Luis Manuel Esculpí 11 de octubre de 2016
Cae la
tarde del domingo, transito por la avenida Urdaneta, en la isla antes de llegar
a la plaza Candelaria observo a un anciano con dos aros de plásticos,
comúnmente usados para hacer gimnasia rítmica. El cambio de la luz del semáforo
me impide ver su ejecución.
Casualmente
el día siguiente en las redes sociales leo un reportaje titulado: ” Abuelitos
se rebuscan vendiendo en las avenidas caraqueñas”. El primer entrevistado
homónimo del secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba señala que lo que
percibe con su pensión, no le da para adquirir alimentos y medicinas, por lo
que recolectó artículos que no utiliza y los vende con ayuda de su esposa en la
avenida Fuerzas Armadas.
En las
esquinas de Caracas últimamente proliferan los malabaristas, muchos con sorprendentes
habilidades y destrezas. Quienes no las poseen portan un limpia vidrios y
envase con agua enjabonada, disponible siempre para aplicarse en los parabrisas
de los vehículos.
A
nivel de la clase media -sector también muy golpeado por la crisis- se han
multiplicado las llamadas ventas de garaje, recopilando igual que el señor que
vende en la esquina de una avenida materiales que ya no usa, la diferencia es
que la ofertan en espacios residenciales.
Un
amigo profesor universitario recientemente comentó que tuvo que abrir tres
nuevos agujeros a su cinturón, y esa labor que antes realizaban por cortesía,
ahora cuesta cien bolívares la apertura del trío.
Breves
relatos que podrían integrar un extenso repertorio, seguramente cada uno de los
amigos lectores posee disímiles anécdotas que reflejan nuestra dramática
realidad.
Si
añadimos lo que está ocurriendo con las embarazadas, los neonatos en los
hospitales y con los niños en general, podremos concluir en la necesidad de la
atención prioritaria que junto a los ancianos, requieren esos sectores que son
los más vulnerables de la sociedad.
La
cúpula gobernante predica un falso nacionalismo, mientras mantiene una conducta
obsecuente con el régimen de los Castro, más que permitido ha facilitado la
presencia de agentes cubanos en áreas estratégicas tales como: registros y notarías,
puertos y aeropuertos, el servicio de identificación e inmigración (SAIME), los
cuerpos de seguridad del estado y según denuncias de oficiales en situación de
retiro, hasta en las propias Fuerzas Armadas Nacionales.
Durante
los años noventa después de la caída de la Unión Soviética, Cuba vivió un
periodo de una aguda crisis económica, que impuso severas restricciones a las
ya existentes, como consecuencia del fracaso de un modelo, aumentaron el racionamiento,
los apagones y las penurias que sufrían los cubanos.
Los
venezolanos tenemos que ingeniarnos para redondear los escasos ingresos que a
diario se consume la inflación, igual para adquirir alimentos y medicinas.
Inventamos, traspasamos y reciclamos autopartes y repuestos para
electrodomésticos.
Estamos
viviendo nuestro propio periodo especial, lo afirmamos sin exagerar,
consecuencia de la irresponsabilidad al insistir en imponer un modelo
fracasado.
Confieso
que no creía podíamos llegar a una situación como la que vivimos, pensaba que
las alertas tempranas que surgieron eran meras elucubraciones, que un país como
el nuestro no conocería las estrecheces, carencias y empobrecimiento general
que ahora sufrimos. Sin duda me equivoqué.
Insistimos,
superar la situación actual pasa necesariamente por el cambio político, este
fin de mes puede ser un punto de inflexión en ese rumbo, se anuncia una
formidable movilización de tres días que puede marcar un hito y desbrozar la
ruta para alcanzar la urgente y necesaria transformación que posibilite el
tránsito hacia un país de progreso en paz.
Luis
Manuel Esculpi
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