Páginas

domingo, 24 de abril de 2016

La esperanza en la desesperanza, por @FelixPalazzi



FÉLIX PALAZZI 23 de abril de 2016
@FelixPalazzi

En las actuales condiciones muchos son arrastrados por la desesperanza. Esta parece ser el elemento común que une el sentir de una gran parte de nuestra población; y es que, ante la gravedad de la situación actual, sobran argumentadas razones para hundirnos en la desesperanza. Sin embargo, erramos al creer que la cura a la descomposición de lo que vivimos a diario está en evadir la realidad, o creer que la veracidad y la lógica de nuestros argumentos se imponen ante el ritmo y dinámica del tiempo y la historia.


En la carta a los Romanos San Pablo se refiere a Abraham con una expresión que ha cautivado la atención de no pocos intelectuales y políticos a lo largo de la historia. Él habla de vivir la “esperanza contra toda esperanza”, “spes contra spem” (Rom 4,18). En la historia universal reciente, podemos recordar al italiano Giorgio La Pira, quien recurrió incesantemente a esta expresión como actitud fundamental para reconstruir a la Italia destruida y dividida por la guerra. Ante las múltiples y argumentadas razones que tenían los italianos para desesperarse, se impuso la necesidad y la urgencia de rescatar la esperanza para poder reconstruir el ánimo nacional. Quien vive la “esperanza contra toda esperanza” descubre el coraje y la paciencia de afrontar lo que parece inconfrontable, desafiar lo que parece indesafiable y de osar lo inosable.

Las definiciones que suelen asociarse a este concepto nos hablan de un estado de ánimo, de las expectativas en que ocurra algo. En nuestro país, para bien o para mal, han cambiado las cosas. El ritmo de la historia y el paso del tiempo no pueden detenerse aunque algunos se empeñen, absurda e infructuosamente, en tratar de “eternizarse” o regresar al pasado. Es cierto que nuestra esperanza está construida de muchas esperas diarias. Pero la esperanza no es únicamente la realización de todo aquello que nosotros esperamos. Es mucho más. Es una actitud, un talante que mueve nuestras esperas.

Comúnmente confundimos a la esperanza con un simple optimismo o un estado de desconexión de la realidad. Hay quienes comercializan con la esperanza ofreciéndola como una actitud “esotérica” o una simple herramienta para lograr el éxito. De este modo, quien vive “contra toda esperanza” tendría un doble pecado, el de ser un pesimista y además estar destinado cósmicamente al fracaso.

El Papa Francisco comentaba en una homilía que “la esperanza no es lo mismo que el optimismo, no es la capacidad de mirar las cosas con buen ánimo e ir hacia delante. No. Esto es optimismo, no es esperanza. La esperanza no es una actitud positiva ante las cosas. La esperanza es algo más, algo distinto” (...). “Los primeros cristianos la representaban como un ancla: un ancla que nos fija en la orilla”. Y concluyó su homilía diciendo: “estamos en espera. Esto es un parto. La esperanza es la dinámica de dar vida”.

La esperanza a la que nos referimos es el ancla que nos une a nuestra historia. Es una dinámica que nos lleva a compartir la vida, a servir a los que más lo necesitan, a actuar buscando el bien de todos, a superar las barreras. Esta esperanza es muy distinta a la que nos quieren vender como simple clave del éxito. El verdadero éxito no consiste en el éxito mezquino de mis deseos individuales, sino en la apuesta y el servicio por el bien común de todos.

“Esperar contra toda esperanza” es una dinámica de vida que nos debe anclar mucho más en nuestra historia y ayudar a entender que necesitamos construir un futuro juntos a pesar de que todo parezca ser contrario.

Felix Palazzi
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico