Alberto D. Prieto 31 de enero de 2021
@ADPrietoPYC
"Espero que España sancione a los torturadores y
asesinos que han venido o tienen aquí su dinero" / "Si uno es
demócrata está obligado a condenar las violaciones de derechos humanos" /
"Corremos el gran riesgo de que se apague la llama de la lucha por la esperanza
de Venezuela".
A este lado del Atlántico, todos conocimos a Leopoldo
López (Caracas, 1971) cuando lideraba las manifestaciones contra Nicolás
Maduro, un antiguo guardaespaldas de Hugo Chávez que había
heredado el régimen del difunto tirano populista.
Hoy, aquel hombre con hechuras de galán de cine, peina
alguna cana. A su pesar, lleva una década protagonizando un culebrón trágico,
desafiando al villano que preside su país.
Se entregó hace siete años sabiendo que le esperaban
torturas y cárcel. Y a su esposa, que sí era actriz de seriales, le tocó
internacionalizar su lucha y aceptó el papel de portaestandarte de la libertad.
Lo metieron en prisión, le callaron bajo amenazas a
sus hijos cuando quiso hablar y se escapó. Antes había organizado junto a Juan
Guaidó, la Administración Trump, la Rusia de Vladímir
Putin y el Gobierno de Pedro Sánchez la Operación
Libertad, para sacar al tirano de Venezuela. Todo
estaba en orden, pero un actor secundario aunque clave en la trama, Diosdado
Cabello, se acobardó y dio un giro al desenlace. Todo fracasó.
Dos décadas de chavismo después, todo sigue igual, es
decir, cada día peor. Hace
ya tres meses que Leopoldo López entendió que debía cambiar de
estrategia. Ahora entran nuevos
protagonistas a escena, como Joe Biden.
Leopoldo López ya no encabeza marchas hacia el Palacio
de Miraflores, pero reclama
al inquilino del de la Moncloa que no dé cobijo "a los narcos,
asesinos y torturadores del régimen criminal que han venido a España o tienen
aquí su dinero".
Usted vino a España porque entendía que ahora su lucha
sería más útil desde aquí. ¿Qué es lo que hace? ¿Cuál es su papel?
Me dedico a trabajar con nuestros equipos en
Venezuela, acompañando en su trabajo a nuestros diputados, y a Guaidó. En estos
momentos, soy un carpintero de la unión de la oposición. Hay dos grandes
desafíos, dos grandes preguntas: ¿Qué pasa con la unión de la resistencia
democrática? Y ¿cuál es la ruta hacia delante?
Yo me dedico a trabajar alrededor de un objetivo que
nos unifica, que no es otro en estos momentos que lograr unas elecciones
libres, justas y verificables. Y la otra parte a la que me dedico es el
objetivo que le pedimos a España y al resto de países: que acompañen y que
apoyen.
Se ha reunido usted con Pedro Sánchez y con los
líderes de los principales partidos, salvo Unidas Podemos. ¿Qué avances hay?
No sólo con autoridades políticas, sino con
representantes de distintos sectores sociales. De España y de Europa. Para que
insistan en una acción proactiva de unificar a toda la comunidad internacional
en ese objetivo, lograr elecciones libres en mi país.
Dígame cómo es, entonces, el día a día del activista
Leopoldo López en España.
Un día común... por la diferencia de horarios, en la
mañana me puedo dedicar a la familia, a leer la actualidad y a tener contactos
en este lado del charco. Pero a partir de las doce del mediodía, que son las
7.00 en Caracas, ya comienza la jornada de trabajo en Venezuela.
Tengo reuniones -algunas diarias, y otras dos o tres
veces por semana- con distintos equipos de trabajo. Hablo con sectores
universitarios, de la sociedad civil, allá en Venezuela, para ir construyendo
una plataforma unitaria, que es la condición necesaria para todo lo demás.
Cualquier estrategia que construyamos adelante pasa por que estemos
unidos...
Ahí le quería interrumpir. Conseguir esas elecciones
libres, justas y verificables es el camino para echar al dictador, pero si no
lo echan antes no es posible que haya elecciones libres...
