Escrito por ANGEL OROPEZA el Jul 27th, 2012
Uno de los primeros autores en
Venezuela en estudiar con profundidad el tema de la responsabilidad percibida
de los gobiernos, fue el tempranamente fallecido profesor Arístides Torres.
Torres estudió la percepción de la población sobre si los gobiernos se ocupaban
de los problemas de la gente, o más bien privilegiaban la satisfacción de sus
propios intereses. Sus hallazgos indican cómo desde 1973, comenzó a
operar en el país un paulatino deterioro en la percepción sobre la
responsabilidad del sistema político. De hecho, para ese año, el 72.8% de los
venezolanos pensaba que los gobiernos se ocupaban de los problemas de la
ciudadanía; este porcentaje disminuye para 1983 (10 años más tarde) y se sitúa
en 65.8%, y para 1988 sólo el 50.3% manifestaba creer que los presidentes
gobernaban para ellos. Esto constituía una evidencia del deterioro en la
confianza sobre la responsabilidad de los gobiernos de la época, y fue
tomado como uno de los primeros síntomas del agotamiento del modelo iniciado en
1958.
Una de las condiciones de legitimidad
de los gobiernos es justamente la convicción de los ciudadanos de que sus
autoridades se preocupan por ellos, que les importa. Si no es así, ¿cuál es el
sentido de tener un presidente? Viene al caso esto a
propósito de la afirmación del actual mandatario venezolano, quien a voz en
cuello y de manera repetida como para que no quedase ninguna duda volvió a
aclarar el jueves pasado, textualmente, que “aquí lo único que importa es
Chávez”.
El mismo día de tan humilde
exclamación, la prensa nos anunciaba la obscena cifra de 9.510 personas
asesinadas sólo en el primer semestre de 2012 (casi 10% más que en el mismo
período del año pasado), lo que se traduce en la escalofriante tasa de 52
asesinatos por día. Ya sabemos que Caracas ha sido ubicada como la 6ta.
ciudad más peligrosa del planeta. Y es lógico que sea así, cuando el
encargado de que estas cosas no pasen, nos grita extasiado que eso no importa,
que “aquí lo único que importa es Chávez”.
Hoy en día, 8,8 millones de
venezolanos no tienen vivienda propia, y otros 5,7 millones viven en
inmuebles en mal estado. En total, 14,5 millones de personas en el país
tienen necesidad habitacional. De cada 2 venezolanos, 1 no tiene alojamiento
adecuado o vive arrimado o hacinado, o en ranchos o albergues de alta
precariedad. Pero si analizamos bien, eso también es lógico, porque “aquí
lo único que importa es Chávez”.
Hoy, más del 45% de la población
económicamente activa se encuentra en condiciones de informalidad. El 40% de
los niños entre 3 y 6 años no asiste al pre-escolar y al menos 30% de los
menores de 3 años necesitan protección alimentaria y de salud. El promedio
de educación de los venezolanos incorporados al mercado laboral se mantiene
cerca del 8vo grado, cuando se requiere como mínimo el grado de bachiller para
obtener un empleo adecuadamente remunerado. Cada año 200 mil estudiantes que no
pueden pasar de 6to a 7mo grado, salen del sistema educativo. Entre un
millón y un millón doscientos mil jóvenes ni estudian ni trabaja. Más del 60%
de los empleos son precarios, lo que condena a muchas familias a vivir con lo
justo, cuando no en clara situación de pobreza. La mortalidad materna ha
aumentado 18% con respecto al año 1998. Cada año mueren casi 400 mujeres por
causas relacionadas con el embarazo y el parto. Casi 25% de los niños entre 2 y
14 años presentan en Venezuela algún grado de desnutrición importante, según las
últimas cifras oficiales disponibles. Pero si usted se detiene un segundo,
entenderá que es normal que eso sea así. Total, quien es el responsable de que
estas cosas no ocurran, está convencido que esa tarea no es primordial. Por el
contrario, “aquí lo único que importa es Chávez”.
Cuando Dios le libre, caiga usted
enfermo y se vea en la necesidad de acudir a cualquier hospital público, y le
digan que no lo pueden atender porque o no hay equipos, o no hay cama, o el
pobre médico no pudo venir a trabajar porque anoche lo asaltaron saliendo de la
guardia, en el fondo entienda que es imposible que eso no sea así, cuando quien
tuvo todo el poder y el dinero para que la realidad fuera diferente, grita y
repite que aquí lo único que importa es él.
Y cuando salga mascullando su tragedia
y su indignación, y piense que así no debería ser, que lo importante es usted,
es su familia, es el país, y no el mandatario de turno, piense también que el
cambio de rumbo está en sus manos. Y depende de usted, no de los gritos
narcisistas del otro.
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