Por Dalila Itriago
Jesús Rodríguez, un joven
zuliano que vive en la avenida Esmeralda en Los Magallanes de Catia, jamás sabe
cuándo tendrá agua en su casa. El Plan Especial de Abastecimiento
Metropolitano, vigente desde el 4 de marzo de 2016, de la parroquia Sucre del
municipio Libertador, indica que debe tener suministro los jueves y domingos, y
los miércoles y sábados en la noche. Sin embargo, a veces pasa hasta dos
semanas sin recibir una sola gota.Anteriormente llamaba a sus amigos para
preguntarles si podía asearse en sus casas. Un día, incluso, se fue a bañar al
Ávila. Ahora aprovecha las duchas de la empresa en la que trabaja. El agua para
preparar la pasta o el arroz también la obtiene de esos grifos. Es un viaje
largo desde La California hasta Catia.
Rodríguez no es el único que
sufre estas restricciones. Todos los que viven en Caracas, los Altos
Mirandinos o los Valles del Tuy desde el año 2014 padecen un programa de
racionamiento, que ha sido modificado otras cuatro veces en dos años, sin que
hasta hoy se sepa cuándo finalizará.
Los planes. El 6 de mayo de 2014 fue anunciado el primer programa, que el entonces ministro de Ambiente, Miguel Rodríguez, bautizó con el nombre de Plan de Abastecimiento para Caracas, para enfrentar el período de sequía que se registraba en todo el país. La idea era restringir el consumo en época de lluvias para ahorrar el recurso cuando escaseara, entre los meses de noviembre y abril. El déficit en el área metropolitana era de 2.500 litros por segundo, indicó.
Los planes. El 6 de mayo de 2014 fue anunciado el primer programa, que el entonces ministro de Ambiente, Miguel Rodríguez, bautizó con el nombre de Plan de Abastecimiento para Caracas, para enfrentar el período de sequía que se registraba en todo el país. La idea era restringir el consumo en época de lluvias para ahorrar el recurso cuando escaseara, entre los meses de noviembre y abril. El déficit en el área metropolitana era de 2.500 litros por segundo, indicó.
Las condiciones no
mejoraron. En agosto de 2014 el presidente de Hidrocapital, Ernesto Paiva,
anunció que el programa de suministro seguiría: “El plan se mantiene, no
tenemos una fecha tope. Dependerá de los niveles de los embalses y de la
evolución de las lluvias”.
No llovió y el país llegó a
enero de 2015 con un tercer ajuste, que llamaron Plan Especial de
Abastecimiento de Agua Potable. Esta vez justificado por el “período de sequía
intensificado por el fenómeno climatológico El Niño”, que había impedido la
recuperación de los niveles de los embalses.
Después de 20 meses de
racionamiento, el 4 enero de 2016 comenzó el cuarto plan para la Gran Caracas y
ciudades satélites. Hidrocapital hizo nuevas reprogramaciones. El servicio
desapareció en 99% de las localidades delimitadas: “En los lugares en los que
el corte de agua era de solo un día, pasará a ser de dos, para garantizar la
estabilidad de las reservas”, declaró Guillermo Barreto, ministro de
Ecosocialismo y Aguas.
En Caracas, el racionamiento
se intensificó lunes y martes. En los días miércoles y jueves habría más zonas
sin cortes, según el plan. Solo la parroquia La Pastora, que comprende 13,
tendría bombeo diario durante toda la semana. Otras 43 zonas del municipio
Libertador, además de la parte alta de Baruta, registrarían racionamiento un
solo día a la semana. En ciudades satélites como Guarenas y Guatire, así como
en los Altos Mirandinos se oficializó un programa de racionamiento que se
ejecutaba desde 2015, sin que Hidrocapital informara nada al respecto.
Tampoco bastó. En marzo de
2016 Hidrocapital presentó el quinto plan sin explicar, otra vez, hasta cuándo
se mantendría vigente. El cronograma, que está vigente, restringe el servicio
de dos a cuatro días. Y si bien hasta enero La Pastora contaba con servicio
diurno durante toda la semana, en el nuevo calendario aplicaron restricciones
los días lunes, miércoles jueves y viernes. En 6 parroquias, de una vez por
semana, usualmente los domingos, pasaron a tener dos días de racionamiento.
Baruta y El Hatillo quedaron con cuatro días sin abastecimiento.
Tatiana Noguera, presidente
del Instituto Municipal de Aguas de Sucre, informó que en las zonas populares
el problema es más grave: “Ponen a funcionar los alimentadores principales
entre dos días y medio y tres. Este nuevo régimen hace que los lapsos de
suministro se extiendan entre 15 y 21 días. Entonces, si el agua llegaba una
vez a la semana, ahora llega una vez al mes”, asegura.
Noguera lamenta que la
respuesta de Hidrocapital sea tan informal. A cada oficio o comunicación
enviada desde el IMAS, la respuesta es un tweet: “@HIDROCAPITALca informa que
el Plan de Abastecimiento se sigue ejecutando tal cual lo estipulado en la
parroquia Sucre @IMASucre”.
La última reunión fue en
mayo, luego de una protesta de los vecinos de la Zona 10 del barrio José Félix
Ribas. La Defensoría del Pueblo sentó a los actores involucrados, pero después
de eso no se volvieron a ver: “No tenemos acceso a los embalses, no podemos
verificar sus niveles. Nosotros hacemos oficios, procuramos hacer mesas de trabajo,
pero la única respuesta que tenemos es un tweet”, recalca Noguera.
Tarea pendiente.
Especialistas insisten en que el problema de la falta de agua en Caracas es que
se le ofrece una solución coyuntural (planes de racionamiento) a un problema
estructural: hace falta terminar el Sistema Tuy IV, compuesto por una presa
sobre el río Cuira, una estación de bombeo y 72 kilómetros de tubería que
conectarían con la planta de Caujarito, en Charallave, donde se empalmaría con
el Sistema Tuy III. Esto aportaría 21.000 litros de agua adicionales por
segundo al área metropolitana.
El proyecto que ha contado
con 11,61 millardos de bolívares y que ahora se espera para el año 2017, fue
anunciado anteriormente para 2005, 2012 y 2013. El ex presidente de
Hidrocapital, José María de Viana, lo ve claro: “La población de la ciudad
creció 34% y durante este tiempo no se construyó ni una sola obra nueva. Se han
dedicado a hacer otras cosas. La gerencia no es profesional. El embalse de
Cuira tenía que estar construido hace 10 años”.
Roger Martínez, profesor
jubilado de la Universidad Simón Bolívar en el Departamento de Planificación
Urbana, atribuye la falta de agua a las fugas en el sistema de distribución:
“Es una grosería que se envíen a Caracas 18.000 litros por segundo y se pierdan
4.000 en el camino. Como no se mide, no se sabe con exactitud cuánto en
realidad llega a la ciudad. Tú puedes tener el río Orinoco al lado, pero si no
tienes una buena red de distribución no te alcanzará”.
El jefe del departamento de
Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV, Abraham Salcedo, dijo: “Los embalses
no tienen la capacidad suficiente para almacenar el agua que se necesita y,
además, hay mucha pérdida por el daño de las tuberías”.
10-10-16
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