Antonio Cova Maduro Jueves,
12 de julio de 2012
Pero
he aquí que más fuerza que su neverota recién adquirida lleva medio día
apagada, ¡un regalo de Don Regalón! ¿Y su reluciente camionetanga? Parada en el
garaje porque Cadivi no le garantiza el repuesto que la pondría de nuevo en las
calles, después de seis meses varada
Hay mitos recientes y hay
mitos antiguos. Quizás el más antiguo al que los venezolanos se aferran sea el
de conseguir real fácil y pronto. Eso nació con la llegada de los primeros
conquistadores españoles y no murió, sino que se mantuvo en
"hibernación", durante la Colonia. Se trata de la combinación de dos
experiencias singulares: "la búsqueda del Dorado", que nos convirtió
en una sociedad andariega desde el comienzo (el fulano Dorado no aparecía por
ningún lado, a pesar de agotarnos buscándolo... ) y, no faltaba más, el
asentamiento en la isla de Cubagua.
Detengámonos allí por un
momento. Los primeros conquistadores españoles descubren que, en las costas de
una isla perdida en el oriente de "Tierra Firme", hay perlas. Rápido
construyen un poblado al que bautizaron Nueva Cádiz, y ponen a expertos
nadadores indígenas a extraer perlas mientras ellos la comercializaban.
Comenzaba así el "saca-y-saca" venezolano que rápido se agota, que
nunca nos ha abandonado.
Si el Dorado era el
"negoción" (los venezolanos parecen huir del negocio, eso es para los
musiús, afirman), Cubagua fue la "extracción". En ambos casos, la
riqueza está allí, no hay que trabajarla, no hay que producirla. Es más, si
podemos, que lo hagan los extranjeros y nos den las "regalías" que
les impongamos, que "pa'eso esa vaina es nuestra... ".
A partir de aquel momento
-"preñado de ominosos signos para el futuro"- los venezolanos le han
asignado poderes mágicos a "los reales". Y a quien los tiene le
acreditamos todo tipo de posibilidades y venturas. El ricachón, entones, todo
lo puede y ello muchas veces lo hace un "blanco" fenomenal de cuanto
malhechor pasa por la comarca.
Quedémonos por de pronto con
la imagen de que "los reales" logran lo que quieren: mujeres, carros,
man-siones, viajes y juerga permanente. Lo interesante es cuando los reales se
convierten en las "cimientos" de un mito político: con real todo se
consigue, sobre todo los votos de una población a la que le llegan aunque sean
migajas. Hoy ese "mito" produce un veredicto contundente:
"¡Chávez va a ganar porque tiene muuucho real!, sentencian los expertos.
Permítanme un cuento
esclarecedor. Corría el año 1978 y ya la Gran Venezuela del primer Pérez había
producido una sociedad ahíta de billetes, pero también de problemas
desconocidos hasta entonces. Como sentenciaba Ramón Piñango: "si a un
Ministerio cualquiera se le dificulta ejecutar un presupuesto modesto, pero
funcional, ¿se imaginan cuando se lo multiplican por 10"?
Un ejecutivo adeco, de esos
que balbuceaban sus primeras "políticas públicas", comentó sin
vacilar ante la anuencia de quienes le rodeaban: "los adecos van a ganar
porque CAP ha lanzado mucho real a la calle". Cuando tomé la palabra dije
más o menos lo siguiente: "tú estas suponiendo que la gente adjudica su
recién adquirida riqueza al Gobierno y eso no suele suceder; pero lo que sí
acontece con frecuencia es que, cuando su recién adquirida avioneta no puede
arrancar por problemas de aeropuerto y de burocracia, la culpa, esa sí, se la
asignan enterita al Gobierno". A los meses ganó Luis Herrera Campins,
propinando una segunda derrota a los adecos.
El mito afirma lo mismo
acerca del mejor heredero de los adecos: mucho real en la calle, Mercal, Maiquetía
a reventar y camionetangas de todas las marcas copando calles y carreteras. Y
el votante racional y agradecido recordando a su gran derrochador ese domingo,
como si fuesen del Foro de Sao Paulo.
Pero he aquí que más fuerza
que su neverota recién adquirida lleva medio día apagada, ¡un regalo de Don
Regalón! ¿Y su reluciente camionetanga? Parada en el garaje porque Cadivi no le
garantiza el repuesto que la pondría de nuevo en las calles, después de seis
meses varada... Por eso tiene que coger un "aeroejecutivo" para que
lo lleve desde Caracas a Valencia... en cómodas 8 o 10 horas, mientras su
sobrino es "ruleteado" por las urbanizaciones de Maracay, sin
enterarse de la misión "A toda vida", mientras los atracadores están
a todo pulmón desvalijándolo.
Pero ¿es que los reales no
pueden ponerse en afiches, camiones-carrozas, mítines rodantes y demás
parafernalia chavista de elecciones? Por supuesto que sí. Lo que no está seguro
es que esa inversión produzca votos por borbotones el 7 de octubre, sobre todo
si la gente cree que deberían ponerse a trabajar para dar luz, agua corriente,
y caminos reparados. Y la gente ve, oye y se molesta, y es eso lo que recoge el
Correcaminos por donde quiera que pasa y con besos le reciben.
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