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miércoles, 2 de enero de 2019

Enrique Ochoa Antich: Oposición puede negociar con Maduro sin reconocerlo como presidente por @contrapuntovzla



Por Vanessa Davies


El año 2018 cerró con un proceso de destrucción nacional y la ausencia de reglas mínimas que permitan el cambio político, concluye el dirigente de la Concertación por el Cambio

-¿Cómo estamos cerrando el año políticamente, en su opinión?

-En primer lugar con un proceso de destrucción nacional que tiene que ver con el tema político, porque la destrucción, en primer lugar es política: de las instituciones, del mínimo de convivencia entre los venezolanos. La fractura que se ha continuado y profundizado entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, eso es parte de la destrucción nacional y eso contribuye a la destrucción económica y social del país.

-Es la fractura institucional, en su opinión, lo que genera todo lo demás?

-Claro, porque no hay unas reglas mínimas que pudieran permitir el cambio político. Pero por otro lado hay una especie de autodestrucción de la oposición, porque ella misma se ha encargado de socavar sus bases, el discurso extremista ha hecho un trabajo de zapa terrible.

-Especialmente en el 2018?

-Especialmente. Fíjate que en la abstención que se acaba de producir tienen, sin duda, una gran responsabilidad quienes eran los llamados a crear una alternativa participacionista que defienda el voto como algo muy importante. Está claro que no lo hemos logrado, que tenemos muchas carencias. Hay un trabajo que ha hecho el extremismo, que es sembrar un nivel tal de desconfianza que produce una desmoralización muy grande en los venezolanos. Yo no creo que el abstencionismo convenza a alguien de ser abstencionista, pero sí ven a unos líderes importantes de la oposición llamando colaboracionistas a quienes queremos participar, diciendo que el voto no tiene sentido, que la salida es por la fuerza, pidiendo una intervención militar extranjera, etc. Diciendo que si se vota nos roban los votos, que el CNE nos truca los votos, etc. Se va produciendo esta destrucción de la condición republicana del venezolano y es muy triste, porque la oposición ha demostrado varias veces que el voto le ha servido como instrumento de cambio: ha ganado elecciones, ha ganado referéndum, hace tres años nada más ganamos la Asamblea Nacional y ahora estamos en esta especie de anomia política que casi conduce a una disolución como referencia política de la oposición.

-Es un pésimo momento para la oposición, pero también es un pésimo momento para el gobierno. ¿Eso hacia dónde nos conduce?

-Creo que solo conduce hacia dos alternativas, si no ocurre lo que yo quiero que ocurra y puede ocurrir que es que aparezca una alternativa democrática fuerte. Las dos opciones, igualmente terribles a mi modo de ver, son: primero, que Maduro pueda eternizarse en el poder, prolongar su estadía en Miraflores y continuar la destrucción del país, de su estructura, de la economía, del salario de los venezolanos, de la salud, de la educación, de los servicios públicos, todo esto que estamos viviendo los venezolanos. Eso puede, por qué no, prolongarse. Recuerdo que hace años atrás yo les decía a algunos que Maduro podría volver a ganar y eso sonaba a una cosa insólita, todo el mundo decía eso no es posible porque estaba el referéndum, y bueno, aquí estamos en el 2018. Y recuerdo cuando en el 2002 nosotros decíamos que esperáramos el referéndum del 2004 en vez de meterse en esa locura del golpe y del paro, y a uno le decían ¿2004? Y aquí estamos en el 2018.

-Ese es un escenario. ¿Y el segundo?

-El otro es que termine teniendo razón María Corina, que al gobierno se le hace tan inmanejable la situación que se desmorona su capacidad de poder en la sociedad y una fuerza multilateral extranjera, en particular Estados Unidos, Colombia y Brasil, intervienen militarmente. Y entonces un gobierno paralelo el que, eventualmente, designe la Asamblea Nacional, se entronicé en el poder y que sea juramentado el Presidente en un portaaviones de la cuarta flota norteamericana. Esa es otra posibilidad.


-¿No hay nada más?

-Hay un tercer escenario que es perfectamente posible y es al que nosotros estamos apostando. Nos estamos dirigiendo a la oposición democrática que comprende que el voto es el instrumento principal para un cambio en Venezuela, y que el diálogo, y la negociación, y la protesta pacífica y la defensa de la soberanía son nuestros valores fundamentales. Nosotros creemos que hay una oposición que también ha sido responsable de esta situación de anomia opositora y abstención; no tanto porque actúe sino por omisión, porque acepta las campañas de las redes, se queda callada, que son en particular Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Capriles y algunos sectores del Frente Amplio. A ellos nos estamos dirigiendo y estamos planteando dentro de la Concertación para el Cambio que nuestra orientación sea tratar de reconformar una nueva unidad opositora pro una unidad posible,

-¿Por qué la unidad posible? ¿Por qué se refiere a esta unidad como la unidad posible?

