Por David Morán Bohórquez
El país está viendo
desaparecer dos importantes conglomerados industriales. El petrolero, el de
Pdvsa, y el de alimentos, el de Industrias Polar. ¿La causa? Una sola. La
prepotente estupidez de eso que algunos llaman marxismo y que en Venezuela se
ha conocido, en una versión corporativa, como chavismo.
El chavismo es el devenir de
un partido político en el poder en una “corporación mafiosa” donde los
principios son la lealtad al “líder” (o capo o pran), la corrupción como forma
de “progreso”, la sumisión de las bases (o empleados públicos) y el chantaje
como herramienta básica de control. En el plano institucional desarrollaron la
politización de la justicia y del resto de los poderes de El Estado. La
degradación de los derechos de propiedad, la intervención de los mercados
(laboral, de bienes y cambiario) y la ausencia de contabilidad pública cierran
la caracterización.
Los casos de Pdvsa y Polar son
muy similares en cuanto a los resultados: ambos grupos industriales mueren en
las manos del “chavismo” (hoy madurismo). Pero las causas son diferentes. En
Pdvsa, de propiedad estatal, por el control político, que sustituyó el mérito
profesional por la militancia corporativa (no partidista). En Polar, de
propiedad privada, por su profesionalismo independiente. La corporación no
tolera centros de rentabilidad que no pueda controlar.
Pdvsa: La suicida política del
“menos por menos”
El crudo marcador de
Venezuela, el Merey de 16 grados API, es el que vende a menor precio entre
todos los crudos de la cesta de países de la Opep. En marzo promedió US$ 25,83
por barril. Se vendió unos 9 dólares por debajo del barril de Arab Light
(US$ 34,65) o del Qatar Marine (US$ 35,49) y unos 13 por debajo del Sahara
Blend (US$ 39,41). La producción actual del país es mayoritariamente de crudos
pesados, ácidos (alto contenido de azufre) que sólo pueden ser procesados en
refinerías de conversión profunda. La militancia de Pdvsa fue incapaz de mantener
unos adecuados niveles de producción de crudos livianos y medianos en el país,
con caídas asombrosas en la producción de livianos y de gas en el Lago de
Maracaibo, y de livianos y medianos en el bloque oriental de Venezuela.
Los costos de producción de
Pdvsa han escalado exponencialmente. Es una empresa burocratizada (pasó de 40
mil trabajadores en 2001 a unos 120 mil hoy), desprofesionalizada y sin
capacidad de inversión. Recientemente en una cadena nacional, Nicolás Maduro
afirmó que el costo de producción de Pdvsa se encuentra en US$ 24 por barril.
Pdvsa ahora importa crudo
livianos del exterior, principalmente de EEUU, para producir el DCO (Diluted
Crude Oil / Petróleo Crudo Diluído), una forma poco rentable de poder poner en
los mercados la producción local de crudo pesado. Las importaciones de crudo
liviano promediarán unos 95 mil barriles diarios en el segundo trimestre de
2016 según datos de Reuters.
Como vemos en el gráfico de
abajo, la producción de petróleo del país ha caído a febrero de 2016 a 2,529
millones de barriles diarios, una caída de 204 mil barriles por día en apenas
15 meses, mientras que los precios pasaron de 54 dólares en diciembre de 2014 a
24,20 en febrero de 2016. El vender menos crudo cuando bajan los precios no
solo indica la incapacidad de Pdvsa de elevar la producción, sino también su
incapacidad de mantenerla.
La semana pasada, las 4
grandes empresas prestadoras de servicios petroleros para Pdvsa anunciaron que
reducirían sus operaciones en el país ante la imposibilidad de Pdvsa de
honrarles sus servicios, ya que tienen un monto de cuentas por cobrar a la
estatal petrolera superior a los 2.300 millones de dólares.
El socialismo corporativo
destruyó a Pdvsa, que es hoy una empresa endeudada, sin flujo de caja libre,
sin crédito financiero internacional, que agotó el crédito comercial, con
varios juicios internacionales por pagos en camino, con costos crecientes de
producción y con pérdida de activos productivos, como refinerías.
Pdvsa está en “alerta roja”.
Su destrucción tiene impactos descomunales en la economía del país y no puede
pasar por debajo de la mesa.
Industrias Polar, el objetivo
de la “corporación”
Polar es el grupo industrial
que tiene el mejor contrato colectivo para sus trabajadores, cuenta con un
equipo de profesionales de primera línea con larga trayectoria dentro del grupo
de empresas, es el que paga más impuestos en el país, apoya más al deporte, a
las comunidades, a la cultura. Y es el que produce la mayor cantidad de comida
de altísima calidad a precios regulados.
La “corporación” en el poder,
al establecer un control de cambios, secuestró al país privado la libre
convertibilidad del bolívar, y se adjudicó para ella la decisión de a quién
vender las divisas del país, prohibiendo además las transacciones que pudiesen
hacerse en un mercado paralelo.
Consistentemente se ha negado
venderle divisas a Polar, que las necesita como cualquier empresa en cualquier
país del mundo, para adquirir equipos, tecnologías y materias primas en el
exterior. Previamente le había regulado los precios de sus productos, a
márgenes de ganancias mínimos, mientras que en país el propio gobierno desataba
la hiperinflación, hoy la más alta del mundo.
El pranato gobernante también
compró a unos pocos líderes sindicales que aceptaron el beso corrupto del
gobierno, para que adelantaran paros y denuncias sin fundamento sobre el manejo
profesional del conjunto de empresas. La tiene sometida desde hace años a
inspecciones, a veces diarias, de sus instalaciones. Ha hecho campañas de
propaganda para criminalizar a sus empleados y obreros. Les ha confiscado
activos de producción como galpones. La distribución de sus productos se hacen
según las guías que establecen en el pranato.
¿Qué persigue la “revolución”
con el cierre de Industrias Polar? Cerrar la última gran empresa privada
nacional, y convertir a la sociedad venezolana, como en Cuba, en un país de
mendigos, artistas, artesanos y mínimos empresarios, es decir, que la sociedad
entera no tenga posibilidad alguna de crear abundante riqueza. Con ello
pretende el control político perpetuo.
Ya, como ha sucedido con los
medios impresos, que han salido de circulación porque el pranato se negó a
venderles las divisas para adquirir el papel que no se produce en Venezuela,
Polar ha tenido que cerrar varias líneas de producción porque no le han vendido
las divisas para adquirir materias primas. La más reciente, la línea de
producción de cervezas por falta de cebada.
La ruina de Pdvsa y el cierre
de Polar significaría el final de centenares de años de esfuerzos productivos.
Un daño tan grande, que llevaría muchos años al país para recuperarse. Este año
el país, en crisis humanitaria, cerrará este año con un PIB per cápita similar
al que tuvo en los años 1930s, antes de la irrupción del petróleo en nuestra
sociedad. Y éramos el país más atrasado de América Latina.
El venezolano tiene el deber
de evitar la ruina del país. Y tiene historia y con qué hacerlo.
23-04-16
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