Por Jesús Alexis González, 26/06/2014
A manera de contextualizar el presente
artículo, abordaremos de forma previa y breve dos aspectos que confieren el
perfil de su contenido: 1.- Hemos
diferenciado la política (arte y
ciencia de gobernar) de la ideología (visión
que relaciona al hombre con la sociedad) en función de poder argumentar, por
una parte, que la política se nutre de dos fuentes: lo ideológico y lo
económico, y por otra parte que el ideólogo sustenta una posición política
(generalmente teórica) basada en una coherencia
sistemática; 2.- La economía
(como ciencia social) además de propiciar el bienestar social mediante la
transformación de la sociedad a la luz de una adecuada economía política, es de
igual forma la única vía que puede facilitar (para quienes aún
sostienen su vigencia) la transición del
capitalismo al socialismo, previa, según opinión de los ortodoxos,
liquidación del sistema capitalista, eliminación del poder político y económico
de la burguesía (fuente del fascismo) y la demolición de la propiedad privada,
habida cuenta que “la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus
productos constituyen la base de todo orden social” (Engels). Apoyándonos en
estas premisas, y soslayando (por razón de espacio) la obviedad del desastroso
comportamiento experimentado por la economía venezolana (muy especialmente en
la última década) como consecuencia de la instrumentación (con intenciones
soterradas) de políticas económicas supeditadas
al interés político-partidista del Gobierno; formulamos un análisis a la
carta-denuncia (conciencia) partiendo de la base que el verdadero cargo del “destituido”, quien es pieza intelectual
importante del “proceso” y colaborador directo de Hugo Chávez por cerca de 20
años sosteniendo un “intenso vinculo de carácter ideológico, personal y
programático” (carta, JG), era según nuestro parecer el de Ministro de Planificación de la economía para la transición al
socialismo del siglo XXI.
De tal forma, nos resulta contradictorio,
ingenuo o una estrategia inconfesable
que ahora se pretenda evaluar la gestión del ministro revocado en función a
“sus errores cometidos en materia económica” cuando en la practica ese no era su “trabajo”, ya que lo
trascendente de su ejercicio profesional era crear un Estado proletario que tuviese “en sus manos no sólo la tierra, sino
también las ramas más importantes de la industria” (Lenin). Veamos: La ortodoxia socialista afirma
que la transición hacia el socialismo pasa por la demolición del sistema
capitalista, hecho que se logra por intermedio de la planificación de la
economía en aras de crear las condiciones para la liquidación de la base
económica de la clase capitalista, como requisito para acabar con la democracia
burguesa (y con la oposición reaccionaria) al igual que con la “solidez de sus
relaciones internacionales” (Lenin) que impiden los cambios cualitativos; razón
por la cual se debe “echar por tierra la base de todas las relaciones de
producción y de intercambio” (Marx), en el entendido que “las modificaciones
sociales no deben buscarse en la cabeza de los hombres, sino en las
transformaciones de los modos de producción y de intercambio” (Engels),
haciéndose necesario una “ofensiva contra el capital privado en una lucha a
muerte” (Lenin). De igual modo sostienen que
en una democracia burguesa capitalista (fuente del fascismo) “ningún
progreso es factible sin atacar las bases mismas del sistema capitalista”
(Dimitrov); hasta la “eliminación de la propiedad privada sobre los medios de
producción, en favor de la promoción de la propiedad comunal” (Bases
programáticas del PSUV); escenario donde una mayoría de los socialistas
venezolanos niega cualquier posibilidad de economía mixta ya que, según ellos,
no cambia la naturaleza económica del Estado capitalista (¿izquierda
trasnochada?).
Así referenciado, y ante la evidente dictadura político-partidista que
se ejerce sobre el desenvolvimiento de nuestro “modelo” económico, se nos
facilita una mejor lectura de la carta-denuncia (conciencia) donde el autor
sostiene que en la transición hacia el socialismo bolivariano “se considera a
la planificación como una actividad transustanciadora, que debe contribuir como
mecanismo ex ante a la ordenación y racionalización de la sociedad venezolana”
(Carta, JG). Señala igualmente que durante su gestión fueron elaborados muchos
documentos públicos bajo la guía del Comandante Chávez, los cuales formaron
parte del Programa de la Patria que presentó el presidente al momento de
inscribirse para la reelección y que luego de su desaparición física se
convirtió en el programa de gobierno del actual presidente de la República. Es
de obviedad manifiesta, que en el imaginario colectivo nacional priva la
percepción en cuanto a que la dirección del actual “proceso” es capaz y está dispuesta
a cualquier acción en función de mantener el poder político para avanzar en la
revolución bolivariana,, lo cual coincide con lo afirmado
en la carta-conciencia que “en este camino del proceso bolivariano era crucial
superar el desafío del 7 de octubre de 2012, así como las elecciones del 16 de
diciembre de ese mismo año. La superación se consiguió con gran sacrificio y
con un esfuerzo económico y financiero que llevó al acceso y uso de los recursos a niveles extremos”
(Carta, JG), señalando de seguida que el ambiente de gobierno alcanzado varió
ya que “las cosas fueron tomando un nuevo rumbo con la desaparición física del
Comandante Chávez” (Carta, JG).
Nos surgen muchas dudas e inquietudes,
básicamente en lo relativo a si el Gobierno Nacional Colectivo profundizará las
acciones en procura de transición hacia el socialismo (ahora Bolivariano),
soslayando, tanto que “transitar del
capitalismo al socialismo es una tarea titánica” (Hugo Chávez, La Habana, 2010),
así como que más del 85% de la población clama por la presencia de la empresa
privada; o si por el contrario (a)
irán a un revisionismo estratégico a la luz de un nuevo y renovado Capitalismo
de Estado de carácter temporal, hasta crear las condiciones para acabar con lo
que denominan Capitalismo de Estado Burgués; o (b) se intente conducir la economía sin basamento científico y
carácter holístico. En fin, y retornando a la carta-denuncia (conciencia) en
comento, consideramos que la debida
autocrítica, más que responsabilidad del ministro destituido, es al
Gobierno a quien le correspondeautocriticarse
al igual que dar a conocer al país su visión de la economía política que orientará las políticas económicas en el marco de una Venezuela democrática, pluralista y participativa, en intima
vinculación con el Artículo 115 Constitucional.
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