Por Pompeyo Márquez
Vivimos la era del
conocimiento. Muy a propósito, recuerdo la anécdota del tornillo: se paralizó
una máquina sofisticada producto de los avances tecnológicos y se llamó a un
técnico para su reparación; puesta a funcionar de nuevo pasó la factura por sus
servicios en los términos siguientes: precio del tornillo, un dólar; por su
colocación 1.000 dólares. Ante la pregunta sobre aquella desproporción la
respuesta fue que esos mil dólares representan años de estudio y experiencia
para poder determinar dónde estaba la falla, –en este caso en un tornillo–,
seleccionar la herramienta adecuada y la forma de instalarlo; todo ello
determinaron los honorarios. Así es la era del conocimiento que vive la humanidad.
Esta explicación la hacemos
a propósito del caso venezolano. Hubo un periodo muy reciente cuando estábamos
entre los principales países de América Latina, en promedio con un alto
porcentaje de clase media, de técnicos de las más variadas especialidades; hoy
hemos dado un salto atrás de proporciones gigantescas.
Nuestro país sufre una gran
descapitalización después de un largo período con los más altos ingresos de
toda su historia, a lo cual hay que añadir los recursos financieros
provenientes del endeudamiento del país. Solamente la deuda con China sobrepasa
los 60 mil millones de dólares, y no estamos en condiciones de cancelar la
cuota correspondiente al 2017. Aunado a la descapitalización financiera
observamos el número de técnicos, de especialistas que se han ido del país, y
ese es el caso específico de Pdvsa. Son muchos los errores cometidos en el
manejo del recurso humano: gerentes, técnicos, obreros especializados.
Estamos en presencia de un
deterioro escandaloso de la que fue considerada como una de las primeras
empresas del hidrocarburos del mundo; la baja en la producción no tiene
parangón, sumado a la ausencia de mantenimiento y la elevación del índice de
accidentes que van desde Amuay, pasando por El Palito que tiene 7 meses
paralizado,y culminando en Puerto La Cruz. El colmo de los colmos es que
importamos gasolina de los Estados Unidos y tenemos que comprar insumos para
que funcione la refinería de Curazao.
No será fácil pero
Venezuela, con el apoyo de los demócratas del mundo, está en capacidad
–haciendo converger talentos y recursos financieros–,de reconstruir a una
patria maltrecha por un grupo de irresponsables e incapaces empeñados en
imponernos un modelo fracasado “a la cubana” que tantos sufrimientos ha
ocasionado a los habitantes de la isla caribeña y ahora a nosotros.
Con esa solidaridad de los
demócratas del mundo y mediante la firma de un acuerdo nacional en torno al
cual se unifique el país, tomaremos definitivamente conciencia de que unidos sí
se puede.
16-10-16
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