ARGELIA RIOS 12 de junio de 2014
“El heredero” encara una descomunal
componenda endógena
Es un temor cerval, una inquietud
insoportable. Lo que el madurismo experimenta va alcanzando rasgos patológicos.
Las covachas de la revolución son un hervidero de intrigas. Una de las últimas
maquinaciones gira alrededor de la familia Chávez y del terremoto político que
podría generar su eventual salto a las arenas públicas. Una sola crítica de cualquiera
de sus miembros más connotados pulverizaría la posibilidad de que Maduro
consiguiera el respeto que aún no ha logrado dentro de las filas del
oficialismo. Las versiones acerca de ese catastrófico imponderable, serpentean
entre los muros impenetrables de la revolución, desde donde siguen brotando
señales inequívocas del escalamiento que viene sufriendo el conflicto interno…
Una reciente reunión realizada en
Barinas habría desencadenado la tormenta: el desastre en que ha devenido el
país sería la causa del encuentro de los dolientes directos del comandante,
cuyos ecos todavía estarían tronando en Miraflores y en los rincones del PSUV…
La opinión de la “familia real” cuenta demasiado en esta historia, en la cual
también hay líneas que corresponderían a un nutrido grupo de gobernadores
militares, unidos en torno a un diagnóstico común acerca del caos ocasionado
por Maduro. El tema, por cierto, no sólo ocupa la atención de Dieterich:
también es ritornelo entre los anillos cercanos al “heredero”, donde se
esfuerzan en deshilvanar las puntadas, para intentar abortar cualquier
emboscada en ciernes.
Todos los registros narran un
penetrante malestar, en el que no sólo están contabilizados los trapicheos de
Cabello y de los grupos de la izquierda más radical: a juzgar por el enjundioso
cotilleo bolivariano, “el heredero” encara una descomunal componenda endógena,
que se nutre de su lánguido “average” de popularidad y, desde luego, de la
impaciencia causada por una crisis cuyo calibre, en este momento, beneficiaría
la emergencia sorpresiva de “cualquier cosa”… Los rudos desencuentros internos
de la revolución constituyen el marco en medio del cual se ha formulado la
denuncia sobre los preparativos de un supuesto golpe de Estado: una acusación
basada en el presupuesto de que todas las condiciones -políticas, sociales y
económicas- estarían dadas para que ocurriera una insurgencia contra Maduro,
que no necesariamente contra toda “la sucesión”.
La obsesiva vocación por el disimulo
ha colocado a la “derecha fascista” en el eje único de la denuncia. Maduro no
se atreve a señalarlo, pero los indicios están hablando de una conjura de
procedencia revolucionaria. También los rojos hablan sobre la renuncia; también
ellos se pasean por esa opción: por eso el temor a la familia Chávez y por eso
los mendrugos para ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico