Por Margioni Bermúdez
Luis se alista para
subir a su huerto en La Vega, un barrio popular de Caracas ocupado por la
policía tras días de violencia. Escaleras desordenadas y vericuetos con casitas
apiñadas marcan el empinado camino hasta el terreno donde cultiva parte de sus
alimentos.
Todo comenzó cuando
Luis Díaz, un exboxeador de 63 años que también se dedica a la herrería, salió
jubilado como empleado público. Entonces, el dinero no alcanzaba para cubrir
las necesidades de su casa. Se juntó con tres amigos a sembrar y comenzaron con
maíz y auyama el conuco, como se les llama en este país a los pequeños
cultivos.
Ayudado por su
corpulencia, este agricultor con tres hijos y seis nietos labra la tierra en
una montaña desde la que se ve buena parte de Caracas. Vestido con camisa manga
larga y con un viejo machete colgado a la cintura sube al menos tres veces por
semana a cuidar los cultivos.
Luis Díaz y Alberto Andrade, con quien trabaja la tierra, suben por las escalinatas del barrio hasta su conuco© AFP Federico PARRA
En dos meses espera
cosechar maíz, y la yuca -un tubérculo también conocido como mandioca- estará a
punto mucho antes.
“Tres compadres y yo
abrazamos la idea de que podíamos sembrar aquí para completar la bolsa que
vende el gobierno de comida”, comenta a la AFP luego de quitar maleza de su
plantación, donde se vuelve a respirar tranquilidad desde que agentes de
seguridad desalojaron a bandas armadas que se ocultaron allí durante meses.
Se quedó sin agua tras violentos enfrentamientos en julio pasado, pues la policía rompió la tubería y el tanque plástico que usaba para almacenarla.
Luis Díaz camina por su conuco en La Vega, el 10 de agosto de 2021© AFP Federico PARRA
“Lo rompieron creyendo
que era de ellos”, dice en alusión a pistoleros que montaron una trinchera con
sacos de arena en su huerta, desde donde disparaban a los uniformados.
Ahora depende de la
lluvia para regar. Lo hace llenando bidones de cinco litros junto a su
compadre, pero no es suficiente para abarcar los 800 metros de terreno. “Ojalá
llueva siempre para poder sembrar todo el año”, implora.
“La vida ha mejorado un
poquito”
Luis Díaz y Alberto Andrade usan botellas de plástico con agua para irrigar la siembra© AFP Federico PARRA
El propio mandatario,
que asegura que el rentismo petrolero llegó a su fin en Venezuela, ha llamado a
fomentar la producción en todos los niveles, incluida la agricultura urbana.
Aunque golpeado por la
crisis que lleva a Venezuela a transitar por su octavo año consecutivo de
recesión y cuarto de hiperinflación, Luis ha encontrado en su conuco una
distracción surgida de la necesidad de cosechar lo más rápido para alimentarse.
Luis Díaz muestra semillas de calabaza que siembra en su huerta en La Vega© AFP Federico PARRA
“La vida ha mejorado un
poquito porque lo que no consigamos allá (abajo) con la plata, lo arrancamos de
aquí como la yuca, el cambur y alguna fruta de mango, uno viene y no tiene
almuerzo y se come unos cuatro mangos y por lo menos ajusta el estómago”, dice.
En el recorrido hacia
su cultivo, Luis, jovial y cercano, saluda a sus vecinos que le dan los buenos
días sonrientes.
“¿Cómo hago para
sembrar maíz? Mi hijo quiere sembrar”, le pregunta Gladys, que tiene en su
patio aguacate, varios árboles frutales y tres plantas de café.
Alberto Andrade afila su machete para trabajar en su huerto en La Vega© AFP Federico PARRA
“Hemos tomado café del
que cultivamos, mi hijo ya aprendió a tostarlo y a molerlo… es un café
excelente”, cuenta a la AFP mientras escucha las recomendaciones de Luis para
ahuyentar la plaga que se ha posado sobre un árbol de guayaba.
“Ponle agua con sal”,
le recomienda este hombre que llegó a los 17 años a Caracas procedente de
Cariaco, población ubicada en el nororiental estado Sucre. “También le
puedes poner agua de pescado porque le falta fósforo”.
Gladys comparte lo que
cosechan con sus hermanos y sus vecinos. Su hijo Ismael, de 33 años, es
comerciante y su gusto por la tierra tiene también un componente
emocional. “Tengo un negocio de repuestos de carros, este es mi
pasatiempo. Cuando siembro recuerdo mucho a mi abuelo”, relata.
Luis, que anhela
recibir apoyo económico para adquirir nuevos implementos y mejorar su
plantación, siente gratitud por la tierra.
“La tierra para mí es
lo máximo, de ella comemos y allá nos vamos, ella nos guarda para siempre, nos
trae y después nos guarda, nos da de comer, todo el alimento viene de la
tierra”, afirma.
17-08-21
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico