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sábado, 11 de noviembre de 2017

El discurso del método por @cgomezavila


Por Carolina Gómez-Ávila


Eso pienso que necesita la Mesa de la Unidad Democrática: un método unitario. No ideología única, no candidato único. No es un problema abrir la puerta a disímiles propuestas siempre que todas cumplan la condición sine qua non incluida en su denominación: procederes democráticos. Y creo que vale la pena subrayar que de fondo y forma.

Además, como no es posible que acuerden acciones concretas quienes no coinciden en intereses prácticos, la realpolitik aconseja que este método sea definido únicamente por quienes tienen opciones reales de obtener el poder. ¿O es que hay otro interés práctico que llegar al poder?

Así que el método debe ser democrático -de fondo y forma- y definido por los partidos políticos que están habilitados legalmente para participar en elecciones. Nadie más. Porque hasta ahora definir el método ha sido como poner de acuerdo, para preparar un paseo familiar, a quienes viven con usted bajo su techo con el resto del vecindario, algunos asesores independientes de viajes y empresas de toda índole (no sólo turísticas y hoteleras), sin dejar que alguno de ellos se imponga sobre los demás. Es imposible que eso funcione.

El valor participativo de la sociedad civil organizada en la lucha por la democracia está circunscrito a ofrecer las asesorías que se le pidan y toda la difusión necesaria en su radio de acción, nunca para intentar imponer métodos y mucho menos para funcionar como aspirantes al poder.

Por cierto, no es casualidad que la disidencia chavista no haya querido unirse a la MUD. Es hora de abandonar esa ilusión porque su difunto líder condujo un proyecto de revolución (“no se confundan, esta es una revolución pacífica pero armada”) para eternizarse en el poder (“esta revolución llegó para quedarse”) y ambas premisas definen íntegramente su carácter antidemocrático: es un proyecto abiertamente contrario a la alternancia y dispuesto al uso de la violencia para su objetivo. Es bueno insistir en que no existe tal cosa como el “chavismo democrático” sino como un oxímoron político.


Pero he ahí a la MUD, arrastrando el sueño imposible de captar a la disidencia chavista y feneciendo bajo el peso de su gemelo mitótica: el grupo que pide invasión extranjera, alzamientos militares o un estallido social producido y dirigido por Spielberg y Lucas, cuyo final épico será “la salida” de la dictadura. Cuando la realidad aplastante les exige que haya un método para “construir las condiciones electorales que conduzcan a una salida política, constitucional y democrática para el pueblo venezolano”, que es el interés práctico anunciado por la MUD en declaraciones que en su nombre dio Luis Florido el jueves pasado. Objetivo que luce democrático en forma y fondo, por lo que quienes se oponen o tienen intereses prácticos incompatibles con él, deben ser puestos al margen del proceso de definición del método de inmediato.

Y una vez definido, hacer que el discurso de todos los líderes reitere que la MUD es una alianza con fines estratégicos, una plataforma de partidos políticos y que cada uno de esos partidos representa una alternativa democrática, de fondo y forma. Ese discurso debe brindarnos elementos concretos que nos permitan confiar en que la conducción política de la MUD es exclusiva de los partidos políticos, de modo que no inciden en ella los Poderes Fácticos a través de Organizaciones No Gubernamentales, ni las agrupaciones cuyo camino legal al poder está frustrado o suspendido y sólo podrían optar a la insurgencia a través de nuevos grupúsculos cada vez más cercanos a la ilegalidad. Este sería un discurso que reitere a la población la necesidad de perseverar con disciplina en la obtención del objetivo y le dé modos de insertarse, incluyendo formas de convivencia con la base oficialista. Este es el discurso al que aspiro por parte de la Mesa de la Unidad Democrática. Nada menos que el discurso del método.

11-11-17




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