Bueno, ahí es donde está la complejidad de este
proceso. Y ahí es donde entra la otra cara de la moneda de la unidad. A
nosotros nos piden estar unidos, pero nosotros también le pedimos unidad a la
comunidad internacional. Lo pedimos con humildad pero con firmeza.
¿Ve posible el plan que propone España para trabajar
con el Gobierno de Joe Biden en EEUU en ese objetivo?
En los últimos tiempos hubo un distanciamiento entre
Europa y EEUU en muchos temas, pero también con respecto a Venezuela. Aquí se
abre una nueva oportunidad. Ellos ya han dicho que en esos temas quieren
trabajar de forma multilateral. Y eso es muy positivo para nosotros.
España y Europa deben trabajar también en conjunto en
función de ese objetivo. Y si toda la alianza internacional se une, eso nos va
a dar más coherencia y sincronización. Además de una hoja de ruta que incluya
no sólo los incentivos, sino también la presión.
¿Cómo puede presionar España?
Desde mi punto de vista, tiene que concentrarse en
activar las sanciones a los violadores de derechos humanos. Éste es uno de los
temas más importantes que tiene que asumir la comunidad internacional, es lo
que le pedimos al Gobierno de España. Que tracen una raya roja en Venezuela con
respecto a los derechos humanos.
Antes nos decían que exagerábamos. Pero hoy es
distinto, porque los relatores de lo que ocurre en Venezuela son la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU o la Corte Penal Internacional... todos con informes
que ya la UE ha hecho propios.
Hoy ya es muy claro que Maduro es un criminal, un
violador de derechos humanos. Y no se puede blanquear a Maduro, no es
simplemente un gobernante con tendencia autoritaria. ¡Es mucho peor que eso!
Maduro es un criminal a quien se le ha determinado por todas estas instancias
responsabilidad en crímenes de lesa humanidad y violaciones de derechos
humanos.
Pero España es reticente a ampliar las sanciones...
Los responsables de estas violaciones salen reflejados
en informes como el del Consejo de Derechos Humanos, que fue publicado el 16 de
septiembre del año pasado, son jueces, fiscales, militares, policías,
políticos... pedimos que esas personas sean sancionadas. De los 46
identificados, 13 han sido sancionados por la UE, ¡pero falta el resto! Algunos
de ellos están aquí en España, otros tienen bienes en España. Y debería
trazarse esa raya roja con los torturadores, narcotraficantes y asesinos.
Usted sufrió esas torturas.
Yo fui víctima, sí. Fui preso político, sufrí malos
tratos y torturas. No lo digo yo, lo recoge la ONU en distintas comisiones
durante muchos años. Y cuando eso ocurría yo me encaraba con mis custodios y el
director de la cárcel: "Usted está cometiendo una violación de derechos
humanos y será responsable por eso".
Ellos siempre me respondían "yo no me meto en la
política, yo sólo cumplo órdenes". Y yo les decía "pero las está
ejecutando, y usted sabe que esas órdenes son violatorias de las leyes
venezolanas y de las leyes universales de derechos humanos. Ustedes responderán
tarde o temprano".
Ellos piensan que de Maduro para abajo pueden hacer lo
que quieran. Y pienso que unas sancionas bien dirigidas mandan un mensaje muy
claro que yo espero que España acompañe.
¿El Gobierno de Sánchez hace lo que debe?
Espero que lo haga. Y que lo hagan más allá todos los
matices políticos. Porque no importa si eres de derechas o de izquierdas, si tú
te asumes como demócrata eres un defensor de la libertad y estás obligado a
condenar las violaciones de derechos humanos. ¡Eso no es un tema de matices
ideológicos!
Si un violador de derechos humanos es consciente de
que va a ser expuesto a la luz pública, de que se le va a sancionar y va a
haber consecuencias, habrá menos abusos, menos violaciones...
Es decir, si hay más sanciones hoy, habrá menos
torturas mañana.
Nosotros pedimos estas sanciones no sólo para poner el
foco en las cosas que han pasado, sino también para evitar que sigan
ocurriendo. Desde que yo salí hace tres meses, han metido presas a 17 personas
de nuestro partido. La última, la semana pasada. Nuestro director operativo,
Roland Carreño, un periodista como tú, todavía sigue preso.
