VLADIMIR VILLEGAS
Tiempos de cambio
A Venezuela le hace falta
que el chavismo pase a la oposición a partir del 7 de octubre, y al propio
chavismo también le caería de perlas una buena temporada sin el control de los
hilos del poder, para que la democracia en nuestro país se revitalice, para que
el país pueda retomar el proyecto de nación que nos dimos en 1999, contenido en
la vulnerada Constitución de 1999.
Después de 13 años
gobernando, el presidente Chávez ha acumulado demasiado poder. Se ha convertido
prácticamente en el único que toma las decisiones en el país. Se ha disipado
cualquier noción de independencia y autonomía de los poderes públicos. Toda la
acción de Gobierno, todo el comportamiento de los otros poderes, está guiado
por el solo objetivo de que el Jefe del Estado, bautizado ahora por la
propaganda oficial como “el corazón de la patria”, permanezca en Miraflores. Y,
paradójicamente, las únicas víctimas de tal acumulación de poder no están
exclusivamente en las filas opositoras, sino también en el propio seno del
chavismo.
Una sociedad democrática no
puede funcionar adecuadamente bajo un esquema en el cual hay que supeditarse,
entregarse y nadar en el mar de la incondicionalidad y la adulancia para no
caer en zona de riesgo o cuando mínimo en estado general de sospecha.
Me da dolor con el amigo
Tarek William Saab verlo convertido en chivo expiatorio, y aceptar como
muchacho regañado, que su destino político depende de lo que decida Hugo
Chávez. ¿Por qué Tarek, por ejemplo, no dice que los apagones o que la falta de
asfalto para tapar la huecamentazón en su región son responsabilidad de otros personajes
mucho más cercanos que él a la figura del presidente candidato? ¿Hay que
inmolarse para sobrevivir políticamente? ¿Ese es el socialismo y la revolución?
Lo mismo ocurre en Guárico, donde su gobernador se echa todas las culpas para
salvar al líder máximo. Y lo mismo ocurrirá en cada región que visite el
Presidente y no pueda ser silenciado el clamor por soluciones a problemas que
le han quedado grandes, como los apagones, la inseguridad, la escasez de
medicinas o alimentos e incluso la falta de vivienda. Todo porque lo importante
ahora es que el candidato a la reelección no se vea salpicado por ninguno de
los problemas que no ha podido resolver. Ahí sí es válida la dirección
colectiva, para que quien concentra todas las decisiones importantes diluya entre
sus subalternos las culpas cuando el pueblo pida explicaciones o se queje.
Por eso digo que para el
chavismo también será un hecho positivo pasar a la oposición a partir del
momento en el que Henrique Capriles llegue a Miraflores. Esa nueva situación le
permitiría tanto al PSUV como a sus maltratados aliados reordenar las cosas.
Reencontrarse con la humildad, hacer votos de contrición por tanta prepotencia
en el uso y abuso del poder, por tanta exclusión endógena y exógena, por el
odio que algunos han derramado y siguen derramando sobre quienes pensamos
distinto. Por creer que el poder es eterno. Por hacer de la Constitución una
goma elástica que se adapta a sus intereses. Por el apartheid que han
establecido en la sociedad.
Sé que algunos intentarán que
se ejecute una revancha política contra el chavismo.
Pero tengo la convicción de
que la mayoría de quienes reclamamos y trabajamos por un cambio no andamos en
esa tónica. Como por estos lados no se practica la incondicionalidad ni el
pensamiento único, tengan la plena seguridad de que esas mismas voces
estigmatizadas por voceros del pesuvismo, criminalizadas, insultadas y en no
pocas ocasiones perseguidas, haremos lo imposible para que una fuerza política
derrotada por los votos del pueblo no pruebe de su propia medicina.
Por: VLADIMIR VILLEGAS
vvillegas@gmail.com
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