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viernes, 20 de junio de 2014

El laberinto del absurdo, Vladimiro Mujica


Por Vladimiro Mujica, 19/06/2014

Cada vez que se propaga hacia el exterior de la caja negra del chavismo una voz del disenso es imposible no asombrarse frente a la constatación irrefutable de que en verdad tenemos 15 años en manos de una combinación letal de autoritarismo, iluminación antidemocrática y corrupción.

La carta de despedida de Jorge Giordani, uno de los más cercanos seguidores y colaboradores del fallecido presidente Chávez, del gobierno de Nicolás Maduro es profundamente reveladora de las fuerzas que han controlado el destino de Venezuela en los últimos años. No es precisamente que uno no pudiera anticipar la naturaleza de las diferencias entre Giordani y Maduro, pero es siempre impactante escuchar el drama de boca de los propios actores. Me apresuro a disculparme con el exministro Giordani si luego resulta que la misiva que se le atribuye resulta ser falsa.

En primer lugar hay, que entender con mucha claridad que el motivo del reclamo de Giordani tiene que ver con lo que él señala como falta de liderazgo del gobierno y, en especial del presidente Maduro. Específicamente se señala: “Resulta doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo, y que parece querer afirmarlo en la repetición, sin la debida coherencia, de los planteamientos como los formulaba el Comandante Chávez, y en el otorgamiento de recursos masivos a todos quienes lo solicitan sin un programa fiscal encuadrado en una planificación socialista que le dé consistencia a las actividades solicitantes. A la vez la política frente a los agentes privados es al menos confusa y las presiones de esos agentes parecen abrir camino a la reinstalación de mecanismos financieros capitalistas que satisfagan los intentos de recapturar excedente petrolero por la vía financiera. A la luz de estos hechos surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República, y concentración en otros centros de poder, destruyendo la tarea de instituciones como el Ministerio de Finanzas y el Banco Central, y dando por hecho consumado la independencia de Pdvsa del poder central”.

Visto desde otra perspectiva, quizás la que tiene la mayoría de los venezolanos que viven en el dudoso paraíso en la tierra que nos ha traído la revolución bonita, intentando sobrevivir en medio de la catástrofe en que se ha convertido la existencia en Venezuela, es imposible no sorprenderse frente al hecho insólito de que el reclamo de Giordani parte de la suposición de que lo que él estaba haciendo al frente de la economía venezolana era lo correcto y que además actuaba en perfecto acuerdo con el diseño de patria socialista del Comandante Chávez. Es decir, que es necesario continuar con las desastrosas prácticas económicas que han literalmente destruido el aparato productivo venezolano, aumentado la inflación a niveles astronómicos y endeudado al país en escalas nunca vistas.

Frente a este reclamo caben solamente dos explicaciones posibles: o el exministro Giordani se cree en serio lo que dice con convicción monástica a pesar de las evidencias en contra; o le importa un bledo el sufrimiento de su pueblo con quién sabe qué argumento peregrino sobre las bondades del paraíso socialista.

Yo prefiero pensar que se cree todo lo que dice y eso solamente nos habla de los riesgos de tener a iluminados que no sienten ninguna responsabilidad en contrastar la luz que supuestamente surge de sus obras con el desastre que producen.

La otra conclusión importante, es que no hay ninguna evidencia de que la salida de Giordani vaya a conducir a ninguna mejora de la situación económica y social del país. Ello es así porque el gobierno no ha mostrado ninguna vocación real de corregir ni en el ámbito económico, ni en el social ni en el político. Por otro lado, es innegable que este episodio pone de relieve el tipo de presiones a las que se encuentra sometido Maduro, preso de sus propios extremistas e incapacitado para moverse con la libertad que la situación del país exige.

Lo evidenciado en los textos críticos del portal Aporrea, donde se comienza a advertir que los enemigos más importantes del proceso revolucionario están dentro del propio gobierno, es otro campanazo de alerta.

Visto el juego de presiones a su alrededor, parece difícil no concluir que el ejercicio de represión brutal del que el país ha sido testigo estos meses es un intento del gobierno de aparecer duro frente a sus propias bases que crecientemente lo están acusando de vender al diablo capitalista el alma del proceso revolucionario.

Estamos pues, asistiendo a un proceso increíblemente complejo de ajustes internos dentro del chavismo que ocurren a un costo inusitado para el país. No hay ninguna razón para alegrarse por las diferencias internas, porque quienes se están desmarcando en realidad lo hacen exigiendo más revolución, más poder comunal y más represión contra la oposición. Esta es la hora trágica en la que empiezan a tomar distancia quienes tienen posiciones de principio que nos condenan al atraso y quienes tienen una agenda retorcida y oscura de negociación que no tiene en cuenta el interés del país sino mantenerse en el poder a toda costa.

Dentro de todo este laberinto del absurdo, de fin de era del chavismo ortodoxo y de tránsito a un tipo de pragmatismo por ahora inescrutable, hay una razón importante para mantener el optimismo y es que la represión ha terminado por consolidar un tipo de unidad más robusta en la oposición. Una donde quizás se está finalmente entendiendo que es necesario conciliar rebelión pacífica ciudadana con la acción electoral y en el cual todos somos necesarios en una sola estrategia, como lo ha señalado recientemente el alcalde Ledezma.

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