Brian Fincheltub 13 de enero de 2019
@Brianfincheltub
Si en
tiempos donde el chavismo no solo dirigía los hilos de la política regional,
sino que era referencia mundial de la izquierda usted hubiese dicho que
llegaría el día en el que sus aliados se contarían con una mano y sobrarían
dedos, nadie lo hubiese creído. El fallecido Hugo Chávez hizo de su política
exterior un medio eficaz para comprar lealtades y apoyos que le permitieron
durante largo tiempo recibir a cambio silencio, complicidad e impunidad frente
a las tempranas violaciones de DDHH que padecimos los venezolanos desde los
propios inicios de la peste roja. Algo que Maduro no pudo lograr, no porque le
faltarán intenciones, sino dólares.
La
situación de aislamiento internacional de la dictadura madurista no tiene
precedentes recientes en Latinoamérica. De allí la desesperación del dictador y
su mafia en buscar apoyos, una labor infructuosa que precariamente logró
aglutinar a tres dictadores, un títere y el representante de un Estado que no
existe, Osetia del Sur, un nombre que la mayoría de los venezolanos apenas leen
por primera vez. Es así como esta gente pretende decirle al mundo que si gozan
de legitimidad y reconocimiento mundial. Imaginen, es tal el desprestigio de
Nicolás Maduro que ni siquiera Daniel Ortega, quien goza de todo menos de buena
imagen, quiso fotografiarse con él. Pero no descartemos nada, quizás lo hagan
en el futuro en una ciudad holandesa muy conocida por otros violadores de DDHH.
El
aislamiento internacional, aunque coloca a la dictadura en aprietos no impide,
por ahora, que sigan secuestrando el poder, sobre todo cuando la cúpula
madurista ha demostrado que poco le importa cuánto o mucho sufran los
venezolanos si ellos conservan el “mando” en Miraflores. Las acciones que ha
emprendido la Asamblea Nacional en aras de asumir la representación del pueblo
como único poder legítimo frente al mundo y los venezolanos deben ir
acompañadas del esfuerzo de la comunidad internacional para facilitar no solo
el reconocimiento diplomático, sino el acceso a los fondos saqueados y bienes
de la república que no pueden seguir siendo dilapidados por una mafia.
En
este sentido, confío en el valor y la determinación de Juan Guaidó, quien más
allá de representar la Asamblea Nacional, representa una generación que no
tiene nada que perder porque le han robado todo, incluso el miedo. Los próximos
días son decisivos y aunque el país exige acciones rápidas, cada acción demanda
que se tiendan puentes con factores dentro de la Fuerza Armada Nacional y el
chavismo para abrirle paso con la fuerza del pueblo, el acompañamiento del
mundo y el rol institucional de nuestros militares a una transición que permita
el renacer de nuestra Venezuela y la recuperación de nuestra libertad.
Brian
Fincheltub
@Brianfincheltub
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