-Porque la otra, la que pretendió la MUD, la que aún algunos pretenden -de poner de acuerdo al que vota y al que no vota, al que cree que hay que votar y los que no creen que hay que votar, a los que queremos negociar y a los que consideran que dialogar y negociar es un crimen, a los que queremos protesta solo pacífica y a los que quieren protesta violenta- es imposible.

- -Hay otras iniciativas unitarias, por ejemplo, la de Simón Calzadilla y otros parlamentarios que están tratando de mover otra vez una nueva alianza opositora. ¿En qué se diferencia el llamado de ustedes?

--Cualquier unidad que se quiera formar, cualquier esfuerzo unitario tiene que partir de la constatación de un hecho, que es que hay dos visiones. Puede haber matices en cada una de ellas, los matices se pueden superar y la unidad siempre será entre diversos, yo no estoy pidiendo homogeneidad. Pero hay temas en los que, cuando no se está de acuerdo, se convierten en contradicciones antagónicas.

- -¿Por lo que está planteando hay diferencias irreconciliables entre los sectores?

-Hay dos sectores, por eso te digo: Esa unidad entre esos dos factores ahorita no la veo, puede haber algunos acuerdos, una protesta pacífica, si hay una circunstancia en la que el país mismo empiece a pedir una huelga general, de pronto participacionistas y abstencionistas nos metemos en eso, eso es posible. Pero no es posible tener una dirección política común. porque una dirección política común tiene que ver con el diseño y formación de una estrategia.

-¿Por eso está llamando a unos sectores en particular?

-Sí, que son Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Capriles y algunos sectores …… creemos con ellos que se están percatando de que han pecado por omisión.

-¿Esto dejaría a otros por fuera

-A mi modo de ver creo que es difícil que Voluntad Popular pueda entrar y hay sectores de Primero Justicia que también lo creo difícil. Yo veo una contradicción muy marcada entre el discurso de Borges y el de Capriles. Ellos tienen que ir resolviendo qué es lo que están buscando; ahora, si en algún momento dicen Leopoldo y dice Borges que hay que votar, se presenta la reforma de la Constitución y ellos dicen que hay que votar, pues coincidimos.

-¿Serían coincidencias coyunturales, circunstanciales?

-Puede ser que eso lleve a un encuentro otra vez mayor.

-¿No lo ve ahora?

-No lo veo, nosotros quisiéramos pero no lo veo. Les hacemos un llamado a una reflexión seria por lo que ha pasado en estos dos o tres años, que hemos convertido una enorme victoria política como la del 2015, en este pantano en el que estamos metidos, en esta autodestrucción como proyecto político de la oposición.

-Esto está ocurriendo, pero también tiene que ver con una situación política, con ese desmoronamiento de la institucionalidad que nos ha llevado a esta crisis. ¿Eso puede ser distinto para la oposición en el 2019?

-Sí hay un canal de negociación con el gobierno; si la Asamblea Nacional, en la nueva legislatura que comienza ahora, cumple el documento que aprobaron recientemente y abre un canal de solución política, pero no lo remite, como dice el documento, a la comunidad internacional, sino que lo asume como poder político legítimo de la oposición, y al asumirlo decide designar unos negociadores y esos negociadores, si es necesario, van a Miraflores y tocan la puerta y se reúnen con Maduro; si eso surge y empieza a producirse un encuentro de los dos sectores y la posibilidad de un cambio en ese entorno político tan difícil que tenemos, pudiera cambiar.

-Eso implicaría reconocer a Maduro como Presidente legítimo luego de las elecciones del 20 de mayo.

-No necesariamente. Porque los demócratas chilenos nunca reconocieron a Pinochet como Presidente legítimo. ¿Tú escuchaste alguna vez a Ricardo Lagos diciendo eso? Nunca, y se negoció con Pinochet porque es el poder real, o sea, una cosa es que sea ilegítimo y no es que sea ilegítimo por las últimas elecciones, el ganó esas elecciones, la oposición no fue que las perdió, la oposición no votó. El régimen en general es ilegítimo desde hace muchísimo tiempo, incluso desde Chávez, desde que tomó la decisión de convertir al Estado en un instrumento de una parcialidad política, cuando convirtió las Fuerzas Armadas en parte de su proyecto político partidista. En ese momento se deslegitimó, dejó de ser un régimen democrático que se supone una diferencia entre gobierno y Estado, y cuando ocupó de manera arbitraria la autonomía de los poderes públicos y todos sabemos que el Tribunal Supremo y todo lo demás, en ese momento se deslegitimó. Ahora, no por eso voy a dejar de conversar.

-Eso pensando en el 10 de enero

-Si viene una negociación antes del 10 de enero y se abriera la posibilidad de que el gobierno le reconociera todos los poderes a la Asamblea Nacional, habría que discutir qué se puede hacer con esa juramentación, pero un proceso de diálogo y negociación no tiene por qué colocar la juramentación de Maduro como un tema emblemático. Es decir, el gobierno no tendría que poner como precondición el juramentar a Maduro.

- Sí, porque está cercado internacionalmente.

- Si eso lo hacen es porque no quieren una negociación, porque ellos tienen que saber que hay vastos sectores de la oposición que no aceptan esa posibilidad. Tendría que hacerse una negociación como se hace entre dos ejércitos en un momento de guerra.

- ¿Qué tiene la oposición para forzar a negociar?

-Bueno, aunque yo no las comparto, están las sanciones internacionales. Yo no las comparto, ni siquiera las personales, a menos que sea un delito que se cometió en otro país y si son delitos de derechos humanos que se han cometido aquí tendría que haber el derecho de legítima defensa y eso no ha ocurrido. Pero, independientemente de yo no estar de acuerdo, es un hecho que las sanciones están allí, eso le da una fuerza a la oposición.

-¿Qué más?

- El otro elemento que yo conozco es la propia acción de gobierno; es decir, la situación. El gobierno tiene que darse cuenta de que, progresivamente, se le está haciendo inmanejable. El viernes negro, antes de la llegada de Chávez, el dólar pasó de 4,30 a 500 y lo considerábamos un escándalo, una crisis espantosa; tanto así, que llegó Chávez. Durante los 13 años de la vida de Chávez en el gobierno, el dólar pasó, poniéndole los tres ceros que le quitó, de 500 a 79.000, ya eso era un escándalo muchísimo mayor. Pero en este periodo de Maduro el dólar ha pasado de 79.000 a 50 mil millones, y cada vez que lo digo me quedo tan sorprendido que vuelvo a agarrar la calculadora y siempre me da lo mismo. 50.000.000.000 desde la época de 1983.

-Pero a pesar de eso el gobierno sigue siendo gobierno y puede no negociar.

-Pero progresivamente tienen que darse cuenta de que se va haciendo inmanejable, que va a llegar un momento en que no van a tener cómo pagar la nómina, la producción petrolera sigue cayendo en picada, Es decir, a menos que ellos tomaran la decisión de hacer todos los cambios que se les han recomendado y, quien sabe si ya tampoco, porque no tienen ninguna credibilidad y es difícil que alguien traiga unos reales para invertirlos con la poca credibilidad que tienen. Yo creo que hay un momento en el que la clase política dominante (el comunismo en la Europa Oriental, los blancos en Sudáfrica, el franquismo en España, los militares chilenos) se da cuenta de que si quieren tener un porvenir político, si quieren sobrevivir como factor social; tienen que propiciar una negociación y salir del poder en orden, lo cual no significa que no regresen, porque pueden regresar.

-¿La oposición puede negociar con Maduro sin reconocerlo como Presidente legítimo?

-Claro que puede negociar.

-¿Se necesitaría apoyo internacional para una negociación como esa?

. - Yo creo que en este momento sería importante la participación de las Naciones Unidas, creemos que el Vaticano debe volver a participar y por supuesto, no sé si formalmente, pero es evidente que van a estar presentes Estados Unidos y la Unión Europea, por lo menos haciéndole seguimiento a ese proceso de acuerdo. Se ha propuesto que México y Chile sean veedores, garantes para que si hay un proceso electoral puedan venir a revisar el proceso. Creo que, ahora, incluso con más razón porque están López Obrador y Piñera, entonces es un poco como uno y uno.

-En este escenario internacional hay países que dicen que no reconocen a Maduro y que han hablado de retirar embajadores. ¿Le parece que es la política acertada, o como dirigente político de la oposición les diría que no se vayan?

-Creo que no va a ocurrir, sé por ejemplo, que hay conglomerados de países que han debatido el tema y han llegado a la conclusión de que no tiene mucho sentido sacar los embajadores. Entiendo, también, que el gobierno les dijo que si retiraban a los embajadores tenían que retirarlos a todos. Yo creo que al final eso no va a ocurrir, creo que no tiene mucho sentido. Al revés, tienen que quedarse, ayudar, participar en la negociación pero sin ese tutelaje que algunos quieren imponer.

01-01-19




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