Usted ha hablado con el presidente Sánchez y con Pablo
Casado, líder de la oposición, cuyo partido es mayoritario en la Eurocámara.
Seguro que se lo ha dicho a la cara: "Pongan sanciones". ¿Qué le
responden?
Bueno, me han dicho que sí, que están de acuerdo.
¿Y por qué no lo hacen?
Estamos esperando que eso se materialice. Entiendo que
hay unos tiempos, pero esperamos que haya una respuesta contundente. Porque ya
esto lo había anunciado el propio Josep Borrell el año pasado, que iba a haber
sanciones. ¡Lo dijo Borrell y lo dijeron otros portavoces!
Porque es muy peligroso que entremos en el terreno de
quienes tienen la tesis de que para construir una solución política hay que
bajarle la presión a la dictadura, tenderle una alfombra roja y hacer sentirse
cómodo a Maduro... eso es un error. Sólo fortalecería a la dictadura y
debilitaría a los sectores democráticos en Venezuela. Les permitiría continuar
con una política de represión que está en pleno apogeo en estos momentos.
¿Quizá la UE está siguiendo el 'plan Zapatero',
negociar planteando una puerta de salida? Que paguen unos, pero que otros se
vayan de rositas...
¡Aquí ha habido crímenes muy gruesos! Estamos hablando
de violaciones sexuales, de detenciones arbitrarias, de torturas, de
asesinatos... crímenes muy graves que no se pueden blanquear a cambio sólo de
la esperanza de que se dé un proceso político. ¡Eso es parte de la complejidad
del caso de Venezuela!
Eso habría que verlo, en todo caso, ya en el proceso
político. Pero ahí también habría que trazar rayas rojas. En honor de las
víctimas y por responsabilidad ante las potenciales víctimas, estos temas los
tenemos que mantener permanentemente sobre la mesa.
¿Y hay que dividir al chavismo? ¿Incentivar traiciones
internas para ganar aliados y facilitar la caída del régimen?
El proceso político hay que empujarlo. Sin duda, hay
que presionar en todos los terrenos. Incluso con diplomacia que pueda
involucrar a los aliados de la dictadura. La nueva diplomacia multilateral por
la libertad en Venezuela, que viene con el cambio en Washington, debe buscar
puentes con quienes hoy apoyan la dictadura.
¿También con países que hoy apoyan a Maduro? ¿España
puede hacer algo ahí también?
El apoyo que recibe la causa democrática en Venezuela
es declarativo. Que lo agradecemos... ¡Pero Maduro cuenta con un bloque que le
da un apoyo permanente que va mucho más allá! Estos países le dan apoyo
militar, en Inteligencia, en equipamiento militar, en dinero, en blanqueo de
capitales y de la corrupción, en una economía negra que funciona entre los
países sancionados, y en una diplomacia activa y proactiva en todos los
tableros. ¡Estamos enfrentándonos a una dictadura multinacional que tiene unos
intereses estructurados como una corporación criminal!
¿En qué consiste esa economía negra?
Podríamos revisar cualquier sector, pero te pongo como
ejemplo el narcotráfico. Venezuela es un país de tránsito. Colombia produce
hasta el 70% de la cocaína del mundo, y una buena parte, hasta el 80% de ella,
sale por Venezuela. Así que somos el puerto de salida de, por lo menos, un
tercio de la cocaína que se consume en el mundo. Y eso se hace con el amparo de
las estructuras del Estado venezolano.
Se dice que a España llega mucho de ese dinero
procedente de los negocios oscuros en Venezuela. ¿Cómo se puede desmantelar?
Nosotros no nos quedamos en el diagnóstico, entendemos
esa realidad y proponemos una ruta política que pasa por unificar a todos los
sectores dentro y fuera -insisto en la unidad que pedimos afuera-. Luego, por
tener un objetivo común, que es lograr elecciones. Y finalmente, que se
utilicen todas las herramientas para llegar a ese proceso.
¿Qué herramientas?
Hay otro tema que tenemos que abordar, que es el
humanitario.
