Por Jesús Alexis González, 20/06/2014
El empleo precario se
caracteriza por involucrar inestabilidad, desprotección social, relación
laboral endeble, limitados aumentos salariales y muy especialmente una vulnerabilidad frente a la inflación que
se traduce en un impulso hacia la exclusión
social. Es así, que la calidad del
empleo depende del equilibrio económico imperante como condición vital para
evitar la merma en la capacidad productiva nacional (y volverse dependiente de
las importaciones), cuyo comportamiento implica tanto la generación (o no) de
empleos como la disminución cualitativa de los existentes; al igual que en un incremento de los desocupados, en una revitalización del sector informal de la
economía y de un aumento en los
niveles de pobreza.
Sea oportuna una primera
reflexión: Hace una década el
“Gobierno Revolucionario” formalizó un conjunto de medidas de carácter social
bajo la denominación de Misión Vuelva
Caras (“la misión de las misiones”), enfocado como un proyecto clave para
la gestión y desarrollo de una “economía social” a la luz de un “modelo de real economía social” en
aras de procurar la inclusión al proceso productivo de los estratos sociales
menos favorecidos.
Es de obviedad manifiesta, que en la actualidad Venezuela presenta, por
un lado, un estancamiento económico
observado por el decrecimiento del PIB que en lo especifico de finales del 2013
reflejó un 2,6% resultado menor al 5,55 registrado en 2012; y por otro lado una
elevada inflación básicamente
estimulada por un incremento persistente
de la liquidez monetaria, la cual durante el período mayo 2013 a mayo
2014 creció cerca de 76% desde
807.000 millones hasta 1.416.000 millones de bolívares. Ambas situaciones,
desde una visión holística, dibujan un escenario nada apropiado para inducir
crecimiento económico ni para generar empleos productivos de calidad, más aún
cuando es suficientemente conocido que la emisión continua de dinero inorgánico
no se convierte en un multiplicador de
la inversión dado el alto componente
de inflación reprimida que genera,
ante la imposibilidad de ajustar los precios en el marco de una economía con
honda participación del Estado como distribuidor de los ingresos fiscales y
como controlador y regulador del mercado; ampliando su perfil rentista en relación al sector hidrocarburos, con poca participación del “ resto de la economía”. Todo ello debe complementarse, haciendo mención al decrecimiento económico
experimentado en los últimos tres trimestres (signo claro de una recesión!!) y
que para 2014, según el Banco Mundial, el crecimiento de la economía venezolana
será de un 1,1% (1% para 2015), con el consecuente efecto sobre el mercado
laboral (empleo y salario).
A pesar de tal panorama, el Instituto Nacional de Estadística (INE) como
resultado de la aplicación de su metodología
de características particulares afirmó, en su informe del mes de abril 2014
(publicado el 28 de mayo), que la economía durante el lapso abril 1999-abril
2014 fue capaz de absorber la totalidad
de la población económicamente activa y de incorporar a la ocupación parte
de la población desocupada; de igual
modo indican que la tasa de desocupación en abril 2014 descendió a 7,1%, según
lo cual el aparato productivo soportó el cierre de cuantiosas empresas y la
disminución de patronos; por su parte la población
ocupada se situó en 13,1 millones de personas de las cuales 5,3 millones
(40,7%) se ubicó en el sector informal mientras
que 7,8 millones (59,3%) se localizó en el sector
formal.
La estimación de la INE en cuanto a la participación de la informalidad
dentro de la población ocupada, difiere de otras estimaciones realizadas por
instituciones no oficiales que sitúan la tasa en un 60% para un total de 7,3
millones de trabajadores. Tal disparidad en las estimaciones, debe encontrarse
en que el INE incorpora como ocupada a cualquier persona que estuviese
trabajando hasta unas 15 horas en la
semana anterior a la aplicación de su encuesta; e igualmente consideran ocupada
a todo aquel que esté inscrito en una
misión. Pensamos que tal metodología facilitó que afirmaran que “en los últimos 15 años de Gobierno
Revolucionario se ha mejorado las
condiciones de la calidad d vida de los venezolanos….”.
Segunda reflexión: Resulta de suma importancia conocer cuál es la
percepción del venezolano en relación a tan construida afirmación.
En fin, la precariedad laboral magnificada por un salario de muy poca esperanza y con manifiesta pérdida del poder de compra, coloca en entredicho la posibilidad de movilidad social a más
del 43% de la población. Tal afirmación puede inferirse de un estudio
(Datanálisis) donde refleja que en la estructura poblacional por estratos según
su ingreso promedio nominal mensual, el A/B
(Bs 64.000) representa el 2,2% de la
población; el C (Bs 25.000) el 18%; el D (Bs 10.860) el 36,3% y
el E (Bs 6.380) el 43,5%. Léase que el 80% de la población no percibe ingresos
suficientes para cubrir la canasta básica total.
Econ. Jesús Alexis González
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