Por Félix Seijas
El camino hacia el revocatorio
comenzó, quizá más tarde de lo que la oposición necesitaba, pero comenzó. De
igual manera, pronto se formalizará el inicio de otro camino paralelo: el de la
reforma. Ambos caminos son empedrados y plagados de obstáculos dignos del
torneo Ninja Americano.
Las posibilidades de llegar
con éxito al final son remotas. Sin embargo, la oposición debe intentarlo con
todo el ímpetu posible. No hacerlo produciría un malestar enorme entre quienes
confiaron en ella el pasado 6-D, así como en quienes, sin haberle dado su voto,
de igual manera esperan que la MUD motorice el cambio que ansían. El compás de
espera aún está abierto. Todas estas personas están a la expectativa. Ellos
saben lo accidentado de la ruta, pero confían en que la oposición hará lo que
tiene que hacer.
Ahora bien, ¿qué ocurre si
todos los obstáculos que serán colocados en la vía evitan que el revocatorio
pueda ser realizado este año (antes de que revocar implique que asuma el
Vicepresidente)? Llevar a cabo la consulta en tales circunstancias significaría
un revés catastrófico para la oposición. Imagínense a la Mesa de la Unidad
Democrática convocando para votar en un referendo en el cual la “victoria” sea un
cambio de Presidente pero no de Gobierno. La desmotivación en el voto opositor
que generaría tal escenario podría incluso conducir a la ratificación del
Presidente Maduro en el cargo. Por eso, si se llegase a determinar que el
revocatorio no puede ser ejecutado este año, la oposición deberá retirar la
puja por el evento.
Sabemos que la MUD debe
concentrar sus esfuerzos en sortear los obstáculos a tiempo. Pero también debe
plantearse el cómo proceder si llegase el momento de retirar la propuesta del
revocatorio. La manera en que lo haga y el manejo mediático de la situación,
son fundamentales para que la acción, de presentarse, no haga mella en el ánimo
del elector opositor ni en la confianza de éste en la Unidad. Para eso hay que
estar preparados, hay mucho en juego. La oposición lleva tiempo labrando fuerza
electoral y se ha posicionado como alternativa válida al Gobierno. Tal tarea le
reportó la victoria el 6-D y ese es el trabajo que debe continuar ocupando la
agenda de la MUD, ya que cualquier desenlace deseable pasa por una consulta al
soberano.
Aún más, la próxima contienda
programada en agenda son las elecciones regionales de este año. Hasta el
momento, muy poco se habla de ello; y es que hasta ahora esa era la estrategia
correcta. Hubiese caído muy mal que la oposición pusiera en la palestra a las
regionales sin antes haber iniciado formalmente alguno de los caminos
constitucionales para el cambio de Gobierno, que tanto ha prometido, y que es
deseado por no menos del 65% de la población. Pues bien, ya que lo del
Revocatorio está andando y ocupa la vitrina de la atención nacional, hay que
empezar a hablar de las regionales. No se trata, por supuesto, de colocarlas a
competir en visibilidad con el asunto del cambio de Gobierno; ellas deben
mantener un perfil bajo. Pero tienen que estar allí, presentes, claramente en
agenda como uno de los pasos en una estrategia amplia que ocupa el trabajo de
la oposición.
Si esto no sucede, se corre el
peligro de que dicha elección se perciba como premio de consolación si llegase
a ocurrir que los mecanismos en marcha, como por ejemplo el revocatorio, no
cristalizaran y debieran ser retirados por la MUD. Una situación como esa
afectaría el ánimo del votante opositor y podría colocar en riesgo la victoria
en algunas gobernaciones. Por otro lado, no parece sano el mantener “atajados”
a los aspirantes a gobernadores, quienes de una forma u otra, están haciendo
sus movimientos en pos de sus objetivos. Sin lugar a dudas que resulta mejor
que tal concierto se ejecute en orden y de manera abierta, para así potenciar
lo que desde ya podría avizorarse como una segunda debacle electoral para el
oficialismo.
21-04-16
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