Precisamente, España acaba de proponer a la UE un plan
para compartir vacunas Covid y la logística para administrarlas con países que
hoy no pueden acceder a ellas.
Nosotros hemos planteado un mecanismo para buscar
fondos para acceder a la vacuna a través del convenio COVAX, que es una alianza
de gobiernos y empresas para darle acceso a la vacuna a los países más pobres.
Pero Maduro ya recibió el año pasado fondos de la Organización Panamericana de
Salud (OPS) para los test ¡y nunca se hicieron ni se rindieron cuentas!
No basta con lograr los recursos para que Maduro
compre la vacuna, porque no la va a comprar. Es necesario el acompañamiento
de agencias internacionales, como el World Food Program. Y que se aparte a la
dictadura.
¿Cómo están siendo estos primeros meses familiares en
Madrid?
Mira, te lo puedo resumir en una sola frase: me
despierto en España, pero me acuesto en Venezuela. Por supuesto, eso tiene una
dimensión de trabajo también aquí. Y eso incluye al Parlamento, al Gobierno, a
la opinión pública, los medios, las ONG...
Mi hijo Leopoldo tenía un año cuando yo fui a la
cárcel, y ahora tiene ocho. Y ésta ha sido la primera vez que pasamos una
Navidad juntos. Desde que llegué, Leo siempre me dice "papi, primera vez
que salimos a la calle juntos; papi, primera vez que vamos a un parque; primera
vez que comemos hamburguesas...". Han sido unos meses de muchas primeras
veces con mis hijos. La reunificación de la familia ha sido una bendición de
Dios.
¿Y con la comunidad venezolana en España?
Eso mismo que me pasa en casa me lleva a un
pensamiento. Hay muchos venezolanos aquí en España. Trabajando honestamente en
todos los rincones. Y todos tienen, todos tenemos, una historia similar.
Estamos aquí, pero queremos estar allá, regresar a casa. Y muchos viven una
realidad muy dura, la de tener a su familia fracturada, y eso es muy doloroso.
Yo lo he vivido muchos años, y es la realidad de millones de personas. Ese
dolor es la razón de nuestra lucha por la libertad.
¿Qué significa libertad para usted?
La libertad, en el caso venezolano, no es un
abstracto. No es una idea lejana, ni algo que pones en los tratados o en los
discursos para cumplir con un requisito... No. En Venezuela, la libertad es el
oxígeno. Un oxígeno que falta para leer las noticias que uno quiera, o para
transitar, para decir lo que quieras en la calle, o congregarte, para estudiar
en el lugar que quieras, para buscar trabajo, o para comprar algo que esté
disponible.
Hoy, una persona que quiera emitir su opinión por las
redes sociales, piensa dos veces lo que va a poner. Porque sabe que si a la
dictadura no le gusta, le pueden tocar a la puerta y meterlo preso.
¿Cómo es esa opresión, la del día a día?
Para alguien en España es muy difícil de entender. Yo
estoy seguro de que muchos os preguntáis, ¿pero cómo un dictador solo, con unas
miles de personas que lo sostienen, puede controlar a millones?
Es un sistema estructurado en el que van apuntando
directamente a distintos sectores: meten presos a unos empresarios para que
todos los empresarios tengan miedo; meten preso a un periodista para que todos
los periodistas tengan miedo. Esa práctica de represión selectiva la ha
afinado la dictadura en todos los sectores, y así es como se puede tener el
control de toda la población, con la expectativa del terror. La que viven millones
de venezolanos y con la que la dictadura busca el apaciguamiento.
¿El cansancio de dos décadas así es lo que provoca el
desapego de la población con los líderes opositores?
Bueno, lo que aún diferencia hoy a Venezuela de un
país como Cuba o de dictaduras como la norcoreana, más instaladas y
sofisticadas, es que todavía existimos los venezolanos dispuestos a luchar por
la libertad. Y a asumir los riesgos. Por eso yo le tengo una inmensa admiración
a los que todavía siguen dando esa pelea en Venezuela: A Juan Guaidó, liderando
esto. A los diputados y diputadas que tienen patrullas del Sebin en su casa.
Que les tocan la puerta a sus familiares para amenazarlos. Que van a los
colegios de sus hijos a esperarlos en la salida... para que todo el mundo sepa
que hay consecuencias a lo que están haciendo.
¿Eso lo entiende el Gobierno de España?
A veces se es muy injusto desde afuera y se pretende
comparar con equidistancia a Maduro y a Guaidó... ¡Y mira, no! Guaidó es el
presidente encargado, depositario de la legitimidad de una lucha. ¡Pero de ahí
en adelante, Guaidó es un perseguido!
Guaidó no duerme en el mismo sitio todas las noches,
está en una semiclandestinidad permanente. Nosotros hoy estamos articulados
como pudieron haberlo estado los movimientos de resistencia en el pasado de
cualquiera de los países europeos.
¿Hay celos entre opositores? ¿Es eso lo que genera
peleas enormes por leves matices?
Yo creo que a veces esos matices se comunican como una
fractura mucho más profunda que la que hay. Te contesto por la vía de los
hechos: en los momentos cruciales siempre hemos estado unidos.
Ahora estamos en una fase de reunificación, porque
hemos pasado a una nueva etapa, con lo que fue la elección fraudulenta de la
Asamblea el año pasado, la nueva Administración Biden... y eso nos lleva al
primer paso, que es ¿cómo lo hacemos? Pues, por ejemplo, definiendo los
objetivos que nos unifican. Si unos piden elecciones regionales y otros las
queremos presidenciales, pues el paraguas que nos une es lograr las condiciones
para que esas elecciones, todas, sean libres, justas y verificables.
¿Qué más?
En las próximas semanas vamos a concretar el
lanzamiento de una nueva plataforma unitaria entre partidos y sociedad civil. Y
eso nos permitirá hacer el activismo permanente necesario en todos los rincones
de Venezuela. Y esto es vital, porque hay que mantener una línea de oxígeno
permanente con lo que es la conciencia del activismo por la libertad. Si no,
corremos el gran riesgo de que se apague la llama de la lucha por la esperanza
de Venezuela. Y pasar a la fase definitiva de la cubanización de la sociedad
venezolana. ¡Eso es un riesgo que está ahí!
Pero yo tengo optimismo. Por la cantidad de encuentros
que he tenido con muchísimos sectores, políticos y sociales, de que vamos a
lograr esa unificación. Y aquí es muy importante que nuestros aliados internacionales,
EEUU, Europa y sobre todo España contribuyan a eso. ¡Y que no contribuyan a lo
contrario!
Una última pregunta... Hubo un tiempo en el que
descubrimos a un tal Leopoldo López, una especie de súper héroe. Un hombre
joven y guapo, casado con una mujer guapa y joven, detenido, torturado... una
causa hermosa. ¿Se ha gastado ese relato? La gente que sigue sin comer, hay
cinco millones de exiliados, peleas en la oposición...
No... Esto ya ha sido una lucha muy larga. Y a mí me
ha tocado reinventarme varias veces en estos 20 años. Yo fui alcalde de
Chacao, aspiraba a gobernador de Caracas y me inhabilitaron, fundé un partido
político con líderes sindicales y populares, me arrestaron y fui preso, me
torturaron, me cambiaron casa por cárcel, me refugié en la embajada española, y
ahora estoy aquí. Cada una de esas etapas ha sido distinta, ha tenido cosas
positivas y negativas.
Pero esto que me ha pasado a mí, a todos de una manera
u otra les ha pasado. Creo que hay que asumirlo con la humildad de saber
que todos somos necesarios. ¡Todos! Aquí no hay una lucha que se pueda centrar
en una sola persona. No sería positivo.
Los procesos van cambiando, pero el objetivo no
cambia. Yo me mantengo en la misma posición de luchar por que salgamos de la
dictadura. Y lo hago estando en el espacio en el que mejor pueda contribuir.
Porque mucho más grande que lo que pueda ser la posición de cualquiera de
nosotros es la causa. ¡Yo lo siento así!
Yo lo asumo así, porque al final se trata de lograr
algo que para muchos parece muy difícil o imposible, que es la libertad en
nuestro país. Y si nosotros dejamos de pensar que es posible, apagamos la luz
de la esperanza.
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