periódica, con intervalos y montos habituales. Lo que viene es todo lo contrario: se harán "al menos dos al mes", por montos que variarán según la subasta, con dólares en efectivo o títulos de deuda según el caso. Cada empresa podrá solicitar como máximo "entre 1% y 2%" del total subastado en cada ocasión. Más aún, Merentes ha anunciado que se convocarán subastas para diferentes sectores, de las que resultarán diferentes precios "de equilibrio". La pregunta que cabe hacerse es quién decidirá cuál es la tasa correcta para cada sector, y si a partir de ahora vamos a tener tantas tasas de cambio como sectores económicos convocados a la subasta. Todo esto atenta contra otros dos factores esenciales en el éxito de estas operaciones: la simplicidad y la transparencia.
En referencia con esta última, se ha dado un paso adelante y dos atrás. Por un lado, el artículo 6 del nuevo convenio cambiario prevé que el BCV debe informar "los resultados al mercado financiero" (veremos con qué detalle). Por otro, la diferencia que exista entre la tasa de cada subasta y 6,30 será destinada a un fondo "cuya distribución acordará el Presidente de la República". Esto quiere decir que las gobernaciones no participarán del efecto fiscal de la devaluación, que la AN será mantenida al margen de las decisiones sobre su destino.
Los efectos fiscales de esta nueva devaluación son difíciles de determinar. Depende de qué hacía el Gobierno con los dólares que ahora va a subastar. Si vienen de deuda, no afectarán al déficit fiscal (son un mecanismo de financiamiento). Si vienen de Fonden, depende de qué hacía Fonden con estos dólares el año pasado. Si vienen de Cadivi (si se reduce Cadivi para aumentar Sicad), el efecto fiscal será completo (por seis meses). Cualesquiera que sean los términos de la subasta, será mejor que ese vacío que ha prevalecido por meses. Pero sin ningún cambio a nivel estructural (expropiaciones, corrupción, discreción, desinversión, legislación antiproductiva), con tantas dudas sobre los montos a subastar, tan poca transparencia y tanta discrecionalidad y complejidad, no debemos tener muchas expectativas.
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/130710/la-subasta-del-gallo-pelon#.Ud1MyUO_Pgo.twitter
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