Por Carmen Beatriz Fernandez octubre 9, 2013
Presidente
DataStrategia Consultores
http://www.datastrategia.com
DataStrategia Consultores
http://www.datastrategia.com
@carmenbeat
Tras cada proceso electoral
presidencial es la norma, tanto en Venezuela como en otras partes del mundo,
que al ganador le rodee una aureola de victoria y el perdedor quede cabizbajo
tras la derrota, y que ambos fenómenos se expresen en las mediciones de opinión
pública. Ninguna de la dos cosas pasó en Venezuela luego del 14A. Ninguna
aureola coronó a Maduro y ningún descrédito apabulló a Capriles. Por el
contrario, lo que sugieren los estudios de opinión pública es que tras el 14A
Maduro continuó perdiendo afectos populares, aunque disminuyó la velocidad de
la caída y Capriles siguió sumándolos, aunque también a ritmo mucho menor del
que el que traía en campaña.
Tras la elección del pasado 14 de
Abril se reveló un virtual empate en los dos bloques políticos que componen al
país. Pero Abril señaló con gran claridad que existía una nueva mayoría
nacional que pujaba por emerger demandando un cambio ¿Qué ha ocurrido desde
entonces?
Hoy ya más de un 55% del país juzga la
gestión de Maduro como “mala” o “muy mala”, pese a que un nada desdeñable 45%
la defiende (Varianzas Julio 2013). El
liderazgo opositor intenta hacer de las elecciones del 8D un plebiscito hacia
la gestión de Maduro y trasladar esa reprobación a la gestión en un bloque
político que consolide la nueva mayoría nacional. Nunca el gobierno ha sido tan
débil, sin embargo hace alardes de fuerza como nunca antes.
Las elecciones regionales generan
discusiones locales que versan sobre los temas que tienen importancia para el
elector de las regiones. La figura de los candidatos, su contraste, sus
cualidades y su idoneidad tiene gran incidencia en la contienda. No siempre se
puede imponer un tema nacional en una contienda local. En este proceso, sin embargo, hay dos temas
que cruzan con igual intensidad geográfica las preocupaciones de los electores,
ellos son la inseguridad y el desabastecimiento. Son temas nacionales, pero
inciden con tal fuerza en las agendas locales que podrían permear y hacer de
esta elección local un plebiscito nacional que jugase a favor de la tolda
unitaria.
Por otro lado tiene también la Unidad
a su favor el haber conducido un proceso unitario con reglas claras y concurrir
con candidaturas unitarias en 334 de los 335 municipios del país. El proceso
fue hace cierto tiempo con lo cual muchas de las inevitables heridas de las
pugnas por el poder se han superado. A diferencia de procesos anteriores la
Unidad está presente en el tarjetón electoral con una única tarjeta, lo que le
facilita una unidad de imagen y mensaje que es de gran valía en comunicación
política. La Unidad es bien vista por un mayoritario 52% del País, cosa que
probablemente la convierta en una institución de las más prestigiosas de este
país de desprestigios masivos (IVAD Sept 2013). Ambos elementos representan una
ventaja competitiva y un favorable contraste con el partido oficialista, cuyas
heridas por las pugnas recientes son más fuertes y más recientes. El hecho de
que el bloque oficialista convocara a unas primarias y fijara sus reglas para
ello, para finalmente burlarlas y someterse a la decisión del dedo, abrió unas heridas que tardarán en sanar.
Concurre por ello con varios candidatos y distintas tarjetas en casi todos los
municipios del país, y aunque es probable que las siglas del PSUV sean las que
terminen imponiéndose habrá una merma importante que proceda de los partidos
menores.
Tiene a su favor el oficialismo que
finalmente ha logrado la “hegemonía comunicacional” largamente ambicionada. Hay
un nuevo esquema nacional de medios que privilegia claramente la voz oficial.
Claros ejemplos de esta hegemonía nacional las observamos en novedades como que
sólo una de cada diez noticias en Noticias 24 deja de favorecer al oficialismo.
O que el noticiero de Globovisión dejará próximamente de transmitir sucesos. O
el hecho de que la nueva administración de Ultimas Noticias posiblemente
logrará que la gente empiece a denominar al diario Buenas-Ultimas-Noticias.
Sin embargo, la tan ansiada hegemonía
comunicacional la logra el gobierno justo cuando empieza a ser minoría… La
gente no necesita leer la prensa ni ver la tele para enterarse de las malas
noticias. Ocurre que el elector no necesita informarse a través de reportajes
periodísticos sobre la escasez o la inseguridad para formarse una idea sobre la
gravedad del problema. Las audiencias sólo se forman opinión de los temas a
través de los medios de comunicación social cuando éstos abordan problemas
distantes de la vida cotidiana. En tal sentido puede ocurrir que la hegemonía
comunicacional no tenga el efecto que el gobierno espera.
Hay una nueva mayoría política en el
país. Y está silenciada por un nuevo esquema nacional de medios. Muy
probablemente esa nueva mayoría se
expresará el 8D de forma clara y contundente, y como resultado de ello se
articulará un nuevo esquema de poder en el que las ciudades más importantes de
Venezuela estén bajo la gestión de alcaldes de la Unidad. Esa nueva estructura
de poder será el reflejo de la nueva mayoría nacional y será un espacio de
cambio y de gestión local eficiente, pero también un espacio de resistencia
frente a los desmanes de un gobierno centralista, autoritario y,
fundamentalmente, muy incompetente. Las elecciones son válvulas de escape con
que las sociedades cuentan para liberar sus presiones. No la desestimemos.
La autora es estratega política
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico