Julio César Arreaza B. 06 de enero de 2019
Nos ha
conmovido en estos días de Navidad el relato del Evangelio sobre los niños
inocentes que fueron asesinados por orden del rey Herodes, en su deseo de
acabar con Jesús. Narra la historia que al verse burlado el tirano por los
Magos, quienes regresaron a su tierra por otro camino, montó en cólera y mandó
matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores. Se
cumplió así la profecía: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;
es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”.
Jesús es un niño perseguido por Herodes para matarlo. María y José lo dejan
todo para salvarle. Herodes es un tirano como tantos otros de nuestro mundo.
Creyéndose dioses destruyen personas y pueblos.
Resulta
escalofriante escuchar o leer la historia de los crímenes cometidos por
Herodes, pero mucho peor registrar 2.019 años después que en Venezuela acaba de
morir un bebé de cinco meses por desnutrición en el Hospital Central Dr.
Luis Ortega. Constituyen casos
corrientes en esta sufrida patria gobernada por un régimen forajido que ha
sepultado la soberanía popular. Aumenta cada día el número de niños que mueren
por falta de atención médica, comida o asesinados por la violencia enseñoreada.
Solo un Estado criminal es capaz de impedir que se abra el canal humanitario,
con lo cual ha decretado en los hechos “La Generación del Hambre”. Son muchos
los reportajes que muestran crudamente los efectos del hambre en una generación
de niños venezolanos, con efectos irreversibles en su desarrollo físico e
intelectual que los incapacita para asumir en su momento la conducción del
país. La tiranía encarna al Herodes de hoy que produce muerte en niños
inocentes y se roba el futuro.
90% de
los venezolanos rechaza a Maduro y hoy resuena a lo largo y ancho del
territorio el grito, el clamor de cambio, que ha sido impedido por la abolición
tiránica de la alternabilidad republicana. Venezuela es una sola protesta por
agua, luz, comida, medicina y trabajo.
El
país exige grandeza de sus líderes. La Asamblea Nacional, único poder legítimo,
tiene en sus manos la conducción hacia la transición, elecciones libres, en
fin, la restitución de la democracia y
la libertad.
Condenable
que el régimen forajido despalille 20 millones de euros para modernizar los
tanques de guerra AMX-30. Las mayorías protestaron por la estafa del pernil y
les faltó el guiso para las hallacas, mientras los buenos para nada continúan
guisando en medio de inmensas penurias.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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