Por Simón García
Los dirigentes
opositores parecen divertirse y entretenerse jugando a la política. Todos
declaran su disposición a negociar con Maduro en México, hasta viajaron en
comisión para explicarla a gobiernos y parlamentarios en EE. UU. y Europa, pero
desinforman a los venezolanos con sus marchas y contramarchas retóricas.
Las encuestas retratan
la respuesta del país a las inconsistencias, omisiones y errores de toda la
oposición: indiferencia y rechazo. La política ha sufrido una descomposición
similar a la del país y también se encuentra en ruinas. Pero, a diferencia de
la destrucción económica y social provocada por el régimen autocrático, la
oposición ha sido puesta fuera de servicio por los dirigentes opositores.
Los ciudadanos,
independientes o militantes, aguas abajo de los dueños de los partidos, tenemos
una responsabilidad indirecta. No hemos debatido las decisiones, hemos callado
en vez de pedir explicaciones y nos hemos convertido en rebaños, cada uno
pastando en sus preferencias y actuando con espíritu agresivo y descalificador
contra los otros potreros. Podemos advertirlo o no, pero si nos miráramos
limpiamente, veríamos en el espejo indicios de fanatismo. Todos estamos
tentados de formar parte de la disolución de la política y obligados a iniciar
un cambio, personal y colectivo, para devolverle a la política su misión.
No tiene sentido seguir
etiquetando a los opositores como buenos y malos, sino pasar urgentemente a
desmontar alcabalas y cercas de alambre con las que se pretende detener la
circulación de nuevas ideas, tácticas y estrategias.
Hay que abordar su
reunificación como primer paso hacia la unidad que requiere la nación para
intentar salir del hoyo donde reposamos como la sociedad más atrasada, pobre y
desigual del mundo.
Las encuestas indican
una tendencia insegura y tímida de recuperación de confianza en la democracia y
el voto. Pero esta recuperación se resiente por la indolencia de dirigentes y
partidos que están compitiendo para ir a una negociación con el régimen, pero
nada dicen acerca del voto como medio para aumentar fuerza y capacidad de
presión interna.
Dos espacios de reflexión
sobre el país y sus destinos, La tertulia de los martes de Mérida y Lazos
Guayana de Bolívar propusieron conformar un equipo unitario para reconstruir a
la oposición, elaborar políticas de superación de las crisis y favorecer la
concertación de un amplio acuerdo nacional. El título del documento anticipó
una idea polémica: Si no hay unidad no hay voto, incurriendo en una de las
enfermedades de la democracia criolla, renunciar al derecho,
constitucionalmente consagrado, de hacer realidad la democracia y regalarle sin
resistencia, victorias al régimen.
Hoy el voto es la única
opción para contener la transición del autoritarismo al totalitarismo y para
mejorar la capacidad de resistencia cívica y pacífica a la colosal superioridad
de recursos de vigilancia, control, represión y dominio de los amos del poder
en Venezuela.
Si cuaja el intento de
repetir en la oposición el modelo de poder hegemónico que impone el régimen
contra la sociedad, entonces hay que convertir el voto en herramienta para
rechazar la destrucción de país que impone el gobierno y para protestar por la
división de las fuerzas de cambio que imponen las direcciones de la oposición.
Votar para apoyar a todos los opositores con mayores posibilidades de ganar una
alcaldía o gobernación. Elegir a los mejores como concejales y legisladores, al
margen de la fracción opositora que lo postule. Unidad a lo Fuenteovejuna.
No hay ninguna garantía
de que lograr buenos resultados el 21n. A san Cono, patrono de los juegos de
azar, se le reza para ganar la lotería, pero no hay oración para triunfar en
unas elecciones. Hay que cambiarle las reglas del juego al régimen y trabajar,
todos juntos, para quitarle poder local.
Simón García es analista
político. Cofundador del MAS.
01-08-21
https://talcualdigital.com/el-juego-debe-parar-por-simon-garcia/
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