Jueves 26 de
junio de 2014
El exgobernador aragüeño, Rafael Isea,
publicó en su cuenta de Twitter un artículo con sus impresiones sobre lo
ocurrido tras la salida del ministro Giordani.
Lea
el texto completo:
Conversando ayer con una compatriota
de las bases del PSUV en Aragua, ella me hacía esta pregunta: teniente ¿usted
cree que si estuviera el Comandante estaría pasando lo que está pasando con el
ministro Giordani? Inmediatamente ella misma me respondió: ¡no Teniente, el
hubiese escuchado y estuviera exigiendo respuestas a esas denuncias!”. Esta
conversa me llevó a recordar algunos de los momentos en los cuales el
Comandante Hugo Chávez habló de la crítica y autocrítica como herramienta
necesaria para evitar las desviaciones en la Revolución.
“… Yo asumo mis culpas, pero cada quien que
asuma las propias, y repito a los que trabajan conmigo les ofrezco mi corazón y
esta mano de hierro…” expresó el Comandante el día 07de noviembre de 2012,
refiriéndose a la necesidad de la autocrítica y la eficiencia del gobierno para
el nuevo período presidencial 2013 – 2019.
De igual manera en otra intervención
el Comandante reflexionaba: “…la autocrítica no le hace mal al proceso ¡le hace
bien!…”, haciendo alusión a la necesidad de canalizar la crítica del pueblo y
la autocrítica responsable a la gestión del gobierno, como herramienta para
combatir el burocratismo y garantizar la orientación estratégica del proceso
bolivariano.
Existen decenas de ejemplos como
estos, como las 3R y otros, en los cuales el Comandante Hugo Chávez dio el
ejemplo y exigió que la autocrítica responsable y leal se practicara de manera
permanente en todos los espacios de la Revolución, el gobierno nacional, el
PSUV, el Polo Patriótico, los gobiernos estadales, municipales, espacios del
Poder Popular, Fuerza Armada Nacional, entre otros. Este es parte también del
legado que el líder de la Revolución Bolivariana no dejó, luego de su
inmolación por el pueblo.
El tratamiento que se la ha dado a la
carta del profesor Jorge Giordani por parte de algunos miembros de la alta
dirigencia de la revolución, pareciera alejarse precisamente de lo que el
Comandante predicaba.
Etiquetar al profesor de traidor por
hacer una crítica argumentada, constituye un gravísimo error no solo porque es
falso, habría que comparar su trayectoria a la de algunos arribistas de los que
hoy abundan en el gobierno, sino porque además se constituye en un precedente
que puede tener como resultado la persecución y supresión de la crítica a lo
interno del gobierno y del PSUV.
Otro gravísimo error lo constituye la
suspensión de militancia del profesor Héctor Navarro, también del Grupo
Garibaldi, y su pase a tribunal disciplinario en el PSUV, por defender al profesor
Jorge Giordani y pedir al Presidente Maduro que se debata la carta, se
reflexione y rectifique.
Imagino ahora a los miembros de las
direcciones regionales y municipales del PSUV guardando silencio ante las
fallas del gobernador o Alcalde, o a los miles y miles de funcionarios honestos
del gobierno en sus distintos niveles callados ante los abusos, la corrupción y
las fallas, solo por evitar ser expulsados del partido, o perder su trabajo.
Cuando el Comandante ungió al
Presidente Nicolás Maduro como sucesor, también le entregó la responsabilidad
de conducir la Revolución con toda la carga que eso implica. Por eso puedo
entender las múltiples presiones a las que el Presidente Maduro se encuentra
sometido frente a los complejos problemas que afectan al país, las
conspiraciones de la derecha y sus aliados internacionales.
Yo como gobernador también caí en el
error de desoír algunas de las críticas que compatriotas honestos me hacían,
como Juan Monasterios y Marcos Sosa, entre otros, y le presté más atención a
los intrigantes y aduladores de mi entorno que solo se preocupaban por cuidar
sus puestos. Reconozco mis errores. Por eso pienso que la mejor forma de
enfrentar esos problemas es precisamente entendiéndolos, reconociendo los
errores, rectificando donde se necesite, convocando a la unidad del gobierno y
del partido, y liderizando el proceso de transformación que se requiere en esta
compleja y delicada etapa de la Revolución. No hacerlo conduciría a la división
y debilitamiento de las fuerzas revolucionarias. No se debe confundir la
crítica con conspiración, ni la lealtad con sumisión. –
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