EWALD SCHARFENBERG Caracas 3
SEP 2013 –
Desde comienzos de
agosto, al menos tres diarios del interior del país cerraron operaciones,
incluyendo a dos decanos de la prensa
Mientras las nuevas tecnologías y la
reinvención del modelo de negocios mantienen en jaque a la llamada gran prensa
en todo el mundo, en Venezuela algunos periódicos empiezan a desaparecer por
otra razón: la falta de papel para imprimir.
Desde comienzos de agosto, al menos tres
diarios del interior del país cerraron operaciones, incluyendo a dos decanos de
la prensa del oriente venezolano, como lo eran El Sol de Maturín, Estado de
Monagas, y Antorcha de la población de El Tigre, en el Estado de Anzoátegui.
Otras cabeceras de la región, como las de los diarios La Hora y El Caribazo del
Estado de Nueva Esparta, han reportado dificultades para seguir trabajando por
fallas en el suministro de papel.
En 2003, el gobierno revolucionario
impuso un severo régimen de control de cambios que obliga a empresas y
particulares a gestionar ante oficinas del Estado el acceso a cupos de divisas.
Desde fines del año pasado, las trabas
burocráticas para acceder a las divisas extranjeras, y la escasez de estas, han
incidido en problemas de abastecimiento que se van haciendo crónicos en este
país petrolero, de arraigada vocación importadora. En casos como el papel
higiénico o la leche en polvo, entre otros bienes de consumo de primera
necesidad, sus intermitentes ausencias de los mercados han generado situaciones
tragicómicas de los que la prensa internacional se ha hecho eco.
Pero ahora le ha tocado al papel
prensa. El gobierno chavista del presidente Nicolás Maduro, que suele achacar
el desabastecimiento y la inflación a una pretendida “guerra económica” contra
la revolución, no da señales de que tome nota de las dificultades que los
periódicos atraviesan para hacerse del insumo. De hecho, el gobierno contribuyó
a esas dificultades, desde que en 2012 retiró el papel imprenta de la lista de
bienes de importación prioritaria.
Así, para importar papel de prensa se
hizo necesaria la obtención de un certificado de no producción nacional, que
emite el propio gobierno con reiteradas tardanzas. Los retrasos en la
expedición de ese certificado son endémicos de un sistema lleno de alcabalas e
ineficacias, pero no encuentran ningún estímulo para resolverse en el caso del
papel para imprenta, un insumo que alimenta a medios por los que se cuelan
opiniones disidentes y coberturas que pueden desfavorecer al gobierno.
Rogelio Díaz, vocero del Bloque de
Prensa Regional de Venezuela, declaró que la industria periodística tampoco
tiene acceso al sistema de subasta de divisas que, a un tipo de cambio mayor
que el oficial, el gobierno habilitó recientemente para aliviar la presión que
ejerce la demanda de monedas extranjeras. “Tendremos todo para la fiesta de
diciembre, regalos, hallacas (tamales rellenos típicos de Navidad), whisky,
pero no tendremos periódicos", advirtió.
Los primeros que resienten la escasez
de papel son los diarios de provincia, que por lo general cuentan con
inventarios más limitados. Fuentes aseguran que desde hace dos meses no entra
al país ni una bobina de papel importado. Mientras desaparecen veneradas
cabeceras de la prensa regional, otros medios tratan de adaptarse, cambiando la
compaginación de sus ediciones o la frecuencia de publicación.
La crisis amenaza con borrar del mapa
a todo un sector que, en el caso de la prensa regional, ofrece empleo a 6.000
personas. Pero, sobre todo, podría dejar sin medios de información
independientes a la mayor parte del público venezolano. El gobierno, entre
tanto, parece desentenderse del asunto, si acaso no pondera en secreto las
ventajas de un mecanismo oblicuo para controlar a la prensa que le resulte impertinente.
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