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lunes, 1 de febrero de 2021

El costo, por @cgomezavila


Carolina Gómez-Ávila 31 de enero de 2021

@cgomezavila

En la lucha por la democracia es prioritario que cada quien tenga claro cuál es su lugar. Pienso que este es nuestro problema desde hace más de 20 años. Los medios se tomaron las atribuciones de los partidos políticos, los políticos las de las figuras de farándula, los malandros las de los dirigentes… Todo se ha tergiversado por una indisciplina inducida, el paroxismo de la antipolítica.

El problema es que creo que la sociedad no va a avanzar para aplastar a la dictadura si cada quien no asume su rol como en una línea de embalaje: los que sellan con tirro industrial no pueden actuar antes que los que meten el producto en la caja. Eso lo saben muy bien los empresarios.


Los empresarios, por la naturaleza de su actividad diaria son, seguramente, el segmento más práctico de la sociedad; excelentes por hábito, diría Aristóteles. Claro que, en temas políticos, el golpe de Estado del que fue parte el expresidente de Fedecámaras y la exagerada sumisión posterior para expiar la culpa, los tiene muy desprestigiados y, a la población, muy confundida.

Lo que mortifica sobre Fedecámaras es que la defensa de la libre empresa no siempre marida bien con la defensa de la democracia como sistema de Gobierno.

Es lógico esperar que lo primero mande sobre lo segundo porque podrían desaparecer como institución si fuera al revés. Es comprensible y agradezco que aun así hemos tenido y tenemos empresarios eficientes, exitosos y llenos de compromiso social. El último siglo nos regaló algunos que dieron ejemplo de cómo enriquecerse mientras mejoraban la calidad de vida de sus trabajadores.

Reconozco, apoyo y celebro que la actividad empresarial privada sea imprescindible para combatir la pobreza y sé que tenemos algunos empresarios con mucho que aportar a las sanas políticas económicas de un país libre y que, por lo tanto, en un país libre deberán ser escuchados. En un país libre.

Así que no todos son halagos. También es verdad que entre ellos hay corruptos y explotadores, genuflexos o cómplices de la dictadura criminal. Pero incluso si no existiera esta dictadura, considero que su injerencia en los asuntos del poder debe ser estrictamente auditada por los partidos políticos.

¿Consultan a la dirigencia política y coordinan sus acciones con ella de modo que nos ayuden a retornar a la democracia?  ¿O más bien pretenden que sea la dirigencia política la que se pliegue a sus directrices? Quizás deba preguntar con cuál dirigencia política coordinan lo que hacen: ¿con la que aún goza de reconocimiento internacional o con la que ellos quieren imponer con la ayuda de la Conferencia Episcopal Venezolana, es decir con Capriles?

Nunca lamentaré lo suficiente que se prohibiera constitucionalmente que la actividad partidista fuera financiada por el Estado porque, con eso, los partidos quedaron sometidos a los caprichos de los capitales y ahora, más que antes, los empresarios tienen la sartén política agarrada por el mango.

Con ese poder se han reunido con la dictadura para, supongo, cerrar acuerdos. Digo cerrarlos, porque el representante gubernamental con el que se reunieron no se habría movido hasta la sede de esa organización para una visita de cortesía o para una reunión exploratoria. Seguramente en ese terreno hay un camino andado y suficientes cosas en común para hacer visible el encuentro.

El entorno propio de Fedecámaras —y el complaciente— celebran que esté en camino un alivio para las urgencias del pueblo. Esto es medular, porque permiten fantasear con un alivio amplio en temas, alcance y duración y eso no será así.

Cualquier acuerdo que Fedecámaras negocie será en primer lugar para sus afiliados en materias que, como desconocemos, no sabemos cuánto puedan permear hasta los trabajadores. Esto es, esencialmente, de carácter parcial y discriminatorio. Sobre su duración en el tiempo tampoco sabemos nada, pero tenemos muy visto cómo la dictadura irrespeta la palabra empeñada y desanda lo andado. No nos sorprenderá que levante controles para imponerlos de nuevo. Lo discrecional la caracteriza; el apego a la legalidad, no.

De lo anterior se desprende que la recuperación económica será poca y para unos pocos, al precio de lavarle la cara a la dictadura. Es de suponer que el acuerdo será refrendado por el nuevo esperpento parlamentario y que incluirá diligencias ante Gobiernos extranjeros para que «levanten las sanciones». Así Fedecámaras le mete una zancadilla a la AN-2015 y apuntala el lobby de Capriles.

En resumen, la agenda de Fedecámaras es lograr que algunos coman un poco más siempre que todos comamos dentro de la jaula.

El retorno a la democracia quedará diferido, los políticos que han luchado por ello seguirán siendo perseguidos y la dictadura se arrellanará en la poltrona. Que no se hable más de elecciones presidenciales y parlamentarias (o generales) libres y justas, es el costo; que se sepa que este es el precio a pagar.

Carolina Gómez-Ávila

@cgomezavila

  

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