José Luis Farías 11
de marzo de 2016
La
denuncia sobre la persecución política ha venido perdiendo relevancia en la
medida en que la descomunal crisis económica se ha impuesto como el principal
tema de la opinión pública venezolana.
Ha
quedado casi que solo para la militancia partidista las escasas referencias
sobre el problema de los presos políticos. Un asunto comprensible dada la
fuerza con que la inflación, la escasez y la devaluación nos agobia y hace que
nos olvidemos de todo o de casi todo. Aunque de nada para justificar o hacerse
de la vista gorda frente a la represión. Sobre todo con el penoso criterio que
le oído a algunos que se permiten decir en los mentideros políticos que al tema
de los presos políticos no hay que darle espacio porque apenas tiene un 5% en
las encuestas. ¡De bolas! No están presos ellos ni un familiar de ellos. Así es
la miseria humana.
Sin
embargo, mientras damos la pelea diaria contra estos flagelos denunciando los
abusos, la corrupción y las políticas hambreadoras de Maduro contra el pueblo,
es indispensable no abandonar a quienes hoy están presos, exilados o
perseguidos porque nunca le bajaron la guardia al “Pranato” impuesto como forma
de gobierno en el país.
Entre
estos hombres que se la han jugado todas con gran coraje en la lucha contra
este régimen, es digno destacar el caso de ex-gobernador del estado Zulia,
Manuel Rosales.
Sobre
todo a propósito de las últimas revelaciones que muestran la saña con la cual
se le ha pretendido destruir, surgidas recientemente en el juicio que se le
sigue. En el cual el juez de la causa desechó más de la mitad de las pruebas en
contra de Rosales, aceptó la declaración del diputado José Luis Pirela
retractándose de la denuncia en su contra por la falsedad de las pruebas y
admitió la declaración notariada del magistrado Aponte Aponte confesando haber
servido, por “órdenes de arriba”, como el cerebro de la patraña urdida para
tratar de destruir moralmente al ex-gobernador y fabricar razones para
fusilarlo moralmente y detenerlo con pruebas falsas.
Lo que
ha dejado reducida la causa del juicio contra Rosales a una simple
inconsistencia de 147 mil bolívares (unos 125 dólares) en su declaración jurada
de bienes, por lo demás aclarada totalmente en los libros contables consignados
por sus abogados y en su declaración de impuestos. Permitiendo desenmascarar el
fondo político que subyace en su juicio.
Un
resultado que nos lleva a preguntarnos sobre ¿cuáles son esas razones que
desataron todo este proceso de persecución política contra Manuel Rosales?
Sin
duda, la primera de ellas es la corajuda decisión de Rosales de enfrentar
democráticamente al difunto Hugo Chávez en el proceso electoral presidencial de
2006. Pese a tener todas las de perder y además estar consciente de ello,
Manuel Rosales emprendió la dura tarea de reconstruir la confianza en el camino
democrático para salir de esta pesadilla. Digan lo que digan sus detractores y
adversarios, nadie puede negarle el mérito de ponerse al frente, junto a
Teodoro Petkoff y Julio Borges, de ese complejo proceso en un tiempo en el que
la indiferencia se había apoderado del pueblo venezolano tras los sucesivos
fracasos del 11 de abril de 2002, el paro petrolero, los militares de Plaza
Altamira, la derrota del Referéndum Revocatorio y para colmo el progresivo
incremento de los precios petroleros, el desaforado populismo de las misiones y
la avasallante propaganda oficial que hacían ver al régimen como inderrotable y
eterno.
Se
pudieran seguir señalando abundantes razones políticas para mantener
injustamente preso a Manuel Rosales, pero solo añadiré una más: la naturaleza
popular de su liderazgo.
En
2006 Rosales logró que mucho más de cuatro millones de venezolanos se
sacudieran la abulia en la cual habían caído después de todos los fracasos
señalados. Fue una lucha tenaz, no sólo para enfrentar al régimen sino a todos
aquellos que desde la oposición seguían empecinados en seguir la absurda línea
de la abstención electoral que nos llevó a la desastrosa decisión de entregarle
el poder absoluto al chavismo en el año 2005. Situación aprovechada por el
régimen para blindarse hasta más no poder con su control de todos los poderes
públicos.
Ese
primer logro motivador, permitió que la oposición democrática venezolana le
propinara el 2 de diciembre del 2007 la primera gran derrota electoral nacional
al entonces todopoderoso Hugo Chávez en el Referéndum de la Reforma
Constitucional. Resultado que fue posible gracias al aporte de parte importante
del electorado chavista que le dijo NO a su pretensión de hegemonía perpetua y
en cuyo convencimiento jugó un papel fundamental el rol unificador del
liderazgo de Rosales quien se puso al frente de esa extraordinaria campaña. Un
proceso que condujo a la formación de la Mesa de la Unidad Democrática a partir
de 2008 y que hoy nos tiene a las puertas de un cambio democrático definitivo
para el país.
El
“Pranato” que desgobierna a la nación le está cobrando a Manuel Rosales su
convicción democrática, su coherencia y su liderazgo popular.
@FariasJoseLuis


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