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domingo, 6 de marzo de 2016

Elogio al despotismo por @LeoMoralesP


Por Leonardo Morales


Cuando los individuos no atendemos a tiempo las amenazas las consecuencias se hacen presentes y quizá no sería desatinado afirmar que producto de su distracción algo parecido ocurre a los nacidos o habitantes de esta tierra llamada Venezuela.

Desconcierto, alarma y muchos otros calificativos ha levantado la última sentencia, si acaso lo es, algunos dicen que se trata de un fallo viciado, en la cual pareciera que el Poder Judicial ata de manos al Poder más recientemente legitimado, el legislativo.
Hay muchísimas razones para levantar la voz, para encender las alarmas ante semejante decisión del TSJ, pero ahora muy apurados y preocupados. Por allá, finalizando al año 2009, la “filósofa” de la división de los poderes del Estado posmoderno, Luisa Estella Morales, en ese entonces presidenta del TSJ, nos dijo públicamente: “No podemos seguir pensando en una división de poderes porque eso es un principio que debilita al Estado.”

Poco o nada se dijo, pero lo que en verdad la magistrada añoraba era a un Estado despótico, cuya caracterización ya había adelantado Montesquieu cuando describía las consecuencias que tendrían lugar cuando uno de los tres poderes terminaba siendo administrado por otro: “Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de magistrados se hallan reunidos el poder ejecutivo y el poder legislativo, no  existe libertad […] Tampoco hay libertad si el poder judicial no se halla separado del poder legislativo y del poder ejecutivo.” A lo que aludía Charles Louis de Secondat era a la necesidad de frenar a un poder que confrontado con otro se vería impedido a actuar sin límites hasta corromperse e inevitablemente convertirse en el desiderátum chavista, en despótica.

La sentencia del TSJ, si acaso lo es, no es más que un canto al más duro despotismo. Cuando el TSJ, a través de la Sala Constitucional, le advierte justamente que quien los nombró, órgano recientemente legitimado por el pueblo, que no puede revisar sus actos sobre una sospechosa selección de sus integrantes, no hace más que levantar inmensas dudas acerca de las cualidades de los recién nombrados. El TSJ les extiende en acto de esplendorosa generosidad un certificado de competencia e independencia para ejercer las funciones de magistrados. Importa poco si días antes algunos de los integrantes exprés del TSJ ocupaban una curul en la AN, representando justamente a un sector político que había sido rotundamente derrotado, circunstancia que va a contrapelo de los argumentos del TSJ. Ahora al pisar el templo de la honorabilidad judicial adquirieron una majestad que nadie deberá poner en dudas.

Estos hechos no deben hacer declinar el entusiasmo por construir un régimen democrático y decente, por el contrario, obliga a elevar la moral de los demócratas en su empeño.

Nuevos eventos se irán desarrollando donde la nueva mayoría podrá ir ocupando nuevos espacios de poder y para ello es fundamental la organización ciudadana para que en el plazo que corresponda Venezuela pueda convertirse en una República libre y no despótica, democrática y no autoritaria, valores éstos de los que adolece el actual régimen.

04-03-16




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