Por Miro Popic
La receta de los ravioli,
plato italiano (sic) es muy detallada y completa, llena de detalles e incluso
con la manera de preparar la masa, tomada seguramente de una persona que los
cocinaba, y muy bien
Dos hechos son determinantes
en nuestra historia de la pasta en el país, ambos del período republicano. Uno,
la instalación de las primera fábricas de fideos en 1846, en el puerto de La
Guaira, según documenta el cronista de esa ciudad Enrique Rivodó, mientras que
en Caracas fue en 1879 por un señor llamado León Suarez y luego por Luis
Allegri quién en 1884 registró la marca La Genovesa.
Dos, la llegada organizada
de los primeros emigrantes italianos, más bien elbanos, procedentes de
Marciana, de la isla de Elba, que se instalaron en la región de Los Andes,
Mérida y Trujillo, a partir de 1837, siguiendo recomendaciones de Agustín
Codazzi al propio Libertador a comienzos de la República. La contribución de
estas familias ítalo-venezolanas que se fueron formando, se vio, tal como lo
cuenta Mariano Picón Salas, en Memoria de Antonio Spinett Dini, "... en
ciertos hábitos alimenticios, en el aseo y adorno de casas de jardines, en el
gusto por la música, fiestas y otras formas de relación social. En muchas casas
merideñas se comían muy sabrosos ravioles el día domingo, circulaba el vino
italiano, las garrafas de Chianti o de Aleático que los parientes distantes
mandaban a sus hijos, nietos y sobrinos ultramarinos...".
En los equipajes de estas
emigrantes, como lo narra Miguel Ángel Burelli Rivas, venía
"... pequeñas maquinarias domésticas para amasar la harina y fabricar
las pastas, para tostar el café y molerlo, el fonógrafo y los discos, los
condimentos...".
En el primer libro de
recetas venezolanas, del merideño Tulio Febres Cordero, de 1899, Cocina criolla
o Guía del ama de casa, aparecen ocho recetas de pastas, en el siguiente orden:
macarronada criolla, macarronada italiana, macarrones con ostiones, macarrones
en pura salsa de tomate, macarrones con papas, ravioli plato italiano más una
versión breve, y sopa de tallarines. Como no indica la manera de preparar los
macarrones y tallarines, se presume que se trataba de productos industriales,
tanto de los que habían comenzado a ser importados por Maracaibo como a los que
se producían en las diferentes fábricas ya instaladas en diferentes partes del
país.
A falta de horno, las
macarronadas se ponían a fuego lento en un sartén tapado con una lata con
brasas encima. La macarronada criolla llevaba solo queso, tomates y un sofrito.
La macarronada italiana era más compleja, se elaboraba con carne de res o de
marrano, además de "suficientes ruedas de tomate riñón o conserva de lo
mismo, cebollas de cabeza, ajos bien majados, apio de Castilla en poca
cantidad, perejil, una hoja de albahaca extranjera, pimienta, unos tres clavos
de comer, aceite y manteca". La receta de los ravioli, plato italiano
(sic) es muy detallada y completa, llena de detalles e incluso con la manera de
preparar la masa, tomada seguramente de una persona que los cocinaba, y muy
bien. Posiblemente de su propia esposa, Teresa Carnevalli, descendiente de los
primeros emigrantes elbanos llegados a Mérida.
15-10-16
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