Por Macky Arenas, 29/06/2012
Escribió el Papa
Benedicto XVI: “Yo no dudo en afirmar que la gran enfermedad de nuestro tiempo
es su déficit de verdad. El éxito, el resultado, le ha quitado primacía en
todas partes. La renuncia a la verdad y la huida hacia la conformidad de grupo
no son un camino para la paz. Este género de comunidad está construido sobre
arena. El dolor de la verdad es el presupuesto para la verdadera comunidad.
Este dolor debe aceptarse día a día. Sólo en la pequeña paciencia de la verdad
maduramos por dentro, nos hacemos libres para nosotros mismos y para Dios”.
Cada vez que la
injusticia nos toca, acudo a las bases firmes de la fe, no sólo para entender
la maldad, sino para encontrar la fuerza para enfrentarla. La perversidad, la
marca de fábrica de todo cuanto emprende este régimen, se cubre de engaño, de
malas artes, de pompas diabólicas que sólo logran timar a quienes no se toman
el trabajo de rasgar la superficie. La epidermis está llena de evidencias para
conocer cuáles son las verdaderas intenciones de la jerarquía “revolucionaria”.
Todo el doble discurso está plagado de trampas. Desde la popa hasta la proa,
este es un navío cargado de fraude.
Cuando a
Globovisión se le acosa hasta el punto de obligarnos a pagar una multa
milmillonaria, ello no responde a falta alguna por nuestra parte, sino al deseo
de callarnos. El callarnos significa demoler una plataforma, con pilotes de
coraje, desde donde se empina la verdad como contraparte de la mentira.
Nosotros somos la contrafigura que reta a lo pútrido, a lo contaminado, a lo
infecto, para que salga y de la cara. Porque la verdad es nuestro deber,
nuestra pauta diaria, nuestra razón de ser.
En Globovisión
resistimos con dignidad porque somos una verdadera comunidad. Una comunidad que
se aferra a la verdad, que todos los días trabaja para cubrir ese déficit. Con
nuestros aciertos y errores, pero madurando día a día, golpe tras golpe,
venciendo a la iniquidad y a la saña con paciencia y temor de Dios. Sabemos que
si constituyéramos un grupo que se conformara con el simple éxito, si no
llenáramos eso de contenido, si restáramos primacía a la verdad por revolvernos
más cómodos en este pantano de divisiones y odio en que han querido convertir a
Venezuela, ya algo se habría roto para siempre y los vidrios de la vergüenza no
podrían ser nunca más recogidos.
No duele el día a
día, y por eso persistimos. Sabemos que aquí no se lucha por un puesto de
trabajo, ni por una empresa…y ya ni siquiera por un país. Esto es un combate
por la verdad, una lucha del bien contra el mal, un esfuerzo agónico por
rescatar lo mejor de cada venezolano para reconstruir la fraternidad, dejar las
comodidades de grupo para hacer comunidad de valores, de principios, donde
prive una ética básica que nos dirija hacia el disfrute del bienestar, el
progreso y la paz. El anhelo de la libertad es lo que nos guía y si en momentos
inciertos, de dolor y angustias para todo un país, el periodismo no sirve de
brújula cierta para señalar ese norte, no sirve para nada.
En Globovisión
hemos madurado por dentro, en la cotidiana aceptación del dolor de proclamar la
verdad. Ello nos ha venido sanando el alma. Nos hemos hecho libres, a pesar de
las multas, los embargos y las calumnias que el poder ha vertido sobre nosotros
año tras año. Hemos aprendido paciencia, hemos ganado verdad y hemos crecido en
comunidad. Estamos parados sobre concreto armado. Y tenemos paciencia